Vastas instalaciones subterráneas bajo la capital china, construidas desde 1969 como refugio contra ataques nucleares, son recicladas para albergar a los visitantes que asistan a los Juegos Olímpicos de 2008.
Centros comerciales y deportivos y confortables alojamientos y proliferan en la Beijing subterránea, creada durante el gobierno de Mao Zedong por temor a un eventual conflicto nuclear contra Estados Unidos o la Unión Soviética.
«Todo comenzó en 1969, tras un incidente en la isla de Zhenbao que puso a Beijing y Moscú al borde de la guerra», señaló Luo Ping, jefe de división del departamento de administración de refugios subeterráneos del gobierno municipal de la capital.
«Mao lanzó la consigna: 'Caven profundos túneles, almacenen granos por todas partes, y nunca busquen la hegemonía', y las masas fueron movilizadas. En aquellos tiempos, en cualquier lugar de Beijing se podía ver a personas cavando», señaló.
A fines de los años 60, Beijing acusaba a Moscú de buscar la hegemonía entre los países comunistas.
Refugios, túneles e instalaciones para albergar comercios y depósitos de granos se construyeron bajo la ajetreada zona comercial con eje en la calle Dazhalan, en la parte meridional de la ciudad, y bajo los grandes parques Ditan y Yuetan, ubicados en las regiones septentrional y occidental, respectivamente.
Los túneles, construidos con ladrillos y cemento, tienen dimensiones que permiten caminar por ellos con comodidad a personas de elevada estatura, de a tres en fondo.
El plan de Mao era construir refugios con capacidad para albergar a 40 por ciento de los habitantes de la capital, y se previó que los demás serían evacuados a refugios en las montañas cercanas a la ciudad si se producía un ataque nuclear.
Redes similares de refugios se construyeron en las demás grandes ciudades del país.
El gobernante Partido Comunista se aseguró de disponer de una red propia de refugios, construida y administrada por el Ejército, indicó Li Zhisui, quien fue médico personal de Mao, en su libro de memorias, titulado «La vida privada del presidente Mao».
«El cuerpo de ingenieros del Ejército construyó en secreto el enorme complejo subterráneo 19 de Mayo, llamado así por la fecha de 1969 en la cual se tomó la decisión de crearlo», escribió Li.
Ese complejo, inaccesible desde la red pública de refugios, fue dotado de una autopista subterránea por la cual podían circular a la par cuatro camiones, un centro de comando militar, oficinas, infraestructura para comunicaciones telefónicas y telegráficas, alojamientos y un hospital bien equipado», aseguró.
En cambio, las instalaciones para albergar a civiles eran rudimentarias, y se diseñaron con el criterio de que cada persona dispusiera sólo de medio metro cuadrado de espacio, cuando fueran empleadas al máximo de su capacidad.
Además, buena parte de la red subterránea pública se construyó con menos de cinco metros de terreno entre la superficie y los techos de los refugios, que por lo tanto no habrían brindado protección eficaz contra la radiación nuclear, señaló Luo.
«Muchas personas emplearon ladrillos de antiguas murallas imperiales para reforzar la estructura de los refugios», apuntó el subdirector de la oficina de adminstración de los refugios del distrito beijingués de Xicheng, Chen Qingchao.
La calidad de muchos de los refugios públicos resultó tan mala que la mayor parte de ellos dejaron de ser utilizables pocos años después de ser construidos, añadió.
Sin embargo, en aquellos tiempos los administradores de la red subterránea llegaron a alardear de que era posible alojar en ella a todos los habitantes de la capital, en sólo tres minutos.
Los habitantes de Beijing pronto comenzaron a emplear las instalaciones para fines distintos de los originales.
Filmaciones de fines de los años 70, dadas a conocer este año por televisión, muestran que los poco iluminados túneles y refugios eran usados en esa época para cultivar hongos y criar pollos.
El semanario Beijing Youth Weekly indicó en un informe que 3.710 hoteles, 13.367 comercios, 2.657 centros para la práctica de deportes y otras actividades recreativas, más de 1.500 talleres y 1.270 restaurantes funcionan en la actualidad en las redes subterráneas de las ciudades chinas.
Sólo en la capital, las industrias instaladas bajo tierra emplean a más de 20.000 personas, producen cada año bienes por valor de unos 112 millones de dólares, y «su pago anual de impuestos supera la inversión que realizó el Estado para construir la red de refugios», afirmó ese periódico.
Sin embargo, no se conocen datos oficiales sobre el total de aquella inversión, y las autoridades municipales se niegan a proporcionarlos.
Los funcionarios consultados prefirieron destacar con entusiasmo que la red subterránea ha sido útil para resolver el problema de la escasez de hoteles en la superficie.
El flamante Hostal Juvenil bajo Wanfujing, la mayor avenida comercial de la ciudad, ofrece habitaciones por 14 dólares diarios.
Luo sostuvo que el alojamiento bajo tierra, tras enormes puertas de acero, no molesta a los huéspedes. «Muchos de ellos están felices de disponer de una habitación tan barata en el centro de la ciudad», aseguró. (FIN/IPS/tra-eng/ab/js/mp/cr dv/01