El estado alemán de Sajonia, que formó parte de la extinta República Democrática Alemana, otorgó las primeras reparaciones a los ciudadanos excluidos del sistema educativo por el régimen comunista desmantelado en 1990.
El ministro de Asuntos Sociales de Sajonia, Hans Geisler, entregó cheques a decenas de personas perjudicadas en su derecho a la educación por razones políticas, en una ceremonia realizada el martes.
El gobierno estadual reconoció hasta ahora 800 casos, mientras otros 1.300 serán admitidos a fin de año, en un total de 2.500 reclamos de ex alumnos de centros educativos estatales que aspiraron a la reparación.
Sajonia creó un fondo de 600.000 dólares en su presupuesto de 2001, tras el fallido intento parlamentario de 1999 para establecer un fondo federal destinado a todos los afectados en sus derechos educativos de la antigua República Democrática Alemana.
«Este es un gesto moral más que económico. Creemos que estas reparaciones son un paso para cerrar heridas del pasado, aunque de ningún modo pueden resarcir las oportunidades perdidas», dijo Michael Beleites, responsable de los archivos de la Stasi (antigua policía secreta del régimen comunista) en Sajonia.
Entre 1948 y 1989, miles de ciudadanos de la ex República Democrática Alemana perdieron su derecho a asistir a las escuelas preparatorias y a la universidad.
Muchos fueron discriminados a raíz de la oposición política de sus padres o simplemente porque las autoridades priorizaban el acceso a la educación superior de hijos e hijas de obreros y campesinos en desmedro de los sectores profesionales o intelectuales.
Dorothea Zweynert (66 años) es una de las beneficiarias de la reparación. En 1954, con 19 años, resultó la destinataria de una «sesión de conciencia política» dirigida por su profesor antes de los exámenes finales para obtener el diploma que le permitiría ingresar a la universidad.
El docente se molestó porque Zweynert llevaba una insignia de una organización juvenil religiosa. Luego la escuela le negó el certificado de estudios, con lo cual la joven no pudo iniciar los estudios de medicina que había planeado.
Por tanto, debió contentarse con empleos menores durante su vida laboral y con una pensión pequeña cuando se jubiló.
Wolfgang Schramm (66 años) fue expulsado de la carrera de ingeniería de la Universidad de Leipzig en 1954, cuando las autoridades se enteraron que había visitado a un familiar en Alemania Occidental. Schramm también fue condenado a empleos mal pagos y a una humilde pensión estatal.
«La discriminación educativa contra quienes no eran leales al régimen comunista fue sistemática», dijo Dieter Knoblauch, funcionario del Ministerio de Asuntos Sociales de Sajonia encargado de administrar los reclamos de compensaciones.
«La entonces ministra de Educación Margaret Honecker (esposa del ex líder comunista Erich Honecker) era inflexible en limitar el ingreso de los hijos de la elite a las universidades», dijo Knoblauch.
Quienes aspiran a la compensación deben demostrar bajos ingresos o jubilaciones estatales inferiores al promedio.
«No es difícil probar la discriminación. Si se pueden exhibir informes escolares que prueben buenas calificaciones, a pesar de las cuales se negó el ingreso a escuelas superiores u universidades, el caso es bastante claro», dijo Knoblauch.
Los documentos escolares también contienen anotaciones sobre el incumplimiento de «deberes con la comunidad» de los estudiantes que no integraban la organización juvenil comunista (Freie Deutsche Jugend), o cuyos padres habían solicitado visas de viaje o tenían vínculos religiosos.
La Stasi además mantuvo archivos muy valiosos que facilitan la tarea de documentar los reclamos. «Había un expediente por cada estudiante considerado un riesgo para el estado», sostuvo Knoblauch.
Ante la cantidad de aspirantes, el gobierno de Sajonia estudia incrementar el fondo en cinco por ciento. Las compensaciones se entregan en un pago único y se calculan sobre la base de los años de escolaridad perdida y los años de empleo con bajos ingresos.
Las mayores alcanzan 3.200 dólares para aquellos apartados del sistema educativo en los años 50. Ese fue el caso de 19 estudiantes de la Escuela Secundaria de Werdau expulsados por distribuir volantes anticomunistas en 1951.
Varios de ellos, algunos con apenas 16 años, fueron además sentenciados a 15 años de cárcel y las represalias se extendieron a sus hermanos y hermanas menores, también forzados a dejar los estudios.
Achim Beyer (69 años) es uno de los ex alumnos de la Escuela Werdau que investigó el caso durante años. «En la primera mitad de los años 50, varios cientos de estudiantes fueron encarcelados en Alemania Oriental por distribuir volantes», dijo.
Los docentes se han mostrado renuentes a presentarse como testigos. «Aquellos que fueron interrogados dijeron no recordar nada. Los docentes fueron parte del sistema. Los directores debían ser integrantes del (gobernante) Partido Socialista Alemán», agregó.
Cuando el Bundesrat, la cámara baja del parlamento federal, debatió el asunto en 1999, varios representantes manifestaron temor a que la medida diera rienda suelta a un sinfín de demandas económicas de los ciudadanos germanorientales.
Los estados de Turingia y Mecklemburgo-Pomerania, en la región oriental, estudian seguir los pasos de Sajonia, pero otros han rechazado la idea.
«Muchos jóvenes que no fueron perseguidos políticos tampoco lograron sus anhelos profesionales», dijo una fuente del Ministerio de Asuntos Sociales del estado de Alta Sajonia.
Otros funcionarios afirmaron que los reclamos por educación y empleos negados se basan en la valoración de las perspectivas hipotéticas de cada persona. No se debería crear el precedente de compensar a quienes «simplemente no lograron realizar sus sueños», concluyeron. (FIN/IPS/tra-en/ys/mn/dc-mlm/hd/01)