El ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC), que hoy superó uno de los últimos obstáculos, repercutirá en el comercio internacional y en el equilibrio político de la institución.
El grupo de trabajo integrado por los 142 miembros de la OMC, que discutió el ingreso en los últimos 15 años, aprobó el texto del acuerdo que obliga a China a liberalizar su régimen comercial y aceptar las inversiones extranjeras.
La vigencia del acuerdo depende aún de su aprobación por la conferencia de ministros de la OMC, que debería reunirse en Doha, Qatar, del 9 al 13 de noviembre, y posteriormente por el Congreso Nacional del Pueblo (parlamento) de China.
Las autoridades de la OMC y algunas fuentes comerciales atribuyeron un significado trascendental a la decisión. Se trata de un momento de definición en la historia de la OMC y en el sistema comercial, según Mike Moore, director de la organización.
El ingreso de un país que concentra una cuarta parte de la población mundial «otorga a la OMC un carácter más universal», insistió Moore.
A su vez, el viceministro de Comercio chino Long Yongtu pronosticó que los beneficios del ingreso de China se extenderán a todo el mundo.
El gran potencial del mercado de China se trasladará de forma gradual al poder de compra real y proporcionará un enorme mercado abierto a todos los países y regiones, sostuvo Long.
Tener a China en la OMC sujeta a las mismas reglas que obligan a los demás actores del comercio tendrá un efecto muy positivo en la economía mundial, coincidió Federico Cuello, negociador de la República Dominicana.
La entrada de China debe analizarse a la luz de la difícil situación que atraviesa la economía global, con una disminución dramática del crecimiento en Estados Unidos e inclusive en Europa y con franca recesión de la actividad en Japón, resumió el diplomático dominicano.
La Secretaría de la OMC confía también en que el nuevo socio revitalice una organización debilitada por las discrepancias entre sus miembros sobre los verdaderos beneficios que depara el proceso de liberalización del comercio.
Moore mostró su agrado ante la posibilidad de que el ingreso de China permita a la OMC desempeñar «su papel de apuntalar la cooperación económica mundial».
En contraste, desde la perspectiva de los países en desarrollo, la irrupción del país asiático puede convertirse en una fuerza importante para alcanzar resultados más equitativos en el futuro, estimó Carlos Pérez del Castillo, representante de Uruguay.
La presencia china permitirá corregir las asimetrías existentes en los acuerdos de la OMC y perseguir objetivos postergados desde hace mucho tiempo en sectores fundamentales para los países pobres, como la agricultura y el textil, dijo Pérez del Castillo.
Pero resulta todavía incierto el papel que asumirá China en una organización caracterizada por desacuerdos a veces profundos entre los bloques de países industriales y en desarrollo.
China advirtió que su adhesión a la institución que regula la liberalización del comercio y de las economías en el mundo es coherente con las reformas emprendidas en el país y con el objetivo de establecer un sistema socialista de economía de mercado.
El negociador uruguayo desechó la posibilidad de que China se convierta en líder de los países en desarrollo. No lo ha hecho en el marco de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y «no veo por qué» pretendería hacerlo en la OMC, observó.
Aunque, sin duda, la presencia, el peso político y el mercado de China tendrán un impacto en el balance final de objetivos, aclaró Pérez del Castillo, que celebró la incorporación. (FIN/IPS/pc/mj/if/01