CANADA: Comedores de votos van a juicio

Tres manifestantes canadienses que se tragaron sus papeletas de votación en las elecciones federales de 2000 podrían ser condenados a cinco años de prisión y a multas individuales de 5.000 dólares.

Elecciones Canadá, la oficina gubernamental que supervisa el proceso electoral, presentó cargos basados en la Ley Electoral contra Marika Schwandt, Chad Blackburn y Michael Hudema, por destruir sus boletas de votación. La primera audiencia del juicio se celebrará el 26 de este mes.

Los activistas de la suroccidental ciudad de Edmonton, capital de la provincia de Alberta, pertenecen a la Sociedad de Votos Comestibles (EBS) organización que protesta contra el sistema político nacional promoviendo la destrucción o la ingestión de las boletas de votación.

Schwandt, estudiante de la Universidad de Alberta, preparó un licuado con su voto, banana y leche de soja en una licuadora durante la jornada electoral en una escuela de Edmonton, en protesta por lo que calificó de ilusión de la democracia.

Blackburn, un ingeniero electrónico, masticó su voto y lo escupió en un cesto de basura pues sabía a «papel procesado químicamente».

Hudema, por su parte, rehogó su boleta en una sartén. Entre 50 y 75 personas se plegaron a la campaña de destrucción de votos, según los activistas, en un país con casi 22 millones de habilitados para votar.

«El objetivo es hacer un espectáculo y empezar a dialogar sobre las razones para votar o para no hacerlo. Podemos agradecer a Elecciones Canadá por ponernos a consideración del público y que la gente empiece a hablar sobre las elecciones y la democracia», dijo Schwandt.

Según la activista la acusación es parte de un intento oficial de amedrentar a los activistas contra la globalización con vistas a la próxima cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) países más industrializados, que se realizará en junio de 2002 en la localidad de Kananaskis, Alberta.

La estudiante lidera otra organización no gubernamental (ONG) contraria a la globalización que ya está preparando las manifestaciones contra la cumbre.

Un portavoz de Elecciones Canadá confirmó las acusaciones pero no hizo comentarios. La legislación electoral prohíbe manipular las elecciones destruyendo boletas de votación ajenas. En este caso la ley es aplicada contra personas que destruyeron sus propias papeletas.

El gobierno ya había acusado a dos ciudadanos, Jonathan Oppenheim y Victoria Scott, por destruir sus votos en las elecciones federales de 1997 en Vancouver.

Oppenheim es dirigente de grupos estudiantiles que participaron en las protestas contra el foro de Cooperación Económica Asia y Pacífico, reunido en 1997 en Vancouver.

La EBS, cuyo lema es «no vote, eso sólo los anima», sostiene que el proceso electoral no considera las reales necesidades y deseos del pueblo. En su página en la red mundial de computadoras Internet, http://edibleballot.tao.ca/, las listas de temas llevan nombres de comidas como «fondue de votos».

La organización propugna la «democracia descentralizada» basada en decisiones por consenso como alternativa al sistema representativo al que califica como una oferta de «fuerza de elite».

«Quedar atrapados en la votación del político menos culpable no es sinónimo de democracia genuina. Nuestro proceso electoral es superficial, no tenemos ningún poder real para tomar decisiones, sólo la ilusión de una democracia», dice la página de Internet de la EBS.

La organización citó los resultados de las elecciones de noviembre de 2000, en las cuales el gobernante Partido Liberal obtuvo 40,8 por ciento de los votos válidos, mientras 61 por ciento de los habilitados concurrieron a las urnas.

«Los liberales recibieron 100 por ciento del poder», pero sólo «31 por ciento de los votantes registrados los eligieron, 33 por ciento no votaron (no eran perezosos, estaban alienados), cinco por ciento destruyeron o anularon su voto. Por tanto quienes rechazan nuestro sistema electoral ganaron por siete por ciento», afirma la organización.

La EBS coloca avisos en la prensa y en Internet ofreciendo dinero a cambio de boletas de votación. «Los políticos venden su voto a las empresas que los financian todo el tiempo. ¿Por qué no deberíamos obtener beneficios nosotros? Llevemos la eficiencia del mercado al proceso electoral», afirma.

El día de las elecciones, la Unidad Móvil de Respuesta Rápida de la organización recorrió los centros de votación de Edmonton ofreciendo un «escuadrón de limpieza» para higienizar con cepillos y desinfectantes a los votantes que se sentían sucios por tocar las papeletas. (FIN/IPS/tra-en/mb/aa/dc/aq/ip/01

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