Por primera vez desde el restablecimiento de la democracia en 1990, la tradicional parada militar del 19 de septiembre no tuvo hoy en Chile el conflictivo signo del ex dictador Augusto Pinochet, sino señales de acercamiento en el área de la Defensa con Argentina y Perú.
El presidente Ricardo Lagos y el comandante en jefe del ejército, general Ricardo Izurieta, presidieron el desfile en el Parque O'Higgins de Santiago, que tuvo como invitados de honor a los jefes de las instituciones castrenses de Argentina y de Perú.
La delegación argentina estuvo integrada por el general Ricardo Guillermo Brinzoni, jefe del estado mayor del ejército, el almirante Joaquín Edgardo Stella, jefe del estado mayor de la armada, y el brigadier general Walter Domingo Barbero, jefe del estado mayor de la fuerza aérea.
En tanto, las Fuerzas Armadas peruanas fueron representadas por los comandantes general Víctor Bustamente Reategui, del ejército, el almirante Alfredo Palacios Dongo, de la marina de guerra, y el general Jorge del Carpio Rivera, de la aviación.
En la parada, calificada de austera por el número de efectivos y el escaso despliegue de armamentos sofisticados, desfilaron también delegaciones de cadetes de la Escuela Militar de Perú y del regimiento de infantería «Patricios», de Argentina.
El «Día de las Glorias del Ejército», como se denomina oficialmente a esta fecha, fue instituido en el siglo XIX como complemento de la fiesta de la Independencia, el 18 de septiembre.
El ex dictador Pinochet (1973-1990), figura clave de la política chilena en las tres últimas décadas, fue el gran ausente de esta celebración, de la que fue figura central hasta el año pasado, incluso sin estar presente físicamente.
El llamado «factor Pinochet» se había unido de una u otra forma a la exaltación política del militarismo que hacían en este día los partidarios del ex dictador.
Pinochet, de 85 años en la actualidad, entregó el gobierno a Patricio Aylwin el 11 de marzo de 1990, pero se mantuvo como comandante en jefe del ejército hasta el 10 de marzo de 1998, cuando asumió el cargo Izurieta, para jurar al día siguiente como senador vitalicio.
En los ocho años de convivencia de los presidentes Aylwin y Eduardo Frei Ruiz Tagle (1994-2000) con el ex dictador, el 19 de septiembre tuvo ribetes conflictivos, entrelazados con los juicios a militares por violaciones de derechos humanos durante la dictadura.
El propio 19 de septiembre de 1990, Aylwin fue objeto de un desaire del entonces general Carlos Parera, jefe de la guarnición militar de Santiago, quien ordenó el inicio del desfile sin solicitar el permiso presidencial, como ordena el protocolo.
Elementos de los partidos derechistas, militares retirados y familiares de efectivos de las Fuerzas Armadas utilizaron sistemáticamente la parada militar del 19 de septiembre para hacer manifestaciones a favor de Pinochet y abuchear a los mandatarios civiles.
El retiro de Pinochet del ejército posibilitó el acceso a la comandancia de Izurieta, un oficial moderado que inició una difícil labor de despolitización del arma, forzando el paso a retiro de oficiales involucrados en crímenes represivos.
La detención del ex dictador el 16 de octubre de 1998 en Londres hizo que recrudecieran los ataques de los militares «duros» contra la supuesta debilidad del entonces presidente Frei y también del propio Izurieta, como quedó de manifiesto en la tensa parada militar del 19 de septiembre de 1999.
En esa oportunidad, el ejército hizo desfilar una columna de carros de asalto, encabezado por un blindado que llevaba el nombre de Pinochet, mientras la infantería marchó a los sones del himno «Los viejos estandartes», el favorito del ex dictador.
Pinochet regresó a Chile el 3 de marzo de 2000, tras 503 días de arresto domiciliario en la capital británica, y el 8 de agosto fue despojado de su inmunidad como senador vitalicio por la Corte Suprema de Justicia, a solicitud del juez Juan Guzmán.
El magistrado acusó formalmente el 29 de enero de este año al ex dictador como coautor de 57 homicidios y 18 secuestros de prisioneros políticos, cometidos en octubre de 1973 en varias ciudades de Chile por una misión del ejército conocida como la «caravana de la muerte».
Los tribunales cambiaron la tipificación de los cargos de coautor a encubridor y el 9 de julio la Corte de Apelaciones de Santiago ordenó el cierre del proceso, con base en una supuesta «demencia vascular en grado moderado» del ex gobernante de facto.
La parada militar del 19 de septiembre de 2000, la primera del presidente Lagos, se celebró bajo una tensión menor que las anteriores, luego de que en junio el ejército reconociera las violaciones de derechos humanos cometidas durante la dictadura.
El reconocimiento se produjo en el marco de una mesa de diálogo cívico-militar sobre derechos humanos, que sesionó desde agosto de 1999 y en la cual el ejército participó junto a la armada, la fuerza aérea y la policía de carabineros.
La mesa de diálogo, entendida como una instancia hasta entonces inédita de acercamiento entre civiles y uniformados, quedará para la historia como uno de los principales gestos políticos de Izurieta, quien encabezó este miércoles su última parada militar al mando del ejército.
El periodo de cuatro años del actual comandante finalizará el 10 de marzo de 2002, por lo cual a fines de este año el presidente Lagos tendrá que designar al sucesor de Izurieta entre las cinco primeras jerarquías o antigüedades del arma.
El alejamiento del «factor Pinochet» coincide igualmente con las medidas de distensión iniciadas entre Chile y Perú hace pocas semanas, y que incluyen negociaciones para establecer un sistema de homologación de los gastos militares de estos dos países fronterizos.
Chile ya puso en marcha con Argentina hace tres años un plan similar, dentro de un esfuerzo por crear un clima de confianza en el área de Defensa, como preámbulo de acuerdos de desarme que pueden hacerse extensivos al resto de América Latina.
Así se planteó en agosto, durante la cumbre de los 19 países latinoamericanos del Grupo de Río, que se celebró en Santiago. (FIN/IPS/ggr/dm/ip/01