La economía de Estados Unidos acusó el impacto del atentado contra las torres genelas de Nueva York y al disiparse el humo de los incendios del martes surgen señales de recesión internacional.
Los mercados financieros de Estados Unidos fueron cerrados a causa de los ataques contra Nueva York y Washington, y no volverán a operar hasta el lunes. Las bolsas de Europa y Japón cayeron el martes, para recuperar cierta tranquilidad en los dos días siguientes.
Al cierre de la jornada de este jueves, el dólar había perdido terreno en el exterior, mientras el oro ganaba 16 dólares, para cotizarse en 289 dólares por onza.
Esto podría anunciar una menor confianza de los inversores en Estados Unidos. Los extranjeros invierten más de 500.000 millones de dólares por año en acciones y bonos estadounidenses.
«Los atentados terroristas probablemente perjudiquen la economía estadounidense a corto plazo, lo cual agravará la recesión que se veía venir», dijo Sidney Weintraub, economista político del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, de Washington.
No obstante, «si el gobierno exhibe resolución política, y si no hay más atentados terroristas, la economía debería recuperarse a mediano plazo, digamos para el segundo trimestre de 2002», agregó.
Numerosos factores sugerían una posible recesión de la economía mundial incluso antes de que tres aviones secuestrados pulverizaran las torres del World Trade Centre en Nueva York y demolieran parcialmente el edificio del Pentágono (Departamento de Defensa) en Washington.
Un cuarto avión secuestrado se estrelló en las afueras de Pittsburgh, estado de Pennsylvania.
En primer lugar, las economías de Estados Unidos, Europa y Japón pasan por dificultades simultáneamente. En el pasado, al menos una de las tres siempre había tenido la fortaleza para neutralizar la debilidad de las otras.
En segundo lugar, los mercados emergentes estaban inestables. La economía de Argentina, que recibe 22 por ciento de las inversiones extranjeras de todos los mercados emergentes, estaba a punto del colapso, y amenazaba con arrastrar consigo a sus vecinos y otros socios comerciales y de inversión en Europa.
La recuperación asiática de la crisis financiera sufrida en 1997-98 seguía frágil, mientras los bancos, el mercado de valores y las fábricas de China comenzaban a resentirse.
En tercer lugar, la economía de ocho billones de dólares de Estados Unidos -la mayor del mundo y el motor de la inversión y el comercio mundiales- parecía depender sólo de la confianza de los consumidores.
Sin embargo, la Universidad de Michigan informó este jueves que el optimismo de los consumidores en la economía había caído más de lo esperado entre agosto y el 10 de septiembre, el día antes de los atentados.
Las compañías estadounidenses reducen sus inversiones y despiden a sus empleados. El desempleo en Estados Unidos sigue en torno del cinco por ciento, el más bajo tras la segunda guerra mundial, pero está en aumento.
Los más afectados fueron los trabajadores en los grupos etarios de 20 a 24 años y de 35 a 44 años, los que más gastan. La economía perdió entre enero y junio 336.000 puestos de trabajo de jóvenes menores de 30 años y los sustituyó por 227.000 trabajadores entre 55 y 64 años, según datos oficiales.
En consecuencia, descendieron las ventas de productos electrónicos y de ropa, importantes exportaciones de las economías de Asia y otras regiones en desarrollo.
Los atentados podrían producir una «mentalidad de búnker que lleve a las empresas a aplazar las inversiones y alejar a los consumidores de los centros de compras y de tomar vacaciones», dijo Mark Zandi, economista del sitio en Internet Economy.com.
Pocas horas después de los atentados, la gente comenzó a abastecerse de gasolina y expendedoras en varios estados del país se aprovecharon de la situación y subieron los precios, mientras los clientes se aferraban a sus lugares en la cola de vehículos que esperaba ser atendida.
El tráfico aéreo se clausuró, se reforzó la seguridad en las terminales aéreas, marinas y férreas, y se cerraron las fronteras con Canadá y México. A medida que las restricciones se levantan, serán sustituidas con medidas de seguridad más engorrosas que seguramente provocarán costosas demoras y retrasos.
«Los pedidos inevitables que exigen reforzar las medidas de seguridad en la frontera entre Canadá y Estados Unidos se basan en el peligroso mito de que esas medidas pueden funcionar junto con el enorme comercio que compartimos en productos y personas», dijo Christopher Sands, del CSIS.
Los gobernantes estadounidenses respondieron a los atentados del martes con declaraciones de guerra. El ingreso de Washington a la segunda guerra mundial fomentó la producción nacional y la recuperación económica.
Pero ahora la situación es distinta. Los mercados están más interrelacionados que en los años 40 y gran parte del consumo actual está vinculado al comercio internacional.
Aunque el aislacionismo parece la consecuencia natural de atentados extranjeros, partidarios del libre comercio aprovecharán la oportunidad para obligar al Congreso a finalmente otorgarle al presidente la autoridad de vía rápida para negociar tratados extranjeros.
Esa autoridad obligaría al Congreso a aprobar o rechazar los tratados negociados por el presidente, sin posibilidad de realizarle modificaciones.
Eso «generaría nuevas oportunidades de crecimiento para las exportaciones de Estados Unidos», comentó el experto Sherman Katz, del CSIS.
Mientras, el transporte de productos seguramente se encarecerá, en un momento en que la mayoría de las regiones apenas pueden pagar el volumen de sus importaciones actuales.
Pocos minutos después de los atentados del martes, los precios del petróleo comenzaron a subir. Muchos analistas creen que habrá una escalada inevitable de la tensión en Medio Oriente, lo cual hace temer por una crisis energética de corto plazo.
La Organización de Países Exportadores de Petróleo declaró que se asegurará de que la economía mundial no sufra escasez de crudo, lo cual es un alivio para Japón y otros países dependientes de esas importaciones.
Pero como muchas de esas economías también dependen de Estados Unidos para exportar sus productos, la caída de la confianza de los consumidores estadounidenses equivale a pérdida de empleos en sus países.
Las compañías aseguradoras británicas habrían aumentado el costo de cobertura de los puertos de embarque en Iraq, Israel y Líbano contra daños bélicos. La razón radica en el temor a que Estados Unidos tome represalias contra objetivos en Medio Oriente.
Los aseguradores también podrían aumentar sus precios debido a las demandas que recibirán relacionadas con la pérdida de los cuatro aviones secuestrados y sus pasajeros, y a la destrucción de las torres gemelas y otros edificios en Manhattan, donde los valores inmobiliarios son muy elevados. (FIN/IPS/tra-en/aa/aq/if/01