Los países en desarrollo deben acelerar el proceso de reducción del uso y producción de sustancias agotadoras del ozono, como lo ha hecho el Norte, para lograr la recuperación completa de esa capa atmosférica en 2050, advirtieron expertos.
Ese desafío será eje del debate en la reunión de Expertos Técnicos en Ozono de América Latina, a realizarse en la ciudad argentina de Ushuaia, la más austral del continente, entre este jueves y el sábado, víspera del Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono.
América Latina contribuye con 14 por ciento de las sustancias que dañan el ozono, pero científicos insisten que se podrá cerrar por completo el hueco de esa capa atmosférica en los próximos 50 años sólo si todos los países del mundo cumplieran el cronograma de reducción de emisiones nocivas, que finalizará en 2010.
«Es como un río contaminado, cuando se dejan de verter desechos pasa un tiempo hasta que el río vuelve a estar limpio», explicó a IPS Marcos Pinzón, coordinador de la Red de Ozono para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
Pinzón explicó a IPS que es necesario llamar la atención de los gobiernos de la región sobre la necesidad de solucionar este problema, que «parece haber pasado de moda pese a que las respuestas están aún a mitad de camino».
Los países industrializados cumplieron casi todas las metas de reducción previstas en el Protocolo de Montreal, un esfuerzo mundial para prohibir la producción y uso de clorofluorocarbonos (CFC) dañinos para el ozono, mientras que el Sur deberá hacer su reconversión antes de 2010, cuando se prevé la eliminación total.
Los expertos elaborarán en Ushuaia un documento para presentar ante la reunión de ministros de Ambiente de la región, que se realizará a fines de octubre en Río de Janeiro para diseñar una estrategia común de cara a la Cumbre Río más 10, que se celebrará en 2002 en la septentrional ciudad sudafricana de Johannesburgo.
En la Cumbre Río más 10 se evaluarán los resultados y el cumplimiento de las metas y recomendaciones fijadas en la conferencia mundial denominada «Eco 92», que tuvo como sede a Río de Janeiro.
Todos los países latinoamericanos firmaron el Protocolo de Montreal, firmado en 1987 y que entró en vigor el 1 de enero de 1989, con sucesivos enmiendas posteriores. El Pnuma tiene como meta que para 2002 no haya ningún país del planeta ajeno a este compromiso.
En este sentido, hay sustanciales diferencias entre América Latina, Africa y Asia.
América Latina es la región que más avanzó en la materia, sobre todo en la sustitución de aerosoles y en la prohibición de consumo de otros agentes químicos dañinos, pero deberá cumplir nuevas metas con plazos máximos en 2002, 2005, 2007 y 2010.
La capa de ozono (compuesta por moléculas con oxígeno bivalente) se encuentra a una altura de entre 10 y 50 kilómetros sobre la Tierra, a la que protege de los efectos de las radiaciones ultravioletas del sol, en especial las del tipo B.
Cualquier disminución perceptible de ozono en la estratósfera, una de las capas superiores de la atmósfera, provoca un aumento de radiaciones B que llegan a la superficie del planeta.
Los científicos han advertido durante décadas que el aumento de la radiación ultravioleta de tipo B puede provocar cáncer de piel, deprimir el sistema inmunológico, exacerbar enfermedades visuales, como cataratas, y dañar animales, plantas y materiales plásticos.
El hueco en la capa de ozono se observa sobre la Antártida entre septiembre y comienzos de diciembre, es decir, en la primavera del hemisferio sur.
En lo que va de este mes, la capa disminuyó aún más que en 2000, y se teme que el lapso en el que se mantendrá el debilitamiento será esta vez más prolongado.
Los controles indicaron que el 5 de este mes las unidades dobson, que miden la cantidad de ozono, bajaron de 210 a 150 respecto del mismo día de 2000.
El promedio mundial de unidades dobson en la capa es de 280 a 300, y una disminución por debajo de 200 aumenta los riesgos para la salud humana.
El fenómeno tiene consecuencias severas para del sur, más expuestos a las filtraciones de rayos ultravioletas. Sin embargo, la causa de la destrucción del ozono radica en la producción y uso de CFC, utilizados en aerosoles, espumas, refrigeradores, equipos de aire acondicionado para inmuebles y autos, extintores de incendios o limpiadores de equipos electrónicos.
El uso de los CFC ya fue reemplazado en los países industrializados, salvo en pocos casos en que aún no se conoce como sustituirlos, o en equipos con corta vida útil.
Mientras, el Protocolo de Montreal estableció un fondo multilateral de ayuda, alimentado por el Norte, para que las naciones en desarrollo implementen la reconversión industrial de reemplazo de esos agentes químicos dañinos para el ozono. Ese programa ya desembolsó más de 1.300 millones de dólares.
Pinzón comentó a IPS que aún América Latina tiene mucha tarea por hacer. Por eso se pide que los gobiernos de la región se comprometan con documentos firmados y pongan en marcha, no sólo los cambios requeridos en la industria, sino también los estudios de impacto que muestren el daño ya provocado.
«Falta más iniciativa de Argentina y Chile para demandar a la comunidad internacional por los daños en la salud de la población y en la productividad de las cosechas, pero para ello deberían realizar investigaciones y mostrar los costos concretos, de forma tal de llamar la atención sobre el problema», sugirió.
América latina ya adoptó el uso de aerosoles que no dañan la capa de ozono. En cambio, sólo Colombia produce refrigeradores que no requieren CFC, pero su costo es 30 por ciento superior a las que utilizan los gases dañinos.
El Pnuma cuenta con un programa financiado por el fondo del Protocolo de Montreal para capacitar a los técnicos en refrigeración, a fin de que, al menos en el momento de las reparaciones, se puedan evitar las fugas del fluido perjudicial.
El aumento de la difusión de equipos de refrigeración de aire y de alimentos que no utilizan CFC hace reducir los costos de producción y, por tanto, se espera que cuando se cumplan los plazos previstos en el Protocolo los aparatos tradicionales sean tan caro como los «ecológico», estimó Pinzón. (FIN/IPS/mv/dm/en/01