RELIGION-MEDIO ORIENTE: La piedra fundamental del escándalo

El israelí Gershon Salomón es para muchos un loco con proyectos mesiánicos disparatados, pero su campaña para construir un nuevo templo judío en Jerusalén causa preocupación entre los musulmanes, que lo toman muy en serio.

Salomón, un judío ultraortodoxo, es líder del grupo radical Fieles del Monte del Templo y afirma que Dios le ha encomendado esa obra para dar inicio a la «redención de Israel». Sostiene que es preciso trasladar a otro sitio mezquitas musulmanas para que el nuevo templo pueda ser consagrado.

El grupo de Salomón intentó a fines de julio realizar un acto simbólico de colocación de la piedra angular del nuevo santuario en el llamado Monte del Templo (Har Habait en hebreo, Haram al Sharif, en árabe), un lugar sagrado para judíos y musulmanes, y desencadenó un disturbio.

El día elegido para ese acto fue el noveno del mes de Av en el calendario hebreo, cuando los judíos recuerdan la destrucción, en 586 antes de Cristo, del templo construido por el rey Salomón en 968 antes de Cristo, y la destrucción en el 70 del templo del rey Herodes el Grande, construido el 20 antes de Cristo.

El primero de esos templos fue destruido por el rey Nabucodonosor II, de Babilonia, y el segundo por el emperador romano Tito.

Personas que profesan la religión musulmana consideraron que se trataba de una provocación intolerable, y lanzaron piedras y botellas de plástico contra los judíos que rezaban cerca del lugar, en el Muro de los Lamentos.

La policía israelí intervino con balas de goma y gases lacrimógenos, decenas de personas resultaron heridas y la piedra fundamental, de 4,5 toneladas, debió volver a su lugar de origen en Jerusalén oriental, cerca de un consulado estadounidense.

El Monte del Templo es una enorme plataforma de piedra en el ángulo sudoriental de la parte antigua de Jerusalén, sobre la cual se erigieron los templos de Salomón y de Herodes el Grande.

Los musulmanes creen que su profeta Mahoma fue transportado al paraíso desde allí, y lo consideran el tercer lugar santo en importancia, después de las ciudades de La Meca y Medina.

Sobre esa vasta explanada están la Cúpula de la Roca y la mezquita Al Aqsa, dos verdaderas joyas de la arquitectura construidas por los musulmanes en el siglo VII, cuyo traslado a La Meca es considerado posible y necesario por Salomón.

«Contamos con excelentes ingenieros», explicó.

«Dios prometió a (el patriarca judío) Abraham y a sus descendientes que el territorio de Israel sería eterno y no podría ser dividido para otros pueblos. Los musulmanes lo saben. El lugar nunca podrá ser consagrado a Dios si no se remueven esos santuarios paganos», afirmó.

«Le decimos a nuestros enemigos: 'Es mejor que tomen sus cosas y se vayan a la tierra de donde vinieron, la tierra que Dios les dio, para dejarnos cumplir aquí nuestra misión divina. Pelearemos si es necesario, pero tienen que saber que el Dios de Israel peleará junto con nosotros», aseveró.

En 1967, cuando Israel ocupó la parte antigua de Jerusalén, aceptó que la zona del Monte del Templo se mantuviera como un lugar de culto musulmán.

Los judíos pueden visitar la explanada como turistas, pero no se les permite orar allí, e incluso se les expulsa si se ve que mueven los labios.

Autoridades religiosas judíos sostienen que la reconstrucción del templo será realizada cuando llegue el Mesías, salvador espiritual y rey prometido por Dios, pero el grupo de Salomón interpreta que la obra debe ser realizada por los judíos para preparar la llegada de ese redentor.

Salomón fundó su organización poco después de la ocupación de 1967, en medio de una euforia nacionalista, y lamenta que el entonces ministro de Defensa israelí, Moshe Dayan, decidiera mantener la administración musulmana del sitio sagrado.

«El Monte del Templo estuvo en nuestras manos. El círculo se había cerrado por fin, entre la generación de la destrucción del templo y la mía», pero «Dayan cometió un terrible crimen. Regaló las llaves del lugar más santo del mundo a nuestros enemigos», arguye.

Salomón recorre ciudades de Israel para impulsar su campaña, y recibe en su oficina de Jerusalén cartas de muchas personas que lo apoyan y desean contribuir a la obra.

«Quiero ser parte de la reconstrucción del templo de Dios. Soy plomero y electricista. Por favor, haga llegar mi solicitud a la sección correspondiente», escribió el propietario de una compañía de construcción de Estados Unidos.

La familia Alafi, conocida en Israel por sus trabajos en piedra, donará todos los bloques necesarios, y otros preparan vasos rituales y vestimentas para los sacerdotes, asegura Salomón.

Muchos israelíes piensan que la campaña es en extremo peligrosa. La actual intifada (insurrección) palestina fue desencadenada en septiembre por una visita al Monte del Templo del actual primer ministro israelí, Ariel Sharon, antes de que fuera elegido para ese cargo.

«El control del lugar no es negociable para los palestinos», advirtió el portavoz de la administración musulmana del Monte del Templo, Adnan Husseini.

«La piedra fue simbólica, pero bajo esa piedra simbólica hay una bomba. Hay que ver más allá de las apariencias y detectar la intención. Los musulmanes no aceptaremos este plan, aunque se trate de un sueño loco», enfatizó. (FIN/IPS/tra-eng/vq/mn/rp-mp/cr ip/01

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