La creciente brecha entre los ricos y pobres dificulta el desarrollo de Rusia, que logró un crecimiento económico récord de ocho por ciento en 2000, advirtieron analistas.
Lo que Rusia necesita «son ventas fuertes, que estimulen salarios dignos», opinó Mijail Delyagin, director del Instituto de Globalización, un gabinete de estrategia con sede en Moscú.
Los ingresos del 10 por ciento más rico de la población rusa son 14,1 veces superiores a los del 10 por ciento más pobre, estimó la Comisión Estatal de Estadística.
Sin embargo, la Organización Internacional del Trabajo calculó que esa relación es de 23-25 a uno.
El salario mínimo asciende a 200 rublos (6,8 dólares) por mes. Unos 50 millones de rusos, o 33 por ciento de la población, viven por debajo del nivel de subsistencia de 44 dólares al mes, según la Comisión Estatal de Estadística.
La mayoría de esas personas son los llamados «nuevos pobres», que tienen trabajo pero no ganan lo suficiente para satisfacer sus necesidades básicas. Entre ellos figuran la mayoría de los 800.000 funcionarios públicos del país.
Numerosos médicos, profesores universitarios y científicos también viven en la pobreza, con menos de 50 dólares al mes, y para subsistir hacen tareas adicionales como vender cigarrillos en la calle.
Algunos investigadores altamente calificados de los centros espaciales, alguna vez de elite, trabajan ahora como guardias de seguridad.
Mientras, miles de indigentes vagan por las calles de Moscú o piden limosna en las estaciones de tren.
Para aliviar esta situación, el parlamento discute un proyecto destinado a aumentar en 60 por ciento el salario mínimo para el año próximo.
Pero el ministro de Trabajo, Alexander Pochinok, advirtió que el aumento costaría al gobierno entre 2 y 2,5 billones de rubros (o entre 68.000 y 85.000 millones de dólares), una suma que excede el presupuesto público anual, y por tanto no se puede incrementar el salario mínimo antes de 2005.
Paradojalmente, el año pasado Rusia tuvo un crecimiento económico sin precedentes de ocho por ciento.
Además de los bajos salarios, está el problema del desempleo. El gobierno sostiene que hay 1,5 millones de desempleados, pero algunos analistas estiman que hay hasta ocho millones.
Esta diferencia se explica por la gran cantidad de trabajadores informales.
El mercado nacional de trabajo está sometido a la presión de los inmigrantes de Moldavia, Kazajistán, Kirgizstán, Uzbekistán y Tajikistán, muchos de ellos de origen ruso.
Según cifras oficiales, hay ocho millones de esos inmigrantes, pero sólo 800.000 obtuvieron el estatuto de «inmigrantes forzados», que los habilita a registrarse.
El resto, sin la ciudadanía rusa ni otros documentos, prácticamente carecen de derechos y no tienen forma de quejarse ante las autoridades.
Muchos inmigrantes son tratados casi como esclavos, dado que aceptan trabajar por el equivalente a dos centavos la hora. Numerosos empresarios prefieren esta mano de obra barata, legal o ilegal, a los trabajadores rusos.
«Rusia precisa una política que desarrolle sus recursos humanos para eliminar la pobreza», urgió Delyagin. (FIN/IPS/tra-en/sb/mn/mlm/dv/01