La sucesión de catástrofes naturales en América Central, con huracanes, terremotos y sequía, creó una emergencia alimentaria que, según la FAO, afecta a 1,6 millones de personas.
La oficina regional para América Latina de la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), con sede en Santiago de Chile, calificó de precaria la situación de las zonas rurales centroamericanas en cuanto a disponibilidad de alimentos.
Al devastador huracán Mitch, de fines de octubre de 1998, se sumaron los terremotos de comienzos de este año y la sequía desatada en el año 2000, que aún se prolonga.
Los países más afectados por esta sucesión de desastres naturales son El Salvador, Honduras, Nicaragua y Guatemala, «aunque los efectos también se sienten en Costa Rica y se extienden hasta zonas costeras del Golfo de Panamá», señaló la organización.
La oficina regional de FAO advirtió que el problema puede agravarse en los próximos meses si persisten las sequías y al mismo tiempo se producen nuevos huracanes que puedan destruir los cultivos agrícolas.
«El número de personas que necesitan asistencia alimentaria urgente como consecuencia de los desasatres naturales se ha incrementado sustancialmente y en la actualidad se estima en 1,6 millones», señaló la oficina regional en un comunicado.
La cifra equivale a alrededor de cinco por ciento de la población total de los seis países, de unos 35 millones de habitantes.
La emergencia alimentaria ha ido en aumento desde una estimación de un millón de afectados en julio, que subió a 1,4 millones a comienzos de agosto, y que ahora asciende a 1,6 millones, según el informe no oficial emitido este jueves por la oficina regional de FAO.
Los desastres naturales de América Central agravan los problemas estructurales de inseguridad alimentaria en América Latina, donde 55 millones de personas, 11 por ciento de la población, sufren de insuficiencia dietética, según la FAO.
La agencia de la Organización de Naciones Unidas (ONU) convocó para noviembre próximo en Roma a una segunda Cumbre Mundial de la Alimentación, cinco años después de la cita similar celebrada en 1996.
Allí se buscará un nuevo compromiso de la comunidad internacional, y sobre todo de los países industrializados, en torno de la meta de reducir a la mitad el número de hambrientos en el mundo para el año 2015.
La cantidad de personas con carencias alimentarias en todo el planeta, estimada en 800 millones en 1996, se redujo a 791 millones en 1998.
Los mayores porcentajes de subnutrición están en el Africa subsahariana, con 34 por ciento de los habitantes, y en Asia- Pacífico meridional, con 17 por ciento.
La situación es relativamente más positiva en América Latina, pero en América Central hay casos críticos. La población pobre de Nicaragua, Honduras y Guatemala presenta un alto déficit en la ingesta de kilocalorías.
Ese déficit se calcula en 300 kilocalorías diarias en Nicaragua, 270 en Honduras y 250 en Guatemala.
A continuación figuran Panamá, con un déficit de 230 kilocalorías, El Salvador, con 200, y Costa Rica, con 160 kilocalorías, de acuerdo con las estadísticas del período 1996-98.
El Salvador sufrió terremotos en enero y febrero de este año, cuyos efectos en los cultivos fueron mínimos, pero que dañaron seriamente la infraestructura vial y las viviendas, dificultando el transporte y la comercialización de la cosecha de alimentos, señaló la FAO.
Además, los sismos ocasionaron en ese país graves limitaciones a la siembra, lo cual reduce 18 por ciento las expectativas de producción de maíz.
Los terremotos dejaron en El Salvador 200.000 damnificados que requirieron ayuda alimentaria alimentaria internacional, al igual que las 25.000 familias golpeadas por la sequía en 31 distritos rurales.
Otras 10.000 familias salvadoreñas, en 29 distritos, serán asistidas en las próximas semanas por el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
En Honduras, el país centroamericano más golpeado por el huracán Mitch en 1998, se sumó este año el impacto de la sequía.
Unas 250.000 personas recibieron en junio ayuda del PMA, que distribuyó más de 1.000 toneladas de alimentyos, y el gobierno hondureño debió usar las reservas estratégicas de maíz y frijoles para contrarrestar la caída de la oferta de granos básicos.
Según la FAO, las pérdidas agrícolas afectan a 28.000 fincas en el centro y sur de Honduras, donde se perdió 20 por ciento de los sembrados de maíz, equivalentes a 38.000 toneladas.
En Honduras se han perdido igualmente 20.000 hectáreas de sorgo y 8.000 hectáreas de frijoles.
Las zonas occidentales de Nicaragua sufrieron el paso del Mitch en 1998 y son ahora las más devastadas por la sequía, con unas 45.000 fincas que han perdido por lo menos 50 por ciento de sus cosechas en los departamentos de León y Chinandega.
El PMA distribuyó ayuda alimentaria a 9.000 víctimas de la sequía en Nicaragua, mientras que la FAO y el gobierno están suministrando insumos agrícolas a 7.000 productores rurales que inician sus siembras para una nueva temporada.
La producción nicaragüense de maíz caerá este año 15 por ciento, señaló FAO.
La situación en Nicaragua es también crítica por el cierre de las plantaciones de café, cuya producción no es rentable debido a los bajos rendimientos provocados por la sequía y a la caída de los precios internacionales, agregó la oficina regional.
En Guatemala, un déficit de lluvias de 60 por ciento causa pérdidas del orden de ocho por ciento en la producción de maíz y frijoles en los departamentos orientales y centrales.
Unos 12.000 pequeños agricultores perdieron por lo menos 80 por ciento de sus cultivos de subsistencia en la primera temporada de este año, indicó la agencia de la ONU. (FIN/IPS/ggr/ff/dv/01