Unas 240 obras de Pablo Picasso, que incluyen pinturas, dibujos y esculturas dedicadas en gran parte a sus mujeres, serán presentadas en la septentrional ciudad de Milán, para dar lugar a la mayor muestra en Italia del desaparecido artista español.
La exposición se inaugurará el día 15 en el Palacio Real, el mismo sitio donde en 1953 se exhibieran por primera vez en Italia obras de Picasso, considerado el artista plástico más importante del siglo XX.
Entre los trabajos elegidos se cuentan 25 esculturas y 90 dibujos, muchos de las cuales no han sido expuestos nunca en este país, procedentes de museos, colecciones privadas y sobre todo de la propia familia del artista.
Los herederos de Picasso facilitaron en forma excepcional 151 obras que permiten apreciar la genialidad de una personalidad extraordinaria que revolucionó el concepto del arte.
«En él todo es excesivo, su obra y su vida privada», señaló Bernice Rose, la responsable de la antología, quien trabajó junto a uno de los nietos del pintor, Bernard Ruiz Picasso.
Picasso, nacido en Málaga en 1881 y fallecido en 1973, fue único y genial en todas sus facetas, inventor de formas, innovador de técnicas y estilos, artista gráfico y escultor, uno de los creadores más prolíficos de toda la historia con más de 20.000 trabajos.
La exposición será un viaje emocionante en el que se verá a un Picasso inédito, en la intimidad de sus relaciones privadas, con figuras femeninas, madres, amantes y niños, que son los protagonistas de las obras.
Rose contó que la primera mujer que entró en la vida del notable plástico español fue Fernande Olivier, cuando tenía 20 años. Se conocieron en 1903 en la zona pobre de París, con bares llenos de borrachos, de cafés sofocados por el humo y frecuentados por prostitutas.
Picasso vivió entonces en Montmartre, en un desorden total, creativo, donde nace la célebre escultura en bronce «La cabeza de Fernande», fundamental de ese período.
En 1917 conoció a Olga Koklova, bailarina de un ballet ruso, con quien se casó el 12 de julio de 1918, y el 4 de febrero de 1921 nació Pablo, el único hijo legítimo de Picasso.
Koklova y el hijo de ambos conquistaron un gran lugar en la pintura de ese periodo.
Sin embargo, Marina, nieta de la bailarina rusa afirma en un libro que será publicado próximamente que su abuela «humillada y degradada, terminó su vida paralizada, sin que su marido se dignara visitarla una sola vez, dejándola en su lecho de miseria y desolación».
Picasso conoció después a una joven de 17 años, Marie-Thèrèse Walter, que la transforma en modelo de muchas de sus obras, en la figura de la serie de Minotauros.
Walter también será la «Mujer que llora», de julio de 1937, que refleja la tristeza de Picasso ante la destrucción del pueblo vasco de Guernica, arrasado en abril de ese año por la aviación alemana, aliada a las fuerzas de Francisco Franco, quien tras triunfar en la guerra civil encabezará una dictadura por 37 años.
El bombardeo sobre Guernica inspirará el enorme mural que lleva ese nombre y que es el trabajo más famoso de denuncia antifascista.
Dora Maar ingresó luego al mundo de Picasso para transformarse en la modelo de una nueva serie que llamó igual, «La Mujer que llora», esta vez en plena segunda guerra mundial.
Allí se refleja la angustia del artista que ve como sus amigos parten al frente de combate, algunos de ellos mueren y otros son hechos prisioneros, mientras él permanece inactivo porque su país se declara neutral.
Picasso se encierra en sí mismo y sus cuadros asumen una rigidez que antes no tenían, con una mirada severa de Maar en sus pinturas, precisó Rose.
Inmediatamente después de la guerra aparece la figura de Francoise Gilot, que Picasso llamó «La mujer flor», retrató en numerosas obras con ese título y con quien tuvo dos hijos: Claude, en 1947, y Paloma, en 1949.
Gilot, mujer independiente, será la única pareja que lo abandonará.
Los hijos del pintor también se transforman en sujetos de sus obras. La pequeña Paloma se transformó en la hija modelo, como ocurrió en 1952 con «Paloma duerme», considerada una de sus obras maestras.
En 1954 se une a Jacqueline Roque, su compañera de los últimos dos decenios de vida, y quien es la mujer esfinge del perfil enigmático y protagonista de la serie «El pintor y la modela», presente en sus últimos cuadros, donde Picasso se ve cansado, sin energías. (FIN/IPS/jp/dm/cr//01