DERECHOS HUMANOS: Durban contra el estigma del sida

El parque Gugu Dlamini frente a la sede de la Conferencia Mundial contra el Racismo, que se celebra en el oriental puerto sudafricano de Durban, recuerda a una joven asesinada en 1998 por haber revelado que tenía sida (síndrome de inmonodeficiencia adquirida).

Dlamini, una activista contra la enfermedad, hizo público su estado el 1 de diciembre de 1998, día mundial de lucha contra el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida). Quince días después fue apaleada hasta morir por una turba enardecida, en un vecindario de Durban.

El parque es símbolo de un país que lucha contra los profundos estigmas vinculados al sida y al VIH (virus de inmunodeficiencia humana), causante del mal.

«Hay muchos y muchas como Gugu, castigados todos los días por decir quiénes son y cuál es su estado de salud», dijo Mercy Makgalemele ante un panel sobre el vínculo entre sida, racismo y discriminación en la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, que finaliza este viernes.

Makgalemele, enferma de sida y mentora de Dlamini, relató que por dar a conocer su enfermedad fue golpeada por su esposo, despedida de su empleo y aislada de su comunidad.

La mujer de 31 años lleva 12 batallando contra el avance del virus en su cuerpo y contra una sociedad que la discrimina, si bien 10 por ciento de los 40 millones de habitantes de Sudáfrica son portadores de VIH.

«En el ámbito de la comunidad enfrentamos desafíos que no están aquí», dijo Makgalemele señalando el salón lleno de activistas internacionales contra el sida. «Ninguna mujer será independiente a menos que sea potenciada económicamente», sostuvo al pedir a las empresas que contraten a portadores de VIH.

«¿Qué hace usted aquí, en una conferencia sobre racismo?», preguntó un periodista al director ejecutivo del Fondo de Naciones Unidas contra el VIH/Sida (Onusida), Peter Piot.

«La pregunta ilustra la incomprensión sobre cuáles son los motores de la epidemia: la discriminación, la pobreza, el rechazo y el estigma. Debemos trabajar más para difundir este mensaje», contestó Piot visiblemente sorprendido.

«Nada muestra mejor la fuerza destructiva de la intolerancia y la discriminación que el sida», agregó.

Incluso las primeras manifestaciones del sida estuvieron vinculadas a la raza, como el mito del origen del VIH en los «monos verdes» de Africa, dijo Peter Eggleton, profesor e investigador del Instituto de Educación de la Universidad de Londres y autor del documento básico del debate.

«Los estigmas no aparecen de la nada. Se construyen y refuerzan por temores y prejuicios preexistentes sobre pobreza, sobre género, sobre sexo y sexualidad y sobre raza», advierte el documento.

«El sida genera imágenes e ideas de estereotipos racistas que explotan los sentimientos de culpabilidad de un mundo de por sí injusto y desigual», sostuvo Eggleton.

«El estigma del sida procede de una poderosa mezcla de vergüenza y temor. Nuestra meta debería ser reemplazar la vergüenza por solidaridad y el temor por esperanza», aseguró Piot.

Cuarenta millones de personas en todo el mundo se infectaron de sida en los años 90, de las cuales fallecieron 15 millones. La discriminación y la intolerancia que acompañan a la epidemia se agravarán a menos que se adopten estrategias firmes, afirmó.

La más importante es el liderazgo ejercido por las autoridades políticas y éticas de una sociedad. «Esto no cuesta un centavo pero vale todo el dinero que se gasta en el sida. Hace cinco años había un silencio mortal sobre la enfermedad y eso ha cambiado, en especial en este continente», sostuvo Piot.

La lucha contra el sida debe ser dirigida por la gente que padece el mal, se deben crear leyes que protejan a la población infectada de la discriminación, implementar campañas educativas y documentar todos los casos de violación de derechos, exhortó.

El director de Onusida utilizó el ejemplo de Brasil, donde los avances gubernamentales en el tratamiento de la enfermedad fueron impulsados por un movimiento encabezado por portadores de VIH.

Con una estrategia cuidadosa es posible terminar con la percepción generalizada de que la pandemia de sida sólo aflige a «otros», afirmó.

Por su parte Mary Robinson, Alta Comisionada de las Naciones Unidas por los Derechos Humanos, se mostró esperanzada en que la declaración final y el plan de acción de la conferencia garanticen en forma explícita el goce de los derechos humanos de todas las personas con sida. (FIN/IPS/tra-en/fk/mn/dc/aq/hd he/01

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