Ambientalistas criticaron hoy a los países más ricos por entender que demostraron cortedad de miras a la hora de fijar sus objetivos de desarrollo sustentable en el mundo.
La reunión ministerial de América del Norte, Asia central y Europa, realizada esta semana en Ginebra, prefirió otorgar prioridad al comercio antes que a los pueblos y al planeta, advirtió Daniel Mittler, de la organización no gubernamental Amigos de la Tierra.
Los representantes de los 55 estados miembros de la Comisión Económica de la ONU para Europa (CEE) discutieron la posición a llevar a la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable (CMDS), que sesionará en septiembre de 2002 en Johannesburgo.
El concepto de desarrollo sustentable se funda en la convicción de que las generaciones actuales no deben perseguir sus objetivos económicos, sociales y ambientales en detrimento de las posibilidades de desarrollo de las futuras generaciones.
Los ministros de Ambiente de Europa habían preparado un proyecto de Pacto Mundial para presentar en nombre de la región a la cumbre de Johannesburgo.
Sin embargo, este borrador de Pacto Mundial, que Amigos de la Tierra dijo que contenía elementos positivos, no obtuvo consenso en esta reunión de Ginebra.
Estados Unidos impidió la aprobación al hacer reserva de su posición, en espera de obtener mayor información sobre el Pacto Mundial, explicó el presidente de la conferencia, Joseph Deiss, ministro de Relaciones Exteriores de Suiza.
La CEE, una de las cinco comisiones económicas regionales de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), promovió la reunión para evaluar los progresos alcanzados en el desarrollo sustentable del área desde la Cumbre de la Tierra, celebrada en 1992 en Río de Janeiro.
Ese mismo proceso de valoración, que en la jerga técnica de la ONU se conoce como «Río más 10», abarcará también a las demás regiones y culminará en la Cumbre de Johannesburgo.
La idea del Pacto Mundial surgió de la constatación de que numerosos problemas permanecen insolubles en el planeta, en especial la pobreza, las violaciones de los derechos fundamentales y el número creciente de conflictos.
El pacto global toma en cuenta esos múltiples problemas de los países y de las regiones y compromete a cada estado a asumir compromisos, adecuados a su potencial, para enfrentar el desafío común del desarrollo sustentable, precisó Deiss.
La iniciativa europea de Pacto Mundial comprendía el alivio de la deuda externa y el acceso a los mercados para los países en desarrollo. También incluía el compromiso de acabar con el vínculo existente entre el crecimiento económico y la degradación ambiental.
Otros puntos de la propuesta demandaban un aumento de la ayuda oficial al desarrollo y una reafirmación de adhesión a la declaración de Río de Janeiro y a otros acuerdos ambientales internacionales, como el Protocolo de Kyoto, que regulará la emisión de gases que provocan el recalentamieno de la atmósfera.
Mittler lamentó que los gobiernos no prestaran aprobación a la iniciativa del Pacto Mundial presentada por Europa, «la única idea substantiva novedosa en las negociaciones».
Por el contrario, las discusiones se prolongaron sobre el antiguo compromiso asumido por los países industrializados de elevar su ayuda para el desarrollo a siete por ciento de su producto interno bruto (PIB).
Tampoco fueron aprobadas, las metas para la energía renovable y el principio de precaución, que desecha la ausencia de certidumbre científica como pretexto para demorar la adopción de medidas ante amenazas graves o irreversibles contra el ambiente.
Amigos de la Tierra objetó que la declaración aprobada por los ministros expusiera «una posición corporativa de liberalismo extremo», que reclama a la Cumbre de Johannesburgo un apoyo al actual sistema de comercio internacional.
Esa actitud de los gobiernos resta credibilidad a los temas positivos que la región pretende discutir en Johannesburgo, como la pobreza y el perfeccionamiento de los procesos democráticos, observó Mittler.
La organización ambientalista opinó que los gobiernos deben aprovechar la Cumbre de Johannesburgo para establecer normas de responsabilidad ambiental de las empresas, derechos ambientales y un sistema comercial justo.
También reclama la aplicación de políticas ambientales eficaces y una acción concertada de los países consumidores en exceso de energía sobre su deuda ecológica con las naciones del Sur.
Con relación al comportamiento de Europa durante los últimos años respecto del desarrollo sustentable, la secretaria ejecutiva de la CEE, Danuta Hübner, dijo que los cambios más radicales se observaron en los países que pertenecieron al campo socialista.
Precisó que la transición fue mucho más dolorosa que lo anticipado. Al comienzo del proceso, con la caída de los regímenes comunistas, los niveles de producción se desplomaron en forma brusca en la mayoría de los países y causaron aumento de desempleo.
La pobreza se expandió a grandes sectores de la población, debido a la derrumbe virtual de los sistemas de seguridad.
La distribución de los ingresos se volvió marcadamente desigual y debilitó la cohesión social. La corrupción y la delincuencia crecieron, mientras las autoridades asistían a una reducción severa de sus recursos y de sus capacidades, resumió Hübner.
En el estricto plano ambiental, la declinación de la economía en esos países condujo a una disminución de las emisiones en el aire, el agua y el suelo.
Sin embargo, en la mayoría de las naciones esa reducción fue inferior a lo que podía esperarse dada la contracción económica. Por ejemplo, la intensidad energética de numerosas economías aumentó debido a la falta de inversiones.
Las plantas de tratamiento de aguas residuales perdieron eficacia de purificación debido al mantenimiento inadecuado y a drásticos cambios en los flujos de las aguas.
Hübner refirió que las emisiones de azufre al aire se redujeron de manera substancial en la mayoría de las economías de mercado maduras.
También disminuyeron o se estabilizaron las emisiones de óxido de nitrógeno, al igual que las emisiones de substancias que agotan el ozono de la estratosfera.
Sin embargo, el conjunto de emisiones de gases de efecto invernadero continúa aumentando. El informe expresó inquietud por la capacidad de los gobiernos de enfrentar ese fenómeno, considerado como la más amenazante de las preocupaciones ambientales. (FIN/IPS/pc/dm/en/01