Estados Unidos usará todos sus recursos en la guerra «del bien contra el mal», advirtió el presidente George W. Bush un día después de que el peor atentado terrorista en la historia del país destruyera las torres gemelas de Nueva York y parte del edificio del Pentágono en Washington.
Altos funcionarios destacaron que Washington busca el respaldo de sus aliados para lanzar represalias, y para eso pretende que sus socios en la Organización del Tratado del Atlántico Norte ajusten su conducta a los artículos sobre seguridad colectiva de la alianza militar, que les exigen cooperar.
Individuos no identificados secuestraron tres aviones comerciales este martes y los lanzaron contra las torres del World Trade Center y contra el Pentágono (Departamento de Defensa), causando miles de víctimas, aunque aún no hay cifras oficiales.
Bush prometió tomar represalias contra quienes perpetraron esos «actos de guerra». «Estados Unidos utilizará todos sus recursos para vencer a este enemigo», dijo el presidente en su cuarto mensaje televisado desde los atentados del martes.
«Esta será una lucha monumental del bien contra el mal. Pero el bien prevalecerá», aseguró Bush.
Líderes de los partidos Demócrata y Republicano, los principales del país, pronunciaron palabras similares en Washington este miércoles, al asegurar que estarán «hombro con hombro» con el presidente a la hora de la respuesta contra los ataques terroristas.
«El pueblo estadounidense… quiere que actuemos como si estuviéramos en guerra», dijo este miércoles el secretario de Estado (canciller) Colin Powell.
«Y eso vamos a hacer, por la vía diplomática, militar, eligiendo opciones que respondan a esto, buscando a aquellos que sean responsables y a aquellos que los refugien», advirtió.
Los atentados del martes son comparados en Washington con el ataque sorpresivo de Japón contra la flota estadounidense en el Pacífico en 1941, en Pearl Harbor, Hawai, que determinó el ingreso de Washington a la segunda guerra mundial.
La mayoría de los 2.400 muertos en Pearl Harbor eran militares, pero las víctimas del martes eran casi todos civiles que trabajaban en las torres gemelas. Estas y un tercer edificio adjunto se derrumbaron debido al calor generado por el combustible de los aviones.
Cálculos extraoficiales indican que podrían haber hasta 10.000 muertos, dado que las torres del World Trade Center tenían capacidad para 50.000 empleados de las empresas y bancos allí instalados.
«El presidente, como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, debe asegurarnos a nosotros, el pueblo estadounidense, de que este ataque en la capital de la nación es equivalente a Pearl Harbor», exhortó el representante republicano Rob Simmons.
«Es un acto de guerra, y habremos de responder de la misma manera», agregó.
Otros legisladores dijeron que están preparados para permitir que los organismos del gobierno asesinen a sospechosos de terrorismo, y con ese fin pretenden modificar una orden ejecutiva de 1976 que prohibía el asesinato político.
«Cuando se trata con terroristas, la única defensa real que se tiene es la capacidad de eliminarlos antes de que actúen», señaló el presidente del Comité de Inteligencia del Senado, el demócrata Bob Graham.
«Sólo hay una manera de lidiar con personas como estas. Y es matando a algunas de ellas. Deben recibir el golpe», declaró el ex Secretario de Estado Lawrence Eagleburger al diario Los Angeles Times.
Hace dos días, legisladores demócratas y republicanos discrepaban enérgicamente sobre las consecuencias que tendría para la seguridad social el incremento del presupuesto de defensa.
Pero ahora legisladores de ambos partidos prometieron responder rápidamente a cualquier pedido de incremento de presupuesto para el Pentágono y los organismos de inteligencia.
Los atentados del martes «hacen que el tema de la seguridad social parezca trivial», declaró el representante demócrata Norm Dicks. La opinión pública comprenderá la necesidad de recurrir a los fondos de la seguridad social para financiar un mayor gasto militar, agregó.
Mientras, los organismos de inteligencia trabajaban con tesón este miércoles para buscar toda evidencia que identificara a los responsables de los atentados.
Pruebas recogidas en el aeropuerto Logan, de Boston, donde fueron secuestrados los dos aviones que chocaron contra las dos torres gemelas, sugieren que personas con nombres árabes habrían participado en los atentados.
En el sur del sudoriental estado de Florida la policía detuvo a varias personas vinculadas a una academia de entrenamiento de aviación.
Al mismo tiempo, especialistas retirados del gobierno y analistas independientes sobre terrorismo dijeron que la evidencia hasta la fecha apunta con fuerza a que los ataques fueron obra de grupos islámicos, sobre todo de la organización Al Qaeda, del magnate saudita Osama bin Laden, el hombre más buscado por Estados Unidos.
Washington acusa a bin Laden de los atentados con bomba de 1998 contra sus embajadas en Kenia y Tanzania, así como del ataque suicida contra el destructor naval USS Cole, en Yemen.
Luego de los ataques a las embajadas, el gobierno de Bill Clinton atacó con misiles a presuntos objetivos de Al Qaeda en Afganistán, donde se refugió bin Laden a pesar de los esfuerzos de Washington para extraditarlo, y en Sudán, donde el sospechoso vivió a mediados de los años 90.
Bin Laden, quien prometió expulsar a las fuerzas militares estadounidenses de las regiones de Medio Oriente y el Golfo, dijo a allegados hace tres semanas que era inminente un ataque importante contra Estados Unidos, según un periódico árabe de Londres.
Pero bin Laden aseguró que no tuvo que ver con los ataques de este martes, mientras el gobierno de Talibán en Afganistán, que condenó los atentados, insistió en que el magnate saudita no tiene los recursos ni el alcance para realizar una operación tan compleja.
Pero varios analistas discrepan con esa apreciación.
«Hay numerosos indicios que sugieren que esta fue la obra de bin Laden y su red: la audacia del ataque, la coordinación, la elección de dos símbolos del poder estadounidense, y el hecho de que las torres gemelas fueran atacadas hace ocho años por personas vinculadas a la red de bin Laden», dijo Daniel Benjamin, especialista de seguridad del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, de Washington.
Seis personas murieron en un atentado contra el World Trade Center de Nueva York en 1993, perpetrado por integrantes del grupo fundamentalista islámico egipcio Al-Gama'a al-Islamiyya, todos ellos seguidores del jeque Omar Abdul Rahman, quién también es admirado por el movimiento Talibán.
El canciller de Talibán propuso intercambiar al jeque, quien está encarcelado en Estados Unidos, por trabajadores humanitarios que serán sometidos a juicio en Afganistán por intentar convertir musulmanes al cristianismo.
Pero otros expertos no están seguros sobre la responsabilidad única de bin Laden en los ataques terroristas del martes.
Un alto funcionario del gobierno de Clinton sugirió que la magnitud, complejidad y coordinación del ataque exigió la cooperación de varios grupos islámicos. La red al Qaeda, por ejemplo, nunca había secuestrado un avión.
No obstante, la diplomacia y las declaraciones de Washington en las últimas horas parecen dirigidas a preparar el terreno para una acción militar contra objetivos en Afganistán.
Esa hipótesis es respaldada por las consultas con los socios de Estados Unidos en la OTAN, así como por los intensos intercambios con el gobierno de Pakistán, que desempeñó un papel decisivo en el acceso al poder de Talibán en Afganistán.
«No haremos distinción entre los terroristas que cometieron estos actos y aquellos que los albergaron», advirtió Bush en un discurso televisado la noche del martes. (FIN/IPS/tra-en/jl/aq/ip/01