La balanza comercial de Brasil finalmente responde a la gran depreciación del real desde 1999, pues el gobierno prevé para 2002 un superávit de 5.000 millones de dólares.
La mayoría de los analistas consideran difícil que se cumpla esta previsión, anunciada por el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, Sergio Amaral, pues el estancamiento de la economía mundial dificultará el aumento de las exportaciones.
El superávit previsto para 2002 por Roberto Iglesias, economista de la privada Fundación Centro de Estudios de Comercio Exterior (FUNCEX), es de unos 3.000 millones, un monto de todas formas «muy alentador», dijo el experto a IPS.
Brasil acumuló desde enero hasta la semana pasada un saldo favorable de 1.253 millones de dólares, pero Iglesias calculó que se reducirá a unos 600 millones de dólares al finalizar este año, porque usualmente las importaciones aumentan en el último trimestre.
Esta cifra no contempla la devolución de 13 aviones arrendados por la compañía aérea Varig, registrada como exportación. El superávit llegaría a 2.000 millones de dólares con esta operación, atribuida por la empresa a la crisis del sector, que se agravó tras los ataques terroristas en Estados Unidos el día 11.
Los resultados sorprendentes de este mes indican un vuelco en el desempeño comercial de Brasil, que fue negativo en los últimos años pese a la fuerte depreciación del real desde enero de 1999. El superávit alcanzado en las tres primeras semanas de septiembre es de 594 millones de dólares.
Pero ese saldo positivo se debió principalmente a la caída de las importaciones, como consecuencia de la desaceleración económica nacional, y a ventas excepcionales de aviones de la Empresa Brasileña de Aeronáutica, que desde el año pasado se destaca como la mayor fuente de exportaciones del país.
La depreciación de la moneda brasileña contribuyó a contener las importaciones, a la vez que estimuló la exportación de productos agrícolas, observó Iglesias. Se prevé que esa tendencia se mantenga el próximo año, añadió.
No habrá una mejora más sustancial del superávit porque las exportaciones industriales sufren el efecto de la baja demanda internacional, «que es anterior a los atentados y se agravó» con éstos, según el economista de FUNCEX, una institución radicada en Río de Janeiro que es mantenida por grandes firmas exportadoras.
La moneda brasileña, que ya había perdido 25 por ciento de su valor respecto del dólar entre enero y agosto de este año, se derrumbó más aun después de los actos terroristas del 11 de este mes, lo que obligó al Banco Central a intervenir varias veces en el mercado de divisas para contener la tendencia.
El gobierno decidió, a la vez, adoptar nuevas medidas de estímulo a las exportaciones, con el fin de reducir la dependencia brasileña de los capitales externos, que amplía en este país los efectos de las turbulencias económicas internacionales.
El problema es ahora afrontado como una situación de emergencia. Por eso se creará una Cámara de Gestión del Comercio Exterior, de carácter interministerial, con poderes para imponer medidas que aseguren un aumento del superávit comercial.
Ampliar los créditos, reducir los costos tributarios y la burocracia, agregar valor a los productos y promover las exportaciones serán algunos de los objetivos de la Cámara.
Eliminar obstáculos que encarecen la actividad exportadora es una tarea indispensable, según la Asociación Brasileña de Comercio Exterior (AEB), que nuclea a empresas concentradas en las ventas al exterior.
Un estudio de la AEB presentado al gobierno da cuenta de más de 100 tributos, contribuciones y exigencias de los gobiernos central, estaduales y municipales que dificultan las exportaciones.
Muchos de esos costos son fijos, lo que hace más elevada la carga para las pequeñas empresas. En las ventas de bajo valor, los tributos nacionales sumados al costo del transporte pueden alcanzar 40 por ciento del valor exportado, según Mauro Laviola, consejero de la AEB.
Una gran empresa puede reducir ese costo a 16 por ciento, favorecida por la escala de sus operaciones, pero esa es una proporción que también afecta gravemente la competitividad de los productos brasileños.
Los altos costos financieros en Brasil también representan otro obstáculo. El gobierno ha ampliado la oferta de crédito en mejores condiciones, pero los exportadores deberán enfrentarse con dificultades de financiación en los próximos meses, debido a la incertidumbre, agravada por el terrorismo, observó Iglesias.
De todas formas, los grandes excedentes agrícolas del país y la depreciación del real aseguran una balanza comercial favorable, sostuvo.
Un buen superávit es considerado por los economistas como un factor importante para mejorar las expectativas de los inversionistas en relación con Brasil, factor decisivo para la reanudación del crecimiento económico. (FIN/IPS/mo/mj/if/01