Estados Unidos y el Mercado Común del Sur (Mercosur) comenzarán el próximo martes en Uruguay conversaciones de incierto porvenir para un acuerdo de comercio que proseguirán luego de forma paralela a las negociaciones para la creación del ALCA.
Las dos partes buscan un atajo para superar los escollos que encuentran los negociadores del ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas), que representan a 34 países de distinto tamaño y perfil económico.
La iniciativa «cuatro más uno» se relaciona con la crisis financiera argentina y «sería positiva si Estados Unidos efectivamente abriese su mercado» a los productos agroindustriales, un rubro en que Argentina es competitiva, dijo a IPS Mario Marconini, director ejecutivo del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales (CEBRI).
Pero Washington indica el camino opuesto al aumentar este año a 30.000 millones de dólares los subsidios que concede a los agricultores y programar una asignación de casi 200.000 millones para los próximos diez años, advirtió Marconini, ex secretario de Comercio Exterior de Brasil.
Un «primer obstáculo» para el buscado acuerdo cuatro más uno del Mercosur con Estados Unidos es la renuencia del Congreso estadounidense a conceder a la administración de George W. Bush la autorización de «vía rápida» para firmar tratados comerciales sin el riesgo de enmiendas legislativas posteriores, agregó.
Así mismo, «es dificil imaginar» que Estados Unidos realice concesiones para un amplio acceso de países latinoamericanos a su mercado, puesto que no demuestra clara disposición a eliminar los subsidios ni la legislación antidumping, que bloquea numerosas exportaciones brasileñas, dijo Marconini.
Sobrearanceles excepcionales, en muchos casos superiores a cien por ciento, restringen el ingreso a Estados Unidos de 129 productos, de acuerdo con un estudio del CEBRI. En esa lista están incluídos «todos los productos brasileños competitivos», observó Marconini.
Washington podría abrir esas barreras y aumentar las cuotas que regulan la importación de varias mercancías, para facilitar las exportaciones del Mercosur. Pero en contrapartida, buscaría abrir el mercado de servicios, de compras gubernamentales y de otros rubros muy sensibles para Brasil, señaló el experto.
Aún así, «no se puede desistir de la negociación» cuatro más uno, ya que Brasil y el Mercosur tienen un peso económico importante y pueden obtener ventajas en ese proceso, dijo.
Un primer diálogo tendrá lugar este martes en el centro turístico de Punta del Este, 140 kilómetros al oriente de Montevideo. La ocasión estará dada por la reunión del Grupo de Cairns, conformado por 17 países que pretenden la eliminación de los subsidios agrícolas en el comercio mundial.
Los cancilleres y ministros de Agricultura de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, los cuatro miembros del Mercosur, estarán presentes en la conferencia de Punta del Este. Y por Estados Unidos, invitado a la reunión, aunque no forma parte del Grupo de Cairns, participará el representante de Comercio exterior Robert Zoellick.
La segunda instancia del diálogo se tendrá el 21 de septiembre en Washington. El canciller brasileño Celso Lafer descartó la posibilidad de discutir la legislación antidumping de Estados Unidos, que es cuestionada por Brasil en varios foros.
La negociación cuatro más uno puede recoger la experiencia de Chile, que intenta lograr este año un acuerdo comercial con Estados Unidos. Los negociadores chilenos pretenden incluir en el eventual tratado un mecanismo bilateral de solución de controversias.
El diálogo cuatro más uno es positivo, pues el Mercosur se fortalece al negociar como bloque, alejando el riesgo de su dilución en el ALCA, según la opinión de Rubens Ricúpero, secretario general de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.
El desequilibrio de fuerzas es inevitable ante el gran poder de Estados Unidos, pero se atenúa si el interlocutor es un conjunto de naciones al que se podrían agregar Bolivia y Chile, dos países asociados al Mercosur, aunque no miembros plenos, razonó Ricúpero, ex ministro de Hacienda de Brasil.
El éxito del Mercosur «depende de la agenda y de los temas a negociarse», pero lo ideal es que ese diálogo sea «simultáneo y sintonizado» con las negociaciones globales «en la Organización Mundial de Comercio (OMC)», agregó.
Es previsible que Estados Unidos se niegue a negociar con países latinoamericanos los subsidios agrícolas y sus duras reglas antidumping, pero «lo hará en algún lugar», aseguró Ricúpero.
La realización de negociaciones paralelas en ámbitos distintos permitirá ver en cuál de ellas es posible lograr progreso en cada cuestión. De ese modo se creará «un vínculo no formal» entre los dos procesos de diálogo, explicó Ricúpero.
Además, Brasil, y por ende el Mercosur, es muy distinto de México, que antes incorporarse al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, junto a Canadá y Estados Unidos, ya concentraba 80 por ciento de sus exportaciones en el mercado estadounidense.
Brasil distribuye su comercio, en proporciones semejantes, en la Unión Europea, Estados Unidos, Asia y América Latina, y debe jugar «en todos los tableros», especialmente en la OMC, que mejora el acceso a mercados de 142 países, concluyó Ricúpero.
Fue una «sorpresa» que Estados Unidos anunciara la negociación con el Mercosur al tiempo que el Fondo Monetario Internacional, con el aval de Wasgington, resolviera conceder a Argentina una ayuda de 8.000 millones de dólares, indicó Marconini.
«Nunca se establece esa asociación entre finanzas y comercio», aunque sería conveniente hacerlo, observó.
Pero la idea del diálogo cuatro más uno «no es nueva», puntualizó Ricúpero. En efecto, Estados Unidos y el Mercosur convinieron en 1991, cuando nacía el bloque del sur latinoamericano, la creación de un foro de discusiones comerciales, aunque la iniciativa cayó luego en el olvido. (FIN/IPS/mo/ff/if/01
