PACIFICO SUR: China aumenta su influencia

China lleva adelante hace dos años una intensa ofensiva diplomática que aumenta su influencia sobre los países insulares del Pacífico Sur, afectados por una grave escasez de fondos, y altera el equilibrio de poder en el área.

En los últimos meses, Beijing ofreció a Papúa-Nueva Guinea asistencia técnica, comercial y militar por valor de millones de dólares, y se hizo cargo de la construcción de estadios deportivos en Fiji y Kiribati.

También ofreció al parlamento de Fiji un nuevo sistema de amplificación de sonido, construye en Kiribati instalaciones para la recepción de señales satelitales, y lleva a cabo un proyecto por valor de más de cuatro millones de dólares para mejorar las instalaciones del hotel internacional Dateline de Tonga.

Por otra parte, prometió aportar tres millones de dólares, durante los próximos cinco años, para establecer un fondo de cooperación que aumente el comercio entre China y el Pacífico Sur.

El año pasado, Beijing donó 120.000 dólares no solicitados al Programa Ambiental Regional del Pacífico Sur, al cual había aportado antes 100.000 dólares para mejorar las instalaciones de su sede, ubicada en Apia.

El incremento de la asistencia china a la región comenzó en 1999, para contrarrestar una oleada de ofertas de ayuda y crédito barato por parte de Taiwán.

En ese momento comenzó a disminuir la tradicional asistencia de Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos a los países insulares del área, que afrontaban graves problemas económicos, y Taipei buscó ganar entre ellos aliados en su conflicto con China.

En 1949, cuando los comunistas tomaron el poder en China tras derrotar a las fuerzas encabezadas por Chang Kai Shek, éste se trasladó a Taiwán y proclamó allí que dirigía un «gobierno provisorio de la República de China».

Desde entonces, Beijing sostiene que Taipei no es el gobierno de un país independiente sino el de una «provincia china renegada».

La crisis económica de Papúa-Nueva Guinea llevó en julio de 1999 al primer ministro de ese país, Bill Skate, a establecer relaciones diplomáticas con Taiwán, a cambio de importante asistencia financiera.

Beijing condenó con dureza la conducta de Skate, a la cual consideró violatoria de la soberanía china.

En mayo de este año, el actual primer ministro de Papúa-Nueva Guinea, Mekere Morauta, visitó Beijing y afirmó allí que los esfuerzos de Taipei para ganar influencia en el Pacífico Sur amenazan la estabilidad regional.

La respuesta china incluyó una donación de 130.000 dólares a Papúa-Nueva Guinea, un acuerdo de cooperación con ese país para llevar a cabo proyectos por valor de cuatro millones de dólares, y la decisión de renovar un préstamo en condiciones privilegiadas para promover el comercio bilateral.

En febrero, el ejército chino había brindado al servicio médico de las fuerzas de seguridad de Papúa-Nueva Guinea cursos de capacitación sanitaria y equipos de diagnóstico.

Morautu dijo al diario The National, de Papúa-Nueva Guinea, que no había visitado Beijing para mendigar, sino para establecer relaciones de largo plazo.

«Pienso que es importante buscar el desarrollo y la consolidación de esas relaciones mediante el comercio, en vez de pedir siempre», sostuvo.

En la actualidad, China es el mayor importador de productos forestales de Papúa-Nueva Guinea, con compras anuales por valor de 98 millones de dólares, y el total del comercio bilateral creció de cinco millones de dólares en 1991 a más de 233 millones de dólares el año pasado.

Las principales compras de Bejing a Port Moresby son madera, petróleo y productos del mar, mientras las principales compras de Papúa-Nueva Guinea a China son productos textiles, calzado, bicicletas, juguetes, materiales eléctricos, alimentos enlatados e insumos para la construcción.

La creciente relación entre ambos países preocupa a Australia, bajo cuya dominación colonial estuvo Papúa-Nueva Guinea hasta 1975.

El diario australiano Sydney Morning Herald informó que la asistencia de China a Papúa-Nueva Ginea aumentó 72 por ciento el año pasado, hasta llegar a 155 millones de dólares, una suma cercana a los 166 millones de dólares anuales de asistencia brindados por Australia.

El mismo periódico sostuvo en un editorial que la ofensiva china en el Pacífico Sur puede afectar los intereses australianos.

«El Pacífico Sur es la única región del mundo en la cual Australia es considerada algo similar a una potencia predominante, pero el área se ha vuelto conflictiva, y la situación está madura para que nuevos actores busquen ejercer influencia», comentó.

La asistencia de Australia a los países de la región ha estado condicionada a la implementación de políticas de ajuste estructural y liberalización del comercio, como las que suelen recomendar el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, cuya aplicación no ha solucionado los problemas de esas naciones.

En cambio, Beijing ofrece ayuda sin condicionamientos en materia de política económica.

Al mismo tiempo, China aumenta su influencia política en la región, al auspiciar negociaciones entre el gobierno de Indonesia y los insurgentes separatistas de la provincia oriental indonesia de Irian Jaya, fronteriza con Papúa-Nueva Guinea, que desean crear el Estado independiente de Papúa Occidental.

Beijing no ha declarado que apoye la independencia de Irian Jaya, pero el portavoz de los insurgentes, Franzalbert Joku, señaló que le agradaría que China fuera el primer país en establecer relaciones diplomáticas con su movimiento, y añadió que si eso no ocurre, buscará ayuda económica de Taiwán.

El establecimiento de vínculos formales entre China y los separatistas afectaría los intereses de Australia, cuyo primer ministro, John Howard, reafirmó esta semana en Indonesia que reconoce la soberanía de Yakarta sobre Irian Jaya.

Expertos en política regional piensan que Beijing sólo formalizará relaciones diplomáticas con el movimiento por la independencia de Papúa Occidental si éste logra apoyo del Foro del Pacífico Sur, que se reunirá esta semana en Naurú.

Naurú mantiene relaciones diplomáticas con Taiwán, que aportó cinco millones de dólares para la organización de la reunión del Foro, y es significativo que el gobierno de Naurú haya negado esta semana visas a cuatro dirigentes del movimiento insurgente de Irian Jaya que iban a asistir al encuentro.

El presidente de Naurú, Rene Harris, alegó que las visas no fueron otorgadas porque la presión de varias facciones de Papúa Occidental creaba una situación incómoda para su gobierno.

Los dirigentes independentistas que no podrán participar en la reunión acusaron a Australia de presionar a Naurú para que negara las visas, y sostuvieron que el gobierno australiano procede en esta cuestión como lo hizo en la de Timor Oriental.

Los insurgentes afirman que Australia obtuvo beneficios en sus relaciones comerciales con Indonesia, a cambio de no respaldar a los independistas timorenses, y que busca los mismos resultados en relación con el conflicto de Papúa Occidental.

El año pasado, los insurgentes lograron que la declaración final de la anterior cumbre del Foro mencionara el conflicto que los enfrenta con Yakarta, y se refiriera a Irian Jaya como Papúa Occidental.

Ese triunfo diplomático de los separatistas fue logrado con apoyo de Naurú y Vanuatu, pero este año el gobierno de Naurú, anfitrión de la cumbre, trata de mostrarse neutral en la lucha por el poder regional, según observadores. (FIN/IPS/tra- eng/ks/js/mp/ip/01

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