AFGANISTAN: La amapola financia al Talibán

Washington debe combatir la producción y el tráfico de opio y heroína en Afganistán, Irán y Pakistán, si en verdad desea privar de recursos al movimiento Talibán, que controla 90 por ciento del territorio afgano, opinaron expertos.

Esos tres países forman la llamada «Media Luna Dorada», una de las dos principales áreas de producción de esas drogas y otras derivadas de la amapola, junto con el llamado «Triángulo Dorado» del Sudeste Asiático, formado por Tailandia, Birmania y Laos.

«Es inconcebible que (el presidente estadounidense, George) Bush haya pasado por alto la más obvia fuente de financiamiento del Talibán» en la última década, comentó Rajiv Sharma, experto en asuntos afganos posteriores a la invasión de la Unión Soviética (1979-1989).

Bush anunció una guerra contra el terrorismo tras los atentados del día 11 en Nueva York y Washington, y todo indica que prepara un ataque contra el Talibán, que se niega a entregar al magnate saudita Osama bin Laden, considerado por Washington principal sospechoso de esos atentados.

Sharma considera probable que Bush haya evitado destacar la cuestión de los cultivos de opio en Afganistán para no poner en evidencia el papel jugado en su desarrollo, durante los años 80, por el servicio militar pakistaní de Inteligencia, con respaldo de Estados Unidos.

En la actualidad, Islamabad apoya la campaña antiterrorista estadounidense, y pidó al Talibán que entregue a Bin Laden.

Los servicios de inteligencia pakistaníes brindaron armas, entrenamiento y otras formas de apoyo a los guerrilleros islámicos que combatían contra el Ejército soviético en Afganistán, con apoyo encubierto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense.

El cultivo de opio fue impulsado en principio para promover la adicción a la heroína entre los soldados soviéticos, indicó B. Raman, de la organización no gubernamental Grupo de Análisis de Asia Meridional, con sede en la meridional ciudad india de Chennai.

Tras la retirada de las tropas soviéticas, altos oficiales del Ejército pakistaní no desearon desvincularse del lucrativo negocio del narcotráfico, aseguró.

Una de las consecuencias es que Pakistán y su vecino Irán se hayan transformado en los países con mayor porcentaje de adictos a la heroína del mundo, según la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), una agencia de la Organización de las Naciones Unidas con sede en Viena.

Esa agencia afirmó en su informe anual correspondiente a 2000, presentado en febrero en Nueva Delhi, que condiciones climáticas desfavorables fueron la única causa de la disminución del cultivo ilegal y en gran escala de amapola en Afganistán en la cosecha 1999-2000.

«Se calcula que la cosecha total de opio en 2000 fue 3.300 toneladas, 28 por ciento menor que la calculada para la cosecha 1998-1999», debido a esos factores climáticos, señaló.

De todos modos, esa disminuida producción ilegal fue 75 por ciento del total mundial, apuntó.

La sostenida producción de opio en Afganistán y actividades criminales internacionales vinculadas con ella pueden «socavar la estabilidad económica y social en la región», sostuvo.

«Hay creciente evidencia de vínculos entre el contrabando de armas de fuego, el narcotráfico y los movimientos insurgentes en países de Asia Central» said C. Chakraborty, funcionario de la JIFE, durante la presentación del informe.

Noventa por ciento de la heroína producida en Afganistán y Pakistán es trasladada a los lucrativos mercados de Europa Occidental a través de Irán y Turquía, según R. Sundaralingam, asesor de Interpol (Policía Internacional) en asuntos relacionados con drogas.

En julio del año pasado, la presión internacional llevó al Talibán a decretar la prohibición del cultivo de amapola, pero la JIFE ha señalado que esa medida podría tener escasas consecuencias aunque se cumpliera en forma estricta, debido a la existencia de vastas reservas de cosechas anteriores.

«La realidad no se ajusta a las proclamas del Talibán», afirmó Ramesh Bhattacharji, comisario de la Oficina Central de Narcóticos de India.

La amapola se cultiva en Afganistán «a expensas del uso de la tierra para cosechar trigo y otros alimentos que el pueblo necesita en forma desesperada», sostuvo el coordinador de actividades antiterroristas de Estados Unidos, Michael Sheehan, en una audiencia del Departamento de Estado de ese país.

Los cultivos destinados a la producción de drogas se realizan «en tierras fértiles, con uso de irrigación artificial y fertlizantes», aseguró.

«Los ingresos del Talibán vinculados con el narcotráfico fortalecen la capacidad de ese movimiento de apoyar al terrorismo internacional. El Talibán ha admitido que cobra un impuesto de 10 por ciento a las cosechas de amapola, el mismo que aplica a otros productos agrícolas», destacó.

El Observatorio Geopolítico de las Drogas (OGD), una organización no gubernamental con sede en París, calcula que el Talibán recauda por lo menos 75 millones de dólares anuales por impuestos aplicados a cultivos de amapola y a laboratorios para la producción de heroína.

El OGD describe a Pakistán como un «narcoestado», en el cual existen estrechos vínculos de colaboración entre grandes narcotraficantes, políticos, altos burócratas y oficiales de las Fuerzas Armadas.

Chakraborty señaló que los procedimientos de lavado de dinero desarrollados por los narcotraficantes son eficaces, y opinó que la forma más sencilla de combatir a esas orhanizaciones criminales es «atacar el cultivo ilegal de amapola».

El dinero generado por el narcotráfico «puede comprar políticos, financiar campañas electorales, derribar gobiernos y desestabilizar sistemas político-económicos» afirmó en un informe el gubernamental Instituto de Estudios y Análisis de Defensa, con sede en Nueva Delhi. (FIN/IPS/tra-eng/rdr/ral/mp/ip if/01

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