Una cumbre hispano-marroquí se celebrará antes de fin de año, por iniciativa del gobierno de José María Aznar y para superar el enfriamiento de las relaciones bilaterales causado por diferencias en materia de migración y de pesca.
Con la propuesta de celebrar una cumbre cuanto antes, triunfó en el gobierno español la posición del canciller Josep Piqué, favorable a aliviar la tensión y mejorar el vínculo con el criterio de que Marruecos es el país más importante para España, detrás de los 14 socios de Madrid en la Unión Europea.
La cumbre, cuya fecha aún debe coordinarse, reunira a Aznar, presidente del gobierno español, y al primer ministro marroquí Abderrahmane Youssoufi, acompañados por otros funcionarios de alto rango.
Este año fracasó la negociación para renovar el convenio sobre pesca entre Marruecos y la Unión Europea, muy favorable para España. A eso se sumaron en las últimas semanas acusaciones recíprocas entre Madrid y Rabat de no combatir con decisión las organizaciones criminales dedicadas al tráfico de inmigrantes.
En una muestra de malestar con la marcha de las relaciones, Marruecos demoró el beneplácito con el nombramiento del nuevo embajador español, Fernando Arias Salgado. Finalmente, lo aprobó y el diplomático se instaló en Rabat el miércoles.
Arias Salgado se desempeñaba antes como embajador especial a cargo de asuntos de inmigración, una cuestión difícil en la relación dada la gran cantidad de personas que ingresan a España desde Marruecos de manera ilegal.
Aznar endureció su posición hacia el gobierno marroquí cuando fue evidente, antes del verano boreal, que las negociaciones sobre pesca iban de mal en peor.
Buena parte de la flota pesquera española de bajo calado operaba en las costas marroquíes, pero desde principios de año esos barcos están inmovilizados porque Marruecos no aceptó las condiciones exigidas por la Unión Europea para renovar el acuerdo.
La pesca es una actividad comunitaria, es decir que se legisla y negocia desde la Unión Europea y no a través de cada uno de los 15 países que la integran.
Después, con la llegada del verano boreal, se incrementó el número de inmigrantes que llegan a costas españolas desde Marruecos de manera irregular, sin contar con visa de entrada y por lo general transportados clandestinamente por bandas criminales.
A principios de esta semana arreciaron las acusaciones entre el gobierno español y el marroquí de complicidad o complacencia con las organizaciones dedicadas al tráfico ilegal de inmigrantes, al extremo de que se consideraba inminente una crisis diplomática.
«Que hay mafias en Marruecos que viven de la emigración clandestina y del tráfico de drogas, es verdad. Pero en España también hay mafias y son más ricas que en Marruecos», dijo el rey marroquí Mohamed VI, entrevistado por el diario francés Le Figaro.
El secretario de Asuntos Exteriores español Miquel Nadal replicó que la inmigración clandestina se origina en las playas de Marruecos y que «es allí donde hay que actuar». Si Rabat «tiene constancia de que hay mafias actuando desde España, que nos lo diga porque actuaremos con la máxima firmeza».
La decisión de Piqué de impulsar una cumbre logró imponerse sobre otros miembros del gabinete, en especial el equipo económico y la secretaría de Pesca. Aznar hizo suya esa postura y alentó los preparativos de la reunión, al considerar a Marruecos un «aliado clave», según la definición del canciller.
Un factor determinante de este cambio de posición fueron las demandas del sector empresarial. Los intereses comerciales y las inversiones españolas en Marruecos son fuertes y su desarrollo podrían peligrar con una crisis en las relaciones.
Piqué dijo al diario madrileño El Mundo que sería un error seguir una estrategia de incremento de la tensión con Marruecos. El ministro recordó que ese país mantiene una reivindicación histórica sobre la soberanía de Ceuta y Melilla, dos ciudades españolas enclavadas en territorio marroquí.
También recordó que todavía está sin resolver la situación de Sahara Occidental, territorio que fue colonia española hasta 1975 y que desde entonces está, en su mayor parte, bajo control marroquí.
La organización insurgente Frente Polisario reclama, con apoyo argelino, la independencia de ese territorio, y está pendiente de ejecución un referéndum que se celebrará bajo el control de la ONU.
«Marruecos siempre estará a 14 kilómetros de la península», subrayó Piqué, aludiendo al estrecho de Gibraltar, que separa a España de Marruecos y une el mar Mediterráneo con el océano Atlántico.
Madrid propone que en la cumbre se considere la pesca, la inmigración, el narcotráfico, las inversiones y las barreras no arancelarias al ingreso a España de productos marroquíes.
De la consideración de cada uno de esos problemas y de la suma de acuerdos y definiciones dependerá, en gran medida, que Marruecos y España estén separados sólo por 14 kilómetros y de que encaren nuevos proyectos en conjunto. (FIN/IPS/td/mj/ip/01