Los circos de Brasil, que ofrecen 32.000 empleos directos, iniciaron una movilización por sus derechos y por un desarrollo moderno, a la vez que combaten su identificación con fraudes, confusión y tonterías.
Es irrespetuoso calificar de «circo» al Congreso legislativo en referencia a la corrupción de parlamentarios o sus sesiones tumultuosas y sus debates caóticos, dijo a IPS José Wilson Moura Leite, presidente de la Asociación Brasileña del Circo (Abrac).
«Todo que es malo se compara con el circo, o se dice que son 'payasadas'», se lamentó Leite. En muchas protestas los manifestantes se presentan con la nariz roja de los payasos, para indicar que no quieren ser tratados como tontos.
Las expresiones despectivas son dañinas porque afectan a los niños, el principal público del circo y de los payasos, observó Marlene Querubim, dirigente de Abrac y hace 16 años al frente del Circo Espacial, «el primero dirigido por una mujer en Brasil».
Para impulsar el desarrollo de las artes circenses y mejorar su imagen, Abrac iniciará a fines de este mes una campaña de divulgación. «Recibe el circo de brazos abiertos» es el llamado que se difundirá por los medios masivos de comunicación, con apoyo del Ministerio de Cultura.
Los circos, que atraen cada año un público a 25 millones de personas, constituyen el espectáculo en vivo de mayor audiencia en el país, según la investigadora y directora teatral Alice Viveiros.
En Brasil hay cerca de 2.000 circos, pero solo unos 150 grandes y medianos cuentan con la estructura y recursos necesarios para hacer sus espectáculos tradicionales en giras por el país, informó Leite, un ex trapecista de 50 años, hoy dueño y director del Circo- Escuela Picadeiro, de Sao Paulo.
La gran mayoría de los circos son pequeños y precarios, pagan salarios muy bajos y funcionan en unos pocos lugares cercanos entre sí.
La Abrac, entre cuyas funciones figura la elaboración de propuestas para mejorar la calidad de los espectáculos, recomienda un proceso de concentración, a través de asociaciones o fusiones que les permitan sobrevivir y evolucionar como empresas.
La actividad afronta hoy «peores condiciones que hace 20 años», y muchos circos pequeños están desapareciendo, se lamentó Querubim, una administradora de empresas que se enamoró de la vida circense junto con sus dos hijos, payasos de 22 y 15 años.
El primer Festival Mundial de Circo, que se realizará del 15 al 22 de este mes en Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais, podrá servir para la reactivación de la actividad.
La muestra contará con la participación de seis grupos extranjeros y cuatro nacionales, que actuarán en Sao Paulo y en Río de Janeiro en los días siguientes.
La Abrac, creada a inicios de este año en sustitución de la desactivada asociación de Empresarios de Diversión fundada en 1977, pretende también rescatar la dignidad de los trabajadores circenses.
Con esa finalidad, realizó el mes pasado en Brasilia un seminario para discutir «los derechos y deberes» de los empleados del sector y para protestar contra la mala imagen difundida por las expresiones despectivas alusivas al circo.
Los debates entre los principales directivos circenses del país deberán culminar con la redacción de un proyecto de ley que reconozca la actividad profesional, asegurándole derechos ya conquistados por otros trabajadores.
Como se trata de una profesión de riesgo y de corta duración, se reclama la jubilación a los 55 años. «Un trapecista como yo, o una contorsionista, ya no puede trabajar en eso luego de los 40 años», argumentó Leite.
Otro problema es que las empresas que ofrecen seguros de salud «no aceptan artistas de circo como sus usuarios», debido al riesgo de la actividad, lo que viola los derechos de cualquier ciudadano, añadió.
Los directivos circenses luchan por una ley que les permita superar las numerosas dificultades que enfrentan. La instalación de un circo, por ejemplo, depende de permisos municipales que requieren varios trámites y pagos de tributos, que se repiten en cada ciudad para periodos cortos de permanencia, explicó Leite.
Las exigencias son tantas que muchas veces impiden la presentación de un circo ciudades importantes, señaló. Por eso la Abrac reclama una regulación y tributación a nivel nacional, para evitar las diferencias entre los requisitos exigidos por cada municipio.
Como el circo utiliza muchos animales adiestrados, desde monos a elefantes, también son necesarias reglas especiales para que el circo no sea castigado por las autoridades ambientales que aplican leyes de protección a la fauna, comentó Querubim. (FIN/IPS/mo/mj/cr lb/01