Los artistas cubanos invitados a la entrega de los premios Grammy Latinos viajarán a Estados Unidos cualquiera sea la sede de la ceremonia, prevista inicialmente en Miami y confirmada luego en Los Angeles.
«Las solicitudes de visa fueron presentadas la semana pasada», informó el director de Relaciones Internacionales del Instituto Cubano de la Música, Tomás Misas, quien negó que el cambio de escenario hubiera influido en la decisión de asistir a la fiesta, que se realizará el 11 de septiembre.
La Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación (LARAS, por su nombre en inglés), promotora del premio, alegó el martes que el cambio de Miami por la occidental ciudad de Los Angeles fue necesario para preservar la integridad y dignidad del espectáculo.
Los grupos radicales del exilio cubano en Estados Unidos habían organizado manifestaciones frente al coliseo donde estaba programada la ceremonia, en rechazo a la participación de artistas de la isla.
Michael Greene, presidente de LARAS, indicó que la proximidad de esas protestas a la Arena American Airlines, lugar elegido para la ceremonia, representaba un peligro potencial para los 10.000 invitados.
Por su parte, Misas consideró esas demostraciones «una muestra más de la intolerancia de la ultraderecha, que priva al resto de la comunidad latina y anglosajona (de Estados Unidos) de disfrutar de lo mejor de la música hecha en Cuba».
Expertos calculan que Miami pierde con el traslado de la ceremonia la oportunidad de obtener recursos por unos 40 millones de dólares.
Misas confirmó, además, que a la entrega de premios asistirán todos los cubanos seleccionados por la Academia y sus acompañantes, además de sendos ejecutivos de las compañías discográficas de este país, Producciones Unicornio y Bis Music.
La lista de candidatos de la isla a recibir premios incluye, entre otros, discos de Celina González y Omara Portuondo, Chucho Valdés, Isaac Delgado y Lázaro Ross.
González, con su álbum «50 años… como una reina», y Portuondo, con «Buena vista Social Club presenta a Omara Portuondo», competirán en la categoría de mejor disco tropical nacional.
Los Grammy Latinos se entregaron por primera vez el año pasado, también en Los Angeles. Al anunciar estos premios, Green dijo que se trataba de un homenaje a «los logros creativos y a la diversidad» del mundo de la música.
El septuagenario intérprete Ibrahim Ferrer, único músico de la isla galardonado en aquella ocasión, conquistó el primer premio Grammy Latino en el rubro «artista nuevo».
Entre los otros seleccionados para la primera ceremonia figuraron el cantautor Pablo Milanés, uno de los fundadores de la Nueva Trova, y la orquesta Los Van Van y el compositor José María Vitier.
LARA, fundada en 1997 por la Academia Norteamericana de Artes y Ciencias Discográficas, agrupa a músicos, productores y técnicos hispanoamericanos con el común objetivo de «mejorar la calidad de vida y condición cultural de la música latina y sus realizadores».
La entidad tiene entre sus miembros a 56 músicos y autores de la isla. Para poder ingresar a LARA se debe haber participado, como cantante, productor, compositor, músico o algún otro rubro técnico, en la grabación de seis canciones editadas en Estados Unidos.
Los Grammy Latinos permiten ensanchar las grietas abiertas en el competitivo mercado estadounidense por la música producida en Cuba a partir del «Buena Vista Social Club», ganador en 1997 del Grammy de la industria discográfica de Estados Unidos como mejor disco del género tropical-latino.
En ese álbum participaron numerosos músicos cubanos ya ancianos como Ferrer, Compay Segundo, Elíades Ochoa y Portuondo, y dio origen a la película dirigida por el alemán Wim Wenders, candidata en 2000 al premio Oscar de la industria cinematográfica estadounidense como mejor documental.
«El que triunfa en Estados Unidos es el que después triunfa en el resto del mercado internacional de la música», admitió, al respecto, Julio Ballester, director de la casa discográfica cubana Estudios de Grabaciones y Ediciones Musicales.
En entrevista de la prensa estatal, el directivo consideró que «a partir del Buena Vista Social Club y su repercusión, sobre todo en América del Norte, es que se empiezan a abrir nuevas posibilidades de que nuestra música penetre ese mercado tan complejo y tan difícil». (FIN/IPS/pg/dm/cr/01