Treinta y nueve de cada 1.000 niños nacidos vivos en América Latina y el Caribe mueren antes de cumplir cinco años, señaló hoy Unicef en su informe Estado Mundial de la Infancia 2001.
El informe anual de Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) fue dado a conocer este jueves, a una semana del inicio de la sesión especial que realizará al respecto la organización mundial entre los días 19 y 21 de este mes en Nueva York.
El último informe de Unicef se concentra en los primeros tres años de vida o primera infancia, periodo que influye decisivamente en el desarrollo posterior de la persona pero que a menudo no es considerado en las políticas, programas y presupuestos de los países.
La mortalidad de menores de cinco años, incorporada en este informe como indicador del estado de la infancia de los países, separa a América Latina y el Caribe por una amplia brecha de los países industrializados, donde la probabilidad de muerte es de seis por cada 1.000 nacidos vivos.
Pero, a la vez, la región aventaja a Africa subsahariana y Asia meridional, donde la mortalidad de menores de cinco años es de más de 100 por cada 1.000 nacidos vivos.
La sobrevivencia de los menores de cinco años depende de factores como la salud nutricional y los conocimientos básicos de salud de la madre, el acceso a agua potable y saneamiento eficaz, la inmunización y el acceso de servicios de atención materno infantil.
También influyen el ingreso y la disponibilidad de alimentos de la familia y grado de seguridad del ambiente.
En el caso de América Latina y el Caribe, los países con menor mortalidad de menores de cinco años son Cuba, Jamaica, Chile, Costa Rica y Uruguay.
En el otro extremo se encuentran Haití, Bolivia, Guatemala, Perú y Nicaragua, países que, al mismo tiempo, tienen las mayores cifras de nacimientos por mujer y las menores esperanzas de vida al nacer.
En Bolivia, la esperanza de vida al nacer es de 62 años, mientras en Chile y Jamaica es de 75.
En Jamaica, que en la última década logró una importante reducción de la mortalidad de menores de cinco años, 20 por ciento de los alumbramientos corresponde a madres de entre 15 y 19 años.
Muchas de esas madres precoces son apoyadas por un Programa de Agentes Itinerantes impulsado por el gobierno de Jamaica, Unicef y otras organizaciones, que atiende a los hijos de las adolescentes en una guardería diurna modelo, mientras ellas son capacitadas para actividades de generación de ingreso.
Según el informe de Unicef, «el ciclo de la pobreza no se agota en el transcurso de la vida de una sola persona. Una niña que nazca en condiciones de pobreza tendrá más probabilidades de casarse y tener hijos cuando todavía sea adolescente».
Cuatro de cada 10 niños nacidos en países en desarrollo viven en condiciones de extrema pobreza, lo cual es la principal causa subyacente de las millones de muertes prevenibles.
El escritor argentino Ernesto Sábato comparó en este mismo informe la extrema pobreza con la intemperie que esos niños y niñas «arrastrarán como una herida abierta por el resto de sus días».
Los niños que buscan algo de comer en la basura y abrigo en los aleros de las puertas o debajo de puentes en las grandes ciudades, «son forzados a prostituirse o se ven obligados a trabajar desde los cinco, seis años en oficios insalubres, en jornadas agotadoras por unas monedas», agregó Sábato.
Eso ocurre así «cuando tienen suerte, porque muchos trabajan en regímenes de esclavitud o semiesclavituid, sin protección legal ni médica», agregó Sábato.
Los países de la región también se ven afectados por las amenazas que Unicef señala como las más inmediatas en este periodo de vida: la pobreza, la violencia contra las mujeres —que conlleva a la violencia contra los niños—, los conflictos armados y el sida que deja huérfanos a miles de niños.
En algunos países latinoamericanos, la deuda externa menoscaba el presupuesto para los servicios sociales básicos. Es el caso de El Salvador, Brasil, Perú, Ecuador, Jamaica y Honduras.
El informe sugiere que «cuando los gobiernos asignan fondos suficientes para los servicios sociales básicos, los niños y las comunidades más pobres pueden disfrutar de vidas más sanas y productivas».
La violencia doméstica también determina el empeoramiento de las condiciones de vida de los menores.
En Nicaragua, un estudio «reveló que los hijos de las mujeres que sufren abusos físicos o sexuales a manos de sus parejas tenían seis veces más probabilidades que los demás niños de morir antes de cumplir cinco años».
«Los hijos de las mujeres abusadas tendían en mayor grado que los demás a sufrir desnutrición y a no haber sido inmunizados ni haber recibido terapia de rehidratación oral contra la diarrea», agrega el informe respecto de Nicaragua.
Los conflictos armados desencadenados en el mundo desde 1990 han causado la muerte de dos millones de niños. En América Latina, Colombia es uno de los países más afectados por la violencia ligada al narcotráfico.
Desde la última Cumbre Mundial sobre la Infancia, realizada en 1990, países como Chile lograron reducir la pobreza infantil y avanzar en la protección de los derechos de niños y niñas, destacó Unicef.
En los últimos 10 años, la pobreza infantil y adolescente bajó 22 puntos porcentuales. Cincuenta por ciento de los niños chilenos vivía en situación de pobreza en 1990, cifra que se redujo a 29,1 por ciento, según datos de la Encuesta de Caracterización Socieconómica 2000.
Sin embargo, una votación organizada por Unicef en Chile, en que participaron niños y niñas, autoridades de gobierno y municipios, instituciones de infancia, colegios, empresarios y medios de comunicación, dio cuenta de que «la necesidad de luchar para que los niños no sean pobres» sigue siendo uno de las prioridades en materia de infancia.
El Estado Mundial de la Infancia 2001 llama a los gobiernos, a las organizaciones de la sociedad civil y al sector empresarial a adoptar decisiones y medidas que den prioridad a los derechos y el bienestar de los niños.
En este sentido, Unicef recomendó reasignar los recursos necesarios para brindar una adecuada atención a la primera infancia y asegurar que cada niño tenga el mejor comienzo posible, una educación de buena calidad y la oportunidad de desarrollarse plenamente.
«Mientras un país permita que sus políticas públicas y sus decisiones presupuestarias conculquen los derechos de niños y mujeres, habrá muy poca esperanza de cambiar las realidades y el futuro de los niños o de lograr un desarrollo sostenido», advirtió Unicef. (FIN/IPS/ggr/mj/hd/01