ECONOMIA-ARGENTINA: Un plan alternativo para renacer

Académicos de la principal universidad estatal de Argentina elaboraron propuestas alternativas al modelo económico del gobierno, por primera vez en la historia del país.

«De a poco, a medida que terminen de caer en el descrédito las recetas tradicionales, vamos a conseguir influir en los distintos estamentos sociales», dijo a IPS Arturo O'Connell, participante en el debate de ocho meses organizado por la Facultad de Ciencias Económicas de la estatal Universidad de Buenos Aires.

Los académicos no propusieron ideas en extremo opuestas a las que rigen hoy, pero cuestionaron principios postulados en Argentina como verdad y que, en los hechos, demostraron poca eficacia, como el tipo de cambio fijo, la reducción del gasto público y el repliegue del Estado de la actividad económica.

Nunca antes una universidad pública había formulado lineamientos para un programa económico, a pesar de que de sus filas surge la mayoría de los técnicos en la materia que se incorporan al gobierno y a fundaciones privadas de investigación económica.

Los lineamientos, reunidos bajo la denominación de Plan Fénix, no constituyen «una propuesta apolítica pero sí apartidaria», un proyecto alternativo que se procura presentar al gobierno, a los sindicatos, a las empresas y al público, según el decano de la Facultad de Ciencias Económicas, Carlos Degrossi.

Entre otros economistas, participaron en la redacción del Plan Fénix Aldo Ferrer, Hugo Nochteff, Marcelo Lascano, Jorge Schvarzer, Marta Bekerman y el Julio Olivera, presidente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas. Todos coincidieron en que el modelo aplicado desde hace 25 años ha «fracasado».

«Queremos contribuir con propuestas posibles y orientativas a un debate con rigor académico contra el pensamiento único y dogmático que rige desde 1976 con ejecutores que aún son funcionarios», cuestionaron los economistas.

Pero los cambios requieren de un consenso político que «hoy está ausente», admitieron.

El Plan Fénix surge en momentos en que la recesión (caída de la producción) iniciada hace mas de tres años está convirtiéndose en una depresión (destrucción de capacidad productiva).

El gobierno de Fernando de la Rúa procura, con restricciones en el acceso al crédito, llevar adelante una política de austeridad fiscal que, además de ser resistida por la población, aumenta el riesgo de depresión.

El desempleo asciende a 15,4 por ciento, según datos oficiales. Más de 40 por ciento de los habitantes del país son pobres, y los indigentes —quienes no ingieren las calorías mínimas requeridas por día— pasaron de 9,9 a 14 por ciento de la población entre mayo de 2000 y mayo de 2001.

Ante este panorama, los académicos recordaron que la economía debería tener como objetivo la subsistencia de la población. Más concretamente, expusieron la necesidad de implementar un modelo de desarrollo con mayor equidad, inclusión social y una mejor distribución del ingreso.

«Como miembros de la universidad pública tenemos el deber moral de mostrar alternativas económicas a una sociedad que está muy desesperanzada y que es la que en definitiva financia nuestra labor con sus impuestos», explicó Degrossi poco después de finalizado el seminario de presentación del Plan Fénix.

Las propuestas presentadas por los economistas este mes en la sede de la Facultad de Ciencias Económicas ponen en cuestión algunos postulados económicos cristalizando como certezas en los últimos 10 años.

Los académicos coincidieron en la necesidad de negociar la reducción de la deuda externa pública, que llega a unos 130.000 millones de dólares, y la refinanciación de parte del resto.

También cuestionaron el funcionamiento del sistema de previsión social, privatizado en los años 90, sugirieron flexibilizar el tipo de cambio, fijo desde 1991, y propusieron políticas activas para la producción.

Además, los economistas coincidieron en que el sector público no está sobredimensionado y que la reducción del déficit fiscal sólo puede concretarse una vez que la economía esté en actividad, y no al revés, como propone el gobierno.

En cuanto a las privatizaciones, señalaron que la subasta de empresas estatales se efectuó en condiciones tales que actualmente las firmas que prestan servicios públicos tienen derechos injustificados, como el de aumentar las tarifas de acuerdo con la inflación de Estados Unidos.

Así mismo, los académicos señalaron que el sistema previsional actual es «una bomba de tiempo», no solo porque la mayoría de los trabajadores del sector informal no realizan aportes, sino porque las las empresas privadas administradoras de fondos de pensión invierten casi todo lo recaudado en títulos públicos.

Las administradoras de fondos de pensión corren así el riesgo de perder buena parte de las ganancias que deberían volcarse a las jubilaciones de los aportantes en el futuro, dada la crisis de financiamiento del país, con una amenaza latente de cese de pagos.

El Plan Fénix es muy diferente de las propuestas habituales de centros privados de investigación financiados por empresas nacionales y multinacionales, como la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas, la Fundación Mediterránea o el Centro de Estudios Macroeconómicos.

Tres de los últimos cuatro ministros de Economía pertenecían a esas fundaciones. El único que llegó a la cartera con una visión menos atada a la austeridad fiscal y al equilibrio macroeconómico, José Luis Machinea, terminó aceptando, aunque sin convicción, las mismas exigencias del sector financiero.

En los últimos años, los ministros que se sucedieron en la conducción de la economía sostuvieron el mismo credo, aún a pesar de diferencias de partido.

El caso paradigmático es el de Domingo Cavallo, que fue ministro de Economía de Carlos Menem (1989-1999), del Partido Justicialista hoy en la oposición, y que ahora es ministro con De la Rúa.

«Existe un grupo de practicantes de nuestra profesión (…) cuya actitud es de aceptación absoluta de la actual realidad», explicó el economista O'Connell, quien se quejó de la falta de debate. «Según ellos, todos los que no opinamos igual somos ignorantes o irresponsables», objetó.

En este sentido, celebró que la facultad haya convocado a profesionales que también son economistas y que creen que puede hacerse algo distinto para salir de la recesión y la crisis que se expande desde fines de 1999 como una mancha de aceite en el agua. (FIN/IPS/mv/mj/if/01

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