El fenómeno meteorológico de El Niño reaparece este año, pero con menos fuerzas que en 1997-1998, cuando causó 24.000 muertes y daños por 34.000 millones de dólares en todo el mundo.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) anunció este martes que los modelos de previsión pronostican una manifestación débil de El Niño para los próximos seis a nueve meses en las áreas central y oriental del Pacífico tropical.
El fenómeno que se aproxima dista mucho de la intensidad alcanzada por el de 1997-1998, puntualizó Michael Coughlan, director del programa de Clima Mundial de la OMM.
Los científicos observaron señales de que se están desarrollando algunas de las características de El Niño. Sin embargo, esos cambios parecen ser de una relativa debilidad, tranquilizó Coughlan en una rueda de prensa.
De todos modos, el funcionario no excluyó la posibilidad de que, si bien más moderada, la nueva versión del Niño produzca manifestaciones individuales que puedan ocasionar grandes daños.
Además de millares de decesos y de pérdidas materiales cuantiosas, la última aparición de El Niño dejó también 533.000 personas afectadas por enfermedades y seis millones de desplazados. En total, perjudicó a 111 millones de personas en todo el mundo.
El Niño se caracteriza por el desplazamiento de aguas cálidas desde la zona occidental del Pacífico tropical hacia las mismas latitudes de las costas americanas de ese océano.
El calentamiento de las aguas del Pacífico oriental ocasiona cambios de las presiones atmosféricas y puede modificar la dirección habitual de los vientos.
Ese proceso, que se repite en períodos que oscilan entre cuatro y seis años, determina una reducción de las lluvias en Indonesia y en áreas de Filipinas y de Papúa Nueva Guinea, como sucedió en 1997-1998.
En contraste, las precipitaciones se concentran en la región oriental del Pacífico y en áreas litoraleñas de América del Sur. Cuando cedió a mediados de 1998 el fenómeno de El Niño, dio paso a una situación opuesta, conocida como La Niña, que enfría las aguas de la superficie del Pacífico tropical en las regiones central y oriental.
En la actualidad, la temperatura de las aguas del Pacífico central comienza a aumentar, pero de manera muy lenta, precisó el experto William Kininmonth, de la institución Australasian Climate Research.
La mayoría de las evaluaciones de los expertos no anuncian ningún calentamiento rápido que presagie la irrupción de una forma de El Niño de mayor envergadura en los próximos meses, insistió Kininmonth.
Pero el informe de los expertos de la OMM puntualizó que ese diagnóstico no debe llevar a la conclusión de que los próximos meses se caracterizarán por la ausencia de fluctuaciones climáticas.
Las temperaturas de la superficie oceánica influyen en las fluctuaciones climáticas regionales. En ese sentido, un área de temperatura más cálida en las aguas de superficie del Océano Vndico ha llamado la atención de los expertos.
El informe consignó que ese indicio puede tener consecuencias en los próximos meses en las fluctuaciones climáticas regionales del Vndico y de las áreas continentales adyacentes.
Las variaciones climáticas, en particular las ocasionadas por el calentamiento mundial, pueden ocasionar graves consecuencias financieras, como han estimado las compañias aseguradoras, llamadas a cubrir los riesgos.
Un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) calculó en 300.000 millones de dólares anuales los perjuicios que pueden ocasionar los ciclones tropicales frecuentes, la pérdida de tierras por elevación de los mares y los daños a la pesca, la agricultura y el abastecimiento de agua.
Sin embargo, Coughlan opinó que los efectos de El Niño no son desastrosos simultáneamente para todas las regiones.
Cuando numerosos países del hemisferio Sur eran arrasados por El Niño, en 1997-1998, la economía de Estados Unidos atravesaba por uno de sus momentos más boyantes del período de expansión que está terminando, dijo el experto de la OMM. (FIN/IPS/pc/ff/en/01