Partículas de un polvo brillante se suspenden en el aire y pequeños focos ígneos persisten entre los escombros del World Trade Center, de Nueva York, al tiempo que miles de personas regresan a su trabajo en la zona sur de Manhattan.
Mientras los equipos de rescate continúan con el trabajoso proceso de retirar más de un millón de toneladas de escombros, las autoridades intentan protegerlos a ellos y a otros trabajadores de la mezcla de vapores, cenizas, polvo y humo que permanecen en el aire.
Grandes áreas del distrito financiero fueron abiertas la semana pasada, aunque tropas de la Guardia Nacional y oficiales de policía continúan formando barricadas para acordonar las manzanas en las inmediaciones de la plaza del World Trade Center, cuyas torres gemelas colapsaron tras el ataque terrorista del día 11.
Inicialmente se temió que una nube tóxica de fibras de amianto se hubiera liberado cuando los edificios se derrumbaron, pero las muestras de aire y polvo tomadas desde el 13 de septiembre por la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) y la Administración de Salud y Seguridad Laboral del Departamento revelaron que no hay amianto en el aire, o que los niveles son relativamente bajos, entre 2,1 y 3,3 por ciento, en comparación con un umbral de uno por ciento.
Una flota de enormes camiones aspiradores fue desplegada para absorber gran parte del polvo. Algunos oficinistas que regresaban al distrito financiero llevaban máscaras faciales de papel, que de todos modos son ineficaces para bloquear las fibras de amianto ultrafinas.
Los médicos recalcan que el daño permanente a la salud causado por las fibras de amianto, que antes se utilizaba como material aislante ante el fuego, pero ahora está prohibido, generalmente resulta de una exposición prolongada.
Los otros compuestos químicos liberados durante la explosión inicial y el derrumbe que le siguió son más difíciles de evaluar. Benceno, formaldehído, hidrocarburos policlorinados e incontables agentes carcinógenos todavía están presentes en el lugar, al igual que gases venenosos que contienen monóxido de carbono y cianuro.
La fusión de vidrio, concreto, componentes electrónicos, plásticos e incontables materiales más de las torres creó también nuevos y potencialmente mortales compuestos.
«Estamos ante una situación única que puede producir algunas combinaciones de productos químicos también únicas», advirtió Cynthia Wilson, directora ejecutiva de Chemical Injury Information Network, un grupo de activistas sin fines de lucro.
«El cloro, por ejemplo, se unirá a cualquier otro elemento presente para crear compuestos desconocidos, con efectos generalmente devastadores», agregó.
Sólo el combustible de los aviones libera unos 100.000 derivados químicos cuando se quema y no se conoce con certeza los efectos que muchos de ellos pueden tener sobre la salud humana, señaló Wilson.
Según los especialistas, las consecuencias a largo plazo para las miles de personas que estuvieron expuestas a estas sustancias son imposibles de calcular.
«Si alguien está enfermo ahora, probablemente se recupere. Si todavía está enfermo en tres meses, entonces debe preocuparse», dijo Wilson.
Los problemas derivados de la exposición a sustancias químicas y polvos tóxicos van desde irritación respiratoria temporal a daño neurológico permanente y tipos de cáncer como la leucemia.
Una vez disipado el humo en el lugar, «los riesgos más serios ahora serán el contacto dérmico», dijo Peter Bellin, profesor de salud ambiental y laboral de la California State University.
El Comité de Nueva York para la Salud y Seguridad Laboral (NYCOSH, por sus siglas en inglés), una coalición de 200 sindicatos locales y especialistas en salud y seguridad individuales, dio instrucciones a miles de sus miembros acerca de cómo protegerse mientras las sustancias van desapareciendo del ambiente, lo que podría llevar un año o más.
«Es obvio que el humo tiene ingredientes tóxicos», dijo Jonathan Bennett, el director de asuntos públicos de la coalición. «Tenemos gases tóxicos y partículas de materiales (como el hollín o las fibras de amianto). Las máscaras que filtran las partículas no protegen a las personas contra el monóxido de carbono, por ejemplo».
Las recomendaciones en la octava página del comunicado de NYCOSH incluyen el uso adecuado de gafas, cremas protectoras de la piel y máscaras anti-gas no descartables con cambio frecuente de filtros. También se urge a los trabajadores a cambiarse de ropa antes de regresar a casa.
Los escombros de las torres gemelas son retirados en camiones desde el sector sur de Manhattan hacia el vertedero Fresh Kills, en Queens, que no se considera un lugar adecuado para el almacenamiento permanente. Aún no se sabe dónde terminarán los escombros, pero es probable que sean dispersados en todo el país.
Mientras tanto, el vertedero de basura de Queens parece un gigantesco laboratorio criminal, con especialistas forenses del FBI (Buró Federal de Investigaciones) examinando los escombros en busca de pistas y pruebas. (FIN/Tierramérica/ks/en/01