Distintas voces en Argentina y Brasil admitieron por primera vez esta semana la posibilidad de dejar sin efecto la unión aduanera del Mercosur, debido a las grandes disparidades entre uno y otro país.
El precio en Argentina de una hamburguesa Big Mac, de la cadena de comida rápida estadounidense McDonald's, es de 2,50 dólares, y en Brasil, 1,33 dólares. Los supermercados brasileños cobran entre un tercio y la mitad de lo que pagan los consumidores argentinos por los mismos productos.
Pero hay quienes creen que la asimetría cambiaria entre los dos países más grandes del Mercosur (Mercado Común del Sur) no se solucionarán eliminando el arancel externo común, que determina la relación del bloque con el resto del mundo, y aseguran que, por el contrario, su eliminación traería nuevos problemas.
El Mercosur, integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, nació en 1991 como zona de libre comercio, y su unión aduanera se inauguró en 1995, cuando entraron en vigencia aranceles comunes para la importación de productos externos al área, cuyo promedio actual es de 13,5 por ciento.
Argentina vende hoy productos a Brasil bajo la protección del arancel externo común. Si ese acuerdo aduanero desapareciera, Brasil, el socio principal del Mercosur, podría optar por otros proveedores, incluso a precios subsidiados.
El ministro de Economía de Argentina, Domingo Cavallo, recibió críticas incluso dentro del gobierno cuando propuso hace pocos meses considerar la eliminación del arancel externo común del Mercosur.
Pero esta semana fue el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio de Brasil, Sergio Amaral, quien admitió la posibilidad de «considerar la suspensión temporal del arancel externo común hasta que se encuentre un reajuste».
Veinticuatro horas después, la empresarial Unión Industrial Argentina (UIA) fue aún más lejos.
«Creemos necesario que se pacte una suspensión del Mercosur que le permita a Argentina recuperar los instrumentos de comercio exterior durante esa transición», dijo la UIA. O sea, prescindir también del libre comercio, aunque «suspender no es renunciar al bloque», puntualizó la organización.
La Cámara de Exportadores de Argentina avaló la propuesta de interrumpir la unión aduanera, pues consideró que, de hecho, el arancel externo común no funciona como norma, pues tiene demasiadas excepciones y está sometido a cambios constantes.
La UIA sostuvo que los dos socios mayores del Mercosur deben cumplir con su compromiso de coordinar las políticas macroeconómicas, pero señalaron que esas negociaciones requieren un tiempo que «vas más allá de lo tolerable para el aparato productivo argentino y su empleo».
La organización empresarial propuso suspender la vigencia del arancel externo común y restaurar para Argentina la posibilidad de proteger la producción nacional ante las importaciones, mediante instrumentos permitidos por la Organización Mundial de Comercio.
El presidente de la UIA, Ignacio de Mendiguren, atribuyó la propuesta a la presión «desesperada» de los sectores alimenticio, textil, siderúrgico, metalmecánico, de calzado, de indumentaria y de madera, entre otros, preocupados por la importación desde Brasil de productos de menor precio que los nacionales.
La moneda brasileña, el real, costaba aproximadamente lo mismo que el peso argentino hace menos de tres años (el equivalente a un dólar). Pero Brasil comenzó en enero de 1999 a depreciar su moneda, mientras Argentina se mantuvo aferrada al tipo de cambio fijo, lo que abrió una enorme brecha entre ambos.
Hoy, mientras un peso argentino se sigue cambiando por un dólar, en Brasil se compran con la misma cantidad 2,71 reales. Esta disparidad de precios dificulta las exportaciones de Argentina a Brasil, principal destino de sus ventas, y también origina un aumento de la importación de productos brasileños.
Sin embargo, diversos economistas descreen de una marcha atrás de un proyecto estratégico de integración como el Mercosur, que permitió en su apogeo a comienzos de la década del 90 incrementar el comercio dentro y fuera del bloque y atraer inversiones.
Vincular el debate del arancel externo común a la evolución de las monedas no tiene sentido, pues ese arancel no influye en el intercambio comercial dentro del bloque, que es el afectado por la depreciación del real, dijo a IPS Roberto Frenkel, economista de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
Por otra parte, Frenkel opinó que abandonar el arancel externo común sería una «pésima señal» en cuanto a la credibilidad del Mercosur en las negociaciones en curso con otros bloques, como la Unión Europea.
«El arancel (externo) no debe manejarse con criterios de corto plazo. Si el gobierno de Argentina tiene reparos con la estructura del arancel externo común existente, debe formular una propuesta de modificación y negociación con sus socios, pero el problema es que no está determinada cuál es su preferencia», dijo.
Frenkel consideró que las asimetrías cambiarias entre Argentina y Brasil son «un tema más urgente» que el arancel externo común, pero eludió dar una respuesta sobre cómo deberían compensarse esas diferencias sin caer en una depreciación del peso, que Argentina quiere evitar a toda costa.
La crisis que se detonó esta semana se viene cocinando a fuego lento. El real se depreció por primera vez en enero de 1999 y ya entonces Argentina advirtió que muchas empresas instaladas en su territorio preferían radicarse en Brasil, para reducir sus costos gracias a la diferencia cambiaria.
Por su parte, Argentina atraviesa una recesión que ya dura 38 meses, lo que agrava el problema. «Sin mercado interno y sin competitividad de precios para exportar a Brasil, nuestras empresas tienen que bajar las persianas», aseguró De Mendiguren.
Se prevé que todos estos problemas integrarán el orden del día del Consejo, la instancia ministerial del Mercosur, que se reunirá a comienzos de octubre en Sao Paulo.
Cavallo ya manifestó su «alegría» por la aceptación de Brasil de una discusión sobre la suspensión temporal del proyecto de unión aduanera, pero los industriales argentinos aclararon que su iniciativa no coincide con la idea del ministro.
La UIA considera que Cavallo pretende disolver los acuerdos del Mercosur y negociar con Estados Unidos un acuerdo de libre comercio, pero sostiene que sólo se requiere una «suspensión temporal» que permita poner a resguardo el bloque como proyecto de largo plazo.
«Sería como ponerlo en el freezer antes de que se eche a perder del todo», explicó De Mendiguren. (FIN/IPS/mv/mj/if/01