AMBIENTE-BRASIL: La siderurgia ya no es un demonio

Vanor Marcilio tenía 8.000 leucocitos por milímetro cúbico de sangre en 1980, cuando empezó a trabajar como pintor industrial en la Compañía Siderúrgica Nacional (CSN). Siete años después, sus glóbulos blancos bajaron a poco más de 3.000 por milímetro cúbico.

Marcilio presentaba leucopenia debido a su prolongada exposición al benceno, un hidrocarburo volátil derivado de la quema del carbón y utilizado para la obtención de colorantes.

En Volta Redonda, a 130 kilómetros de Río de Janeiro y sede de la CSN, muchas personas sufren leucopenia, como en otras ciudades en que la producción de acero emplea a miles de trabajadores.

Después de 12 años de inactividad forzosa y de percibir un subsidio del Instituto Nacional de Seguridad Social, Marcilio fue considerado sano en mayo de 1999, pese a que sólo tenía 3.000 leucocitos por milímetros cúbicos de sangre, menos de la mitad de la proporción normal.

La Fábrica de Estructuras Metálicas, que presta servicios a la CSN, lo incorporó entonces a sus cursos de capacitación. Pero en enero de este año lo despidió, junto con otros 27 trabajadores, todos afectados por la leucopenia. El pretexto fue el aprovechamiento insuficiente del curso.

Esos enfermos crónicos, discriminados a causa de la leucopenia, que reduce sus defensas orgánicas, no tienen posibilidades de conseguir un nuevo empleo. Son «muertos vivos», según dijo Geraldo Luis Barbosa, director de Salud Ocupacional del Sindicato de la Construcción de Volta Redonda.

A los 47 años, sin edad para jubilarse, Marcilio realiza pequeños trabajos ocasionales, pese a la «somnolencia, cansancio y dolores» que siente ante cualquier esfuerzo. Por suerte para él, su esposa y uno de sus tres hijos están empleados.

Su colega Clauci Pereira da Silva, de 46 años y dos hijos, vivió una historia similar, agravada por un cáncer que le produjo la pérdida del hueso frontal de la cabeza, sustituido por una prótesis en 1997.

«El médico dijo que el benceno agravó el tumor», señaló Da Silva a Tierramérica, quejándose de constantes dolores de cabeza y mareos. Ese cuadro y la disminución de sus leucocitos a 2.700 por milímetro cúbico, le permitieron evitar un intento de darle de alta y recuperar los beneficios de la seguridad social.

La municipalidad de Volta Redonda registró 688 casos de leucopenia hasta 1999, no todos reconocidos por el Instituto Nacional de Seguridad Social. «Muchos ignoran su enfermedad», observó Marcilio. Cerca de 300 personas participan de la Asociación de Leucopénicos, que lucha por sus derechos.

Este es un problema social heredado de un pasado de contaminación, que la industria siderúrgica de Brasil intenta superar. El programa de inversiones de la industria, de 13.800 millones de dólares entre 1994 y 2004, destina más de 1.800 millones a medidas ambientales, según Maria Silvia Marques, presidenta de la CSN y del Instituto Brasileño de Siderurgia.

La CSN, privatizada en 1993, cambió su actitud en los últimos años, reconocen los ambientalistas. De 1996 a 1999 logró reducir 70 por ciento la concentración de benceno en el aire de Volta Redonda, comprobó la Fundación de Ingeniería de Medio Ambiente (FEEMA), autoridad ambiental del estado de Río de Janeiro.

En enero de 2000, la compañía firmó un acuerdo para solucionar los principales problemas en dos años y «lo viene cumpliendo en 80 por ciento», aseguró el diputado Carlos Minc, presidente de la Comisión Ambiental de la Asamblea Legislativa del estado de Río de Janeiro.

José Roberto Araujo, asesor técnico de Minc, admitió que la Estación de Tratamiento Biológico, inaugurada por la CSN en diciembre último, disminuyó a «casi cero» los desechos líquidos, la principal fuente de contaminación del río Paraíba del Sur, que abastece a Río de Janeiro. Los desagües contenían sustancias cancerígenas.

Araujo, químico de profesión y empleado durante varios años en la FEEMA, reveló la presencia de cáncer en peces del río Paraíba, aguas abajo de la CSN.

Aunque no ha aumentado, la contaminación química persistirá «no se sabe cuánto tiempo» en el sedimento del río, observó. Será necesario un monitoreo constante del cuerpo de agua, porque el tratamiento aplicado no elimina todos los productos contaminantes, agregó.

La CSN busca incluso anticiparse a exigencias ambientales futuras, «por razones estratégicas y no sólo legales», afirmó a Tierramérica el gerente general de Medio Ambiente de la empresa, Luiz Claudio Castro.

El mercado internacional valora cada día más a las empresas por su responsabilidad ambiental y social, explicó Castro. Esas condiciones facilitan también la obtención de créditos e inversiones.

Asimismo, tienden a aumentar los «econegocios». Por esa razón, la CSN considera desde hace dos años que los residuos son subproductos, y no desechos, y su venta a la industria de cemento o de la construcción es parte importante de las utilidades, dijo el biólogo Castro, que formó parte de varias organizaciones ambientalistas.

En cuanto a la extendida leucopenia, es un problema social heredado y agravado por el Instituto Nacional de Seguridad Social, que «cambió sus reglas» en 1999, «devolviendo al trabajo» a obreros a quienes debería haber concedido la jubilación, observó.

Su preocupación es evitar nuevos casos. La CSN monitorea permanentemente el aire de Volta Redonda, que ya presenta la calidad exigida por Alemania en las vías de mayor tránsito, aseguró Castro. (FIN/TA/mo/en/01

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