/BOLETIN-DD HH/ CUBA: Cuando los prejuicios se quedan

Un antepasado negro puede esconderse en Cuba aún debajo de una piel blanquísima, o como dice el dicho popular, «el que no tiene de congo, tiene de carabalí», dos de las principales corrientes de esclavos africanos llevados al Caribe.

Pero la abuela de María Soledad no cree en verdades ocultas debajo de la piel y de dichos populares. Al principio, se opuso tenazmente al matrimonio de su nieta con Pedro Valdés, porque «nunca hubo un negro» en su familia.

«Al principio ni me miraba. Ahora me dice: 'Muchacho, tú eres negro sólo por fuera, por dentro eres blanco, te portas bien con mi nieta'», cuenta Valdés, de 28 años, conductor de un bicitaxi (triciclo de alquiler) en La Habana Vieja.

La historia de esta pareja es común en Cuba. Muchas otras debieron vencer la resistencia de padres y abuelos para poder casarse. Los estereotipos y prejuicios raciales siguen presentes en la actualidad.

La Encuesta Nacional de Fecundidad realizada en 1987 señaló que la población de Cuba, que hoy supera los 11 millones de habitantes, se conforma con 66 por ciento de blancos, 21,9 por ciento de mestizos, 12 por ciento de negros y 0,1 por ciento de asiáticos.

«Antes del triunfo de la revolución (en 1959) era mucho peor. Mis padres me habrían expulsado de la casa si me hubiera aparecido con un negro en la casa», comentó Feliciana García, de 60 años, ex trabajadora del sector turismo.

«La revolución eliminó la discriminación racial. Así está en la Constitución, pero sacar los prejuicios de la mente de las personas es otra cosa», acotó García, quien confiesa que en su juventud amó a un joven mulato, pero no se atrevió a desafiar a la familia.

Las uniones matrimoniales son uno de los indicadores que con mayor nitidez muestran hasta qué punto persisten los prejuicios raciales en la actualidad, según el estatal Centro de Antropología.

Dos tercios de los blancos, casi un tercio de los mestizos y la cuarta parte de los negros desaprueban los matrimonios interraciales, indica una encuesta realizada por el Centro con 116 entrevistas en tres barrios de La Habana.

«El mayor rechazo de los sectores blancos por este tipo de vínculo se corresponde completamente con los estereotipos que de cada grupo racial se tienen», advirtió Juan Antonio Alvarado, investigador del Centro de Antropología.

En ese sentido, Alvarado recordó que con frecuencia se atribuye a los negros tendencia al delito y a la alteración del orden, así como un carácter excéntrico y bullicioso.

«Dichos populares, como 'todos los pájaros comen alpiste' y 'la culpa de todo la paga el totí' (un pájaro común en Cuba de color retinto), reflejan la sensación de que, si algo se pierde, el negro será el primer sospechoso», comentó a IPS la periodista Georgina Torriente, de 36 años.

Tras la llegada al poder de Fidel Castro en 1959 se promovió la eliminación de todo tipo de discriminación por raza, sexo y origen nacional, y fue prohibida y castigada por la ley.

El artículo 41 de la Constitución establece que «las instituciones del Estado educan a todos, desde la más temprana edad, en el principio de la igualdad».

«Soy negra, de familia muy pobre, pero al terminar el preuniversitario fui la mejor alumna de toda la provincia de La Habana y me gané una beca para estudiar en la (desaparecida) Unión Soviética», contó Torriente.

La entrada libre a playas, clubes y hoteles, así como la igualdad de derechos en materia de enseñanza, salud, trabajo y acceso a cargos de dirección figuraron entre las primeras medidas dictadas por el gobierno de Castro.

Empero, eliminar el racismo institucionalizado «no significó la erradicación de todas sus expresiones, como inicialmente llegó a pensarse que sucedería», observó Alvarado, en un artículo para la revista teórica Temas.

Una mezcla de descendencia aborigen, española, africana y en menor medida asiática y de otras partes de Europa conformaron la nación cubana, su población e identidad, en lo que el etnólogo Fernando Ortiz (1881-1969) llamó «ajiáco cubano».

Esa compleja y diversa composición convivió en la época colonial con el racismo, sustento ideológico del régimen esclavista impuesto por los blancos de origen hispano a los negros africanos y sus descendientes.

El sistema y sus prácticas discriminatorias dejaron huellas profundas, sobrevivieron a la esclavitud y se expresaron durante la república en la explotación y segregación racial de los sectores no blancos.

Así, los estratos más humildes de la población, en los cuales negros y mestizos representaron siempre una mayor proporción, se enfrentaron en desventaja ante las posibilidades abiertas por el proceso revolucionario.

Algunos especialistas han advertido que el asunto se tornó más complejo en medio de la crisis económica de los años 90, destada tras la desaparición del campo socialista europeo y la disolución de la Unión Soviética, principal socio comercial y económico de Cuba.

Al respecto, la experta María del Carmen Caño Secade precisó que la recesión y medidas adoptadas por el gobierno de Castro para enfrentar la crisis ensancharon la brecha entre quienes ya se encontraban en desventaja social y el resto de la población.

La crisis «ha constituido un factor de reproducción y acentuación de las desigualdades sociales y, en consecuencia, de las raciales, dados los nexos históricos que han existido entre raza y clases», señaló la investigadora de la Universidad de La Habana.

Caño Secade entiende que ello podría repercutir negativamente en la autoestima y posibilidad de integración y protagonismo social de aquellos que iniciaron esta etapa en condiciones materiales de vida muy deterioradas. (FIN/IPS/pg/dm mj/hd/01

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