ESTADOS UNIDOS: Las represalias serán de largo alcance

Estados Unidos prepara el terreno para una campaña militar contra grupos islámicos sospechosos por el ataque terrorista más devastador de su historia, y comenzará por Al Qaeda, el grupo del fugitivo millonario saudita Osama bin Laden.

Altos funcionarios aseguraron que el gobierno no responderá como en el pasado con un único ataque contra individuos u organizaciones sospechosas, sino que lanzará una campaña mucho más amplia contra los grupos terroristas y los gobiernos que los albergan.

«Veremos que esto se irá desplegando con el paso del tiempo. Algo está claro: este objetivo no se logrará con un solo golpe militar, no importa cuán grande sea», dijo el subsecretario (viceministro) de Defensa, Paul Wolfowitz.

Mientras el gobierno identificaba a Bin Laden como principal sospechoso de los atentados en sitios emblemáticos de Nueva York y Washington, el Congreso legislativo aprobó el jueves un aumento del presupuesto militar y otorgó al presidente George W. Bush poderes extraordinarios para una respuesta bélica.

Bush y otros altos funcionarios se comunicaron con líderes extranjeros en procura de un amplio respaldo a su acción militar.

El secretario de Estado (canciller) estadounidense Colin Powell subrayó el éxito de Washington para persuadir a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de invocar cláusulas de seguridad colectiva.

La OTAN sostuvo que en el caso de los ataques del martes se aplica el capítulo quinto del Tratado de Washington, constitutivo de la organización, que obliga a todos sus miembros a tomar un ataque contra uno de ellos como si fuera contra todos.

El Consejo de Seguridad de la ONU también adoptó este jueves una resolución que expresa la determinación de sus miembros a responder a los ataques.

Powell anunció este jueves en una conferencia de prensa que hablaría esa misma noche con el presidente de Pakistán Pervez Musharraf. Washington ya entregó «una lista de cuestiones específicas que serían útiles para que (el gobierno paquistaní) trabaje con nosotros», dijo.

Pakistán es el uno de los tres países que reconoce al régimen del movimiento radical islámico Talibán sobre la mayor parte del territorio de Afganistán, donde, según numerosas versiones, se encuentra Bin Laden y operan muchos de los campamentos de entrenamiento militar que dirige.

Según fuentes gubernamentales, la lista entregada a Islamabad incluye información de inteligencia sobre Al Qaeda y Bin Laden, así como sobre la protección que le brindaría Talibán, y también solicita permiso de desplegar fuerzas estadounidenses en Pakistán para atacar desde allí a Afganistán.

Bin Laden es una de las personas más buscadas por Estados Unidos, que lo responsabiliza de los atentados contra sus embajadas en Kenia y Tanzania, en 1998, y contra el buque destructor Cole en las costas de Yemen, en 2000.

Pakistán es considerado clave para cualquier acción contra Bin Laden y contra Talibán, que rechazó reiterados pedidos estadounidenses de extraditarlo.

Desde que Talibán dejó sus bases en la región paquistaní de Peshawar rumbo a Kabul, hace más de seis años, Islamabad ha actuado como el principal defensor de ese movimiento islámico en el plano internacional.

Fue Powell quien identificó a Al Qaeda como principal sospechoso de los atentados. «Aún no hemos identificado públicamente a la organización que creemos responsable. Pero si uno mira la lista de candidatos que tienen la capacidad necesaria para conducir ese ataque, sólo uno reside en esa región», dijo.

Interrogado sobre si se refería al grupo de Bin Laden, Powell contestó «sí».

Miles de investigadores federales intentaban descubrir este jueves la identidad de cómplices de los secuestradores suicidas que estrellaron dos aviones comerciales contra las torres gemelas del World Trade Center en Nueva York y otro en el Pentágono (Departamento de Defensa) en Washington.

Un cuarto avión fue secuestrado, pero no llegó a su objetivo, pues cayó en un bosque del estado nororiental de Pennsylvania.

Mientras continuaban las investigaciones, las autoridades anunciaban que más de 4.700 personas que estaban en el World Trade Center habrían muerto sepultadas en los escombros.

Si se confirma esa información, el número de víctimas mortales del martes sería superior a 5.000. El Departamento de Defensa sostuvo que 126 funcionarios militares y civiles murieron en el atentado contra el Pentágono y 266 personas, entre pasajeros y tripulantes, perecieron con los cuatro aviones.

Los investigadores determinaron que en las aeronaves había al menos 18 terroristas, dijo el jueves el procurador general John Ashcroft.

El saldo de los atentados del martes duplicó las bajas sufridas en el ataque japonés contra la base naval de Pearl Harbour, en Hawaii, que precipitó el ingreso de Estados Unidos en la segunda guerra mundial.

La gravedad de los atentados del martes y los antecedentes explican la fiebre bélica que domina a Washington y convierten la respuesta militar en una certeza.

Los atentados también acabaron con los conflictos políticos que enfrentaban al Partido Republicano de Bush con el Demócrata, y que dominaron el clima en la capital estadounidense hasta hace una semana.

También originaron una gran mutación en la política exterior de este país, del día a la noche.

En contraste con las tendencias unilateralistas del gobierno de Bush, la diplomacia multilateral tomó de repente el centro de la escena, pues Washington procura aglutinar una coalición de países que se presten a respaldar una acción militar con más que palabras.

Al expresar su beneplácito por las manifestaciones personales de apoyo expresadas por el presidente Vladimir Putin, de Rusia, y Jiang Zemin, de China, entre otros líderes, el propio Bush se comprometió a «conducir al mundo a la victoria» contra el terrorismo en un breve discurso por televisión.

«Una coalición está en proceso de conformarse», explicó el ex presidente y padre del actual mandatario, George Bush, quien condujo la coalición que combatió contra Iraq en la guerra del Golfo de 1991.

En un discurso pronunciado ante empresarios este jueves, el ex mandatario consideró «muy, muy importante» la invocación hecha por la OTAN al capítulo quinto del Tratado de Washington, constitutivo de la organización, que obliga a todos sus miembros a tomar un ataque contra uno de ellos como si fuera contra todos.

Powell, jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense durante la guerra dle Golfo, también pareció haber estudiado el libreto de aquel conflicto cuando sugirió a los periodistas que Washington está dejando de lado su pasividad en torno de la violencia entre israelíes y palestinos.

El jefe de la diplomacia estadounidense dijo que este jueves presionó en persona y por teléfono al primer ministro israelí Ariel Sharon y al presidente palestino Yasser Arafat para que tomen medidas determinadas hacia un cese del fuego.

Los aliados europeos y árabes de Washington alertaron en las últimas semanas que el respaldo prestado a Sharon redujo al mínimo histórico la imagen de Estados Unidos en Medio Oriente y fortaleció la popularidad de las fuerzas radicales, incluso las de Bin Laden y del presidente iraquí Saddam Hussein.

Powell sugirió que ambos líderes podrían ser blanco de la inminente campaña militar, e incluso calificó a Saddam Hussein de «uno de los principales terroristas sobre la superficie de la Tierra».

El secretario de Estado indicó que Washington se concentraría ahora en la recolección y análisis de evidencias, «de modo que todo el mundo coincidirá con nosotros en quiénes fueron» los responsables del ataque del martes.

«Entonces, perseguiremos a ese grupo, a esa red y a aquellos que los han cobijado, respaldado y asistido. Y cuando acabemos con esa red, continuaremos con un ataque mundial contra el terrorismo en general», concluyó Powell. (FIN/IPS/tra-en/jl/dc-mj/ip/01

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