La ola de represión en Eritrea contra medios de prensa y antiguos aliados del gobierno provocó la condena de organizaciones internacionales de derechos humanos.
Once disidentes fueron detenidos en las últimas semanas y ocho periódicos independientes fueron cerrados, acusados de poner en peligro la unidad nacional.
La organización defensora de los derechos humanos Amnistía Internacional, con sede en Londres, manifestó preocupación por el paradero y la seguridad de los detenidos, algunos de los cuales tienen problemas de salud.
Mientras, Reporteros sin Fronteras, un grupo defensor de la libertad de expresión con sede en París, llamó al presidente eritreo Issias Afeworki «un depredador de la libertad de prensa» y destacó que «no se había visto en muchos años actos tan radicales y represivos contra medios de comunicación privados en Africa».
La prensa ha sido esencial en el floreciente movimiento de reforma política en Eritrea, donde el público comenzó a discutir temas tabú por primera vez desde el fin de la guerra con Etiopía, en 1991.
En los últimos tiempos, los diarios independientes empezaron a venderse más que los oficiales.
Afeworki ha tratado de reprimir a la creciente oposición desde que terminó el conflicto de 30 años por la independencia, con el derrocamiento de Mengistu Haile Mariam.
Los hombres detenidos eran 11 de los 15 miembros del partido de gobierno que en mayo publicaron una carta en la que exhortaban a una mayor democracia y transparencia en el régimen. Los 15 fueron destituidos de inmediato, pero los reclamos de cambio siguieron acumulándose.
Tras los arrestos, el gobierno los acusó en su sitio oficial en Internet de formar células secretas y colaborar con disidentes eritreos en Etiopía y países occidentales, con el fin de infiltrarse en el ejército.
La ciudadanía no comprende aún por qué el presidente usa esos métodos represivos contra los reclamos de reforma de quienes fueron sus más estrechos aliados y pelearon junto a él por 30 años por independizar a Eritrea de Etiopía.
Elías Habte Selassie, del Instituto para la Vida y la Paz, de Nairobi, trabajó varios años para el Frente Eritreo de Liberación Popular, que luego de la independencia se transformó en el gobernante Frente Popular para la Democracia y la Justicia.
Selassie teme que el conflicto en las filas del gobierno termine por desintegrarlo.
«Los detenidos eran parte del gobierno. Mahmud Ahmed Sheriffo era vicepresidente, los otros eran ministros, generales. Ellos son los líderes de la guerra por la independencia, son nuestros héroes», dijo.
«¿Por qué razón es un problema para el gobierno la solicitud de una reunión», preguntó.
Los 15 funcionarios de gobierno afirmaron que decidieron hacer pública su protesta en mayo porque el presidente les negó una reunión del Consejo Central del partido.
«Nuestros intentos de resolver los problemas mediante el diálogo no sólo no encontraron eco sino que fueron presentados como algo ilegal y antidemocrático», dice la carta, publicada en Internet.
La carta acusa al presidente de «actuar de manera ilegal e inconstitucional» y de crear «una atmósfera de miedo e intimidación».
«Todo el régimen de derechos civiles y la libertad de expresión están amenazados. Muchos periodistas son perseguidos o detenidos, al igual que estudiantes. Si los estudiantes no pueden expresarse en sus campus, ¿dónde pueden hacerlo?», preguntó Selassie.
Cuando Eritrea se volvió independiente en 1993, se decidió en un referendo popular el establecimiento de un gobierno de transición por cuatro años, durante los cuales se prepararían elecciones generales.
Pero el actual régimen está en el poder desde hace ocho años y no ha hecho ningún esfuerzo por preparar las elecciones. Los partidos políticos todavía son ilegales, porque no se aprobaron leyes que los habiliten.
«No se nos puede caracterizar como un régimen de partido único porque todavía estamos en transición», arguyó Temedhin Temariam, un diplomático eritreo en Nairobi. «El multipartidismo y esas cosas son para el futuro, no para ahora», añadió. (FIN/IPS/tra-en/ks/mn/mlm/hd/01