Cerca de 15.000 brasileños aguardan su turno para someterse a pruebas de ADN en el Instituto de Medicina Social y Criminología (IMESC) de Sao Paulo, en general mujeres pobres en procura de confirmar la identidad del padre de su hijo.
La espera debe prolongarse por un año, pues el Instituto, dependiente de la Secretaría de Justicia del estado de Sao Paulo, atiende un promedio de 60 casos cada día.
Ese servicio gratuito existe hace un año y medio, periodo en que benefició a cerca de 20.000 familias, «especialmente a sus niños», dijo a IPS el superintendente del IMESC, el médico pediatra Sebastiao de Felice.
La gran mayoría de los que lograron la asistencia del organismo son madres que, con el resultado del examen, pudieron requerir el reconocimiento de la paternidad de sus hijos por parte de sus ex compañeros y una pensión alimentaria.
En muchos casos se trata de una «cuestión de sobrevivencia», pues esa pensión permite a los niños superar el hambre, observó De Felice.
En 80 por ciento de los casos se confirmó que el padre era el señalado por la madre, reveló el funcionario. Entre 93 y 95 por ciento del resto de los casos concluyeron con la dilucidación de las dudas y conflictos.
Antes del examen de ADN, cuya precisión es acogida por la justicia como prueba definitiva, todo era más dificil, recordó María da Graça Savila Josino, defensora pública en Porto Alegre, capital del estado de Río Grande del Sur, en el extremo sur de Brasil.
Como los análisis de sangre usados antes tenían un gran margen de error, eran indispensables otros indicios, como el tiempo de convivencia y la presentación de testimonios.
Eso excluía, de hecho, los hijos concebidos en relaciones de corta duración o en las que hubo un único acto sexual, señaló Josino, quien actúa en el barrio pobre de Restinga.
La Defensoría Pública de Río Grande del Sur cuenta hace dos años con la potestad de ordenar exámenes de ADN gratuitos, realizados por el Servicio Médico Judicial o en la universidad local. Pero hay una demora de casi un año, se lamentó Josino.
Entre 24 y 27 por ciento de las acciones judiciales iniciadas cada mes por la Defensoría en que trabaja, que oscilan de 110 a 118, son sobre investigación de paternidad, informó.
El IMESC sobresale por la gran cantidad de exámenes que realiza y por su reconocida calidad. En julio fueron «1.139 laudos de ADN enviados a la justicia, lo que quiere decir 1.139 familias que solucionaron sus problemas», dijo el superintendente De Felice.
Cada caso involucra por lo menos a tres personas —la madre, el padre y el hijo—, lo cual multiplica la población afectada y asegura el impacto social. La determinación de la paternidad atenúa los daños de la pobreza, como la desnutrición de los niños.
Las estadísticas nacionales indican que la miseria en Brasil se concentra en las familias encabezadas por mujeres obligadas a criar a sus hijos solas y en las peores condiciones. Una pensión alimentaria ayuda, por lo menos, a sobrevivir.
Además, se evitan muchos perjuicios psicológicos que podrían sufrir los niños sin padre conocido y sin el apellido paterno en su identificación, comentó De Felice.
Según estadísticas oficiales, los registros de nacimiento de un tercio de la población brasileña carecen de la identificación del padre, lo que refleja la precaria situación de la familia, evidente también en la enorme demanda que afronta el IMESC en Sao Paulo, el estado más rico e industrializado del país.
Es una tradición en Brasil, país poblado por numerosos descendientes de hijos concebidos por colonizadores portugueses, sin compromiso con las responsabilidades paternas, con mujeres indígenas y con esclavas africanas.
En los últimos años proliferaron en Brasil los laboratorios privados que realizan el examen de ADN. Ya son más de 100, pero prestan un servicio limitado a las capas más ricas, que pueden pagar un costo equivalente a unos 350 dólares por cada análisis.
El examen de ADN como medio de certificar la filiación se hizo popular por la gran repercusión de algunos casos, como el de Sandra Regina, quien logró probar hace seis años ser hija de Edson Arantes do Nascimento, el ex futbolista conocido como Pelé, con una pobre trabajadora doméstica hace 37 años.
Otros casos que impulsaron el repentino ascenso social de jóvenes cuyas madres eran pobres, a veces empleadas y amantes de hombres ricos o de políticos como los ex presidentes Fernando Collor de Mello y Joao Goulart, que tuvieron hijos fuera del matrimonio, ayudaron a popularizar el examen de ADN.
También lo hizo un programa sensacionalista del Sistema Brasileño de Televisión, de gran audiencia nacional.
El presentador Carlos Massa exhibe en vivo conflictos familiares y propone solucionarlos mediante la prueba de ADN, ya aplicada en 2.000 casos en los últimos cuatro años, menos de dos por ciento del total de inscriptos para participar en el programa.
Las ventas de Biobrás, empresa que produce el material para realización del examen, permiten concluir que se efectúan unas 25.000 pruebas de ADN por año en el país, la mayor parte en Sao Paulo.
Se prevé que la cantidad aumente. «Dentro de 12 a 14 meses» el IMESC quintuplicará su capacidad a 300 análisis diarios, pues adquirirá equipos con tecnología que acaba de comenzar a emplearse en Estados Unidos, anunció De Felice.
Eso acortará seis meses la espera de los solicitantes del examen y permitirá ofrecer el servicio a una población más amplia que, por falta de información, no recurre aún al IMESC, anunció el médico. (FIN/IPS/mo/mj/pr hd/01