Argentina, que sufrió dos de los peores atentados de los años 90, con más de 120 muertos, manifestó hoy disposición a cooperar con Estados Unidos y sus aliados «para combatir el flagelo del terrorismo internacional con todos los medios a su alcance».
La declaración fue leída por el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini, quien remarcó que ante la serie de atentados del martes en Nueva York y Washington «no se puede ser neutral ni indiferente», aunque debe mantenerse la «templanza» para «contestar los actos».
Este mismo jueves, el presidente estadounidense George W. Bush predijo una «aprobación universal» a las medidas de represalia de su gobierno contra quienes atacaron las torres gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington.
«Estados Unidos busca apoyo universal» para las medidas que tome, dijo Bush, quien prometió liderar un proceso que llevará «al mundo a la victoria».
El presidente estadounidense se negó a hacer referencia a eventuales responsables ni explicó en qué consistirán las operaciones de represalia.
Mientras, el secretario de Estado (canciller) estadounidense Colin Powell indicó este jueves que el extremista saudita Osama bin Laden figuraba entre los sospechosos, y que el presidente iraquí Saddam Hussein era «uno de los principales terroristas sobre la superficie de la tierra».
Pero la falta de precisiones del presidente, que contrasta con los llamados de congresistas estadoundiense a lanzar represalias de inmediato, llevó a gobiernos de Europa a pedir que se les consulte antes de toda decisión.
«El gobierno de Argentina está convencido de que resulta indispensable una decidida y firme acción de todas las naciones para una cooperación eficaz en el combate del flagelo del terrorismo internacional», señaló Rodríguez Giavarini tras reunirse con legisladores del oficialismo y la oposición.
El canciller argentino sostuvo que esas acciones deben ser implementadas por el Comité Interamericano contra el Terrorismo, creado en 1998 en el marco de la Organización de Estados Americanos a instancias de Argentina pero que no está funcionando.
Además, Rodríguez Giavarini exhortó a utilizar «toda la fuerza que otorga la justicia de la causa» contra los culpables de los ataques.
«No debe permitirse que un grupo de criminales prevalezca sobre los mejores valores de la comunidad internacional», dijo el canciller, quien no descartó que su país respalde con tropas una eventual acción militar, si Washington las solicita y si el Congreso legislativo argentino lo aprueba.
Argentina vuelve a tener un papel relevante en un conflicto internacional a causa de su alineamiento con la política de Estados Unidos, como ocurrió en la guerra del Golfo (1991). Pero esta vez ni siquiera existe un enemigo definido.
En 1990 y 1991, el entonces presidente Carlos Menem (1989-1999) ordenó el envío de tropas al Golfo para dar apoyo logístico desde dos embarcaciones a la coalición antiiraquí liderada por Estados Unidos. Se transformó así en el único país latinoamericano en participar en ese conflicto.
Numerosos analistas atribuyeron a la participación argentina en la guerra del Golfo, en parte, los atentados cometidos en 1992 contra la embajada de Israel y en 1994 contra una organización judía en Buenos Aires.
El atentado contra la embajada dejó un saldo de 29 muertos y el cometido contra la Asociación Mutual Israelita Argentina causó la muerte de 86 personas.
Policías argentinos dieron apoyo logístico a quienes cometieron el atentado de 1994, que fue dirigido por organizaciones de Irán o de Siria, según las investigaciones.
El juicio oral a los sospechosos argentinos comenzará el 24 de este mes. Los familiares de las víctimas creen que el proceso concluirá sólo con la condena de los argentinos que dieron apoyo a los principales responsables.
El martes, a raíz de los atentados en Estados Unidos, los edificios de la colectividad judía en Argentina, la más grande de la región, fueron rápidamente evacuados. (FIN/IPS/mv/mj/ip/01