El ejercicio militar conjunto de nueve países americanos realizado en Argentina y financiado por Estados Unidos es cuestionado por la oposición y grupos no gubernamentales, quienes sostienen que fue un entrenamiento para reprimir protestas sociales internas.
El denominado operativo Cabañas 2001, autorizado por el Poder Ejecutivo sin el aval del Congreso legislativo, se desarrolló durante un mes en la septentrional provincia de Salta y finalizó el martes, cuando el mundo se conmovió ante los atentados terroristas en Washington y Nueva York.
La noticia del ataque sorprendió al embajador de Washington en Buenos Aires, James Walsh, cuando asistía a la clausura del ejercicio militar, en el cual también participó el subjefe del Comando Sur del Ejército estadounidense, Gary Speer, ex director de operaciones contraterroristas del Departamento de Estado.
En el operativo Cabañas 2001 intervinieron fuerzas del país anfitrión y de Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Estados Unidos, Paraguay, Perú y Uruguay, con el fin de entrenarse para actuar «en un supuesto campo de batalla compuesto por civiles, organizaciones no gubernamentales y agresores potenciales».
Los militares trabajaron sobre la hipótesis de una lucha por el control de un territorio imaginario, en el que se registran enfrentamientos armados por conflictos étnicos y religiosos.
Ante el desborde de la situación, se requiere una fuerza militar internacional que se interponga entre ambos bandos, a fin de controlar manifestaciones y desarmar a facciones irregulares que continúan con la lucha.
El Congreso aplazó la aprobación del permiso de ingreso al país de los efectivos extranjeros solicitado por el gobierno de Fernando de la Rúa, hasta que éste explicara más detalles y motivos del ejercicio militar conjunto.
Ante la falta de respuesta y ya con el operativo en marcha, ocho legisladores optaron por denunciar al gobierno, y en particular al presidente De la Rúa, por «permitir el ingreso ilegal de marines (infantes de marina estadounidenses) y tropas especiales de otros países».
Los parlamentarios manifestaron su preocupación por «la amplitud (expresada en los planes del ejercicio) respecto de los probables enemigos, al involucrar potencialmente a cualquier ciudadano argentino o residente en el país que proteste por la rebaja de salarios o las pérdidas de conquistas sociales».
También indicaron que los supuestos manejados por los estrategas militares «tienden un manto de sospecha sobre cientos de organizaciones no gubernamentales que desarrollan tareas de bien público».
El presidente del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), Adolfo Pérez Esquivel, dijo a IPS que observa «una remilitarización de América Latina por parte de Estados Unidos, debido a que se prevé un aumento de los conflictos sociales a raíz de la profundización de los acuerdos de libre comercio en el continente».
Esa nueva estrategia estadounidense se expresa en el apoyo al Plan Colombia, de lucha antidrogas y desarrollo, en la utilización de la base militar de Mantas, Ecuador, y en los ejercicios militares conjuntos, como Cabañas 2001, además de una serie de intervenciones en América Central, comentó.
Estados Unidos «intervienen todo, menos Cuba y Venezuela», añadió el activista, que en 1982 recibió el premio Nobel de la Paz por su lucha en favor de los derechos humanos durante la dictadura militar argentina (1976-1983).
Pérez Esquivel denunció ante la justicia la realización del operativo Cabañas 2001, por considerar que el gobierno de De la Rúa violó la Constitución al autorizarlo sin contar con el permiso del Congreso. La denuncia, desestimada por la justicia en primera instancia, está ahora en proceso de apelación.
La hipótesis de conflicto nunca puede ser interna como se plantea en las escenificaciones de los uniformados que realizaron las maniobras en Salta, precisó.
«Se toma a las organizaciones no gubernamentales como parte del campo de batalla», criticó.
Pérez Esquivel informó que envió una carta al presidente de Estados Unidos, George W Bush, en la que da cuenta del «rechazo total» de Serpaj a toda forma de terrorismo, en referencia a los ataques perpetrados el martes contra el Pentágono (Departamento de Defensa), en Washington, y contra el World Trade Center, de Nueva York.
Pero en la misiva también le advierte a Bush que se deben evitar las respuestas que incrementan el círculo de la violencia.
Mientras, la población de la provincia de Salta reaccionó contra la presencia de fuerzas militares extranjeras en la zona.
«¿A qué vienen esos gringos si no es a entrenar a nuestros militares para la represión?», se preguntó indignada ante IPS la abogada salteña Gladys Gómez, durante un congreso nacional convocado por el movimiento de trabajadores desocupados.
Gómez se refería así a la inquietante presencia en su provincia durante un mes de unos 1.300 uniformados de nueve países americanos.
Salta fue escenario en reiteradas oportunidades en los últimos meses de severas represiones de fuerzas de seguridad contra pobladores que bloquearon rutas en reclamo de planes de empleo o de creación de nuevas fuentes de trabajo, ante la creciente pobreza y desempleo en la región.
El último episodio de violencia se registró en junio, cuando dos personas fueron muertas por balas disparadas durante la represión de un bloqueo de carretera, en incidentes que también dejaron como saldo otros 50 heridos.
Las fuerzas de seguridad advirtieron que debieron permanecer en la zona por varios días, debido a la presunta presencia de francotiradores.
El ejercicio Cabañas 2001 estaba previsto que se realizara en la provincia de Misiones, limítrofe con Brasil, pero luego fue desechado por el gobierno debido a la férrea oposición de pastores evangélicos locales.
El Ministerio de Defensa indicó que las críticas obedecen a falta de «conocimiento» sobre el asunto, pero los grupos humanitarios atribuyeron responsabilidad del gobierno en ello, y cuestionaron además las hipótesis de conflicto, «alejadas de la realidad local».
El jefe de operaciones del estado mayor conjunto de Argentina, general Evaristo de Vergara, sostuvo que se trata de una nueva tendencia de entrenamiento para las fuerzas de paz de la Organización de las Naciones Unidas, aunque ningún representante del foro mundial asistió a los ejercicios. (FIN/IPS/mv/dm/ip/01