El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, instó a superar discrepancias internacionales para salvar la Conferencia Mundial contra el Racismo, que comenzará este viernes y terminará el 7 de septiembre.
La conferencia se realizará en el oriental puerto sudafricano de Durban, y la última reunión oficial preparatoria terminó a comienzos de este mes sin acuerdos sobre las propuestas de declaración final y programa de acción, pero continúan los esfuerzos para llegar a un entendimiento.
El lunes se anunció que el secretario de Estado de Estados Unidos, Colin Powell, ha decidido no asistir a la reunión de Durban, debido a discrepancias de Washington con el contenido de esas documentos.
El gobierno estadounidense objeta las propuestas de condenar «políticas racistas» de Israel en los territorios ocupados palestinos de Cisjordania y Gaza, y la iniciativa de que los países occidentales paguen indemnizaciones al mundo en desarrollo por sus pasadas prácticas colonialistas y esclavistas.
«Hay demasiado lenguaje ofensivo en los documentos preparatorios de la conferencia. A esta altura, no creo que podamos lograr un acuerdo», indicó un alto funcionario estadounidense.
Observadores piensan que Washington enviará a la conferencia una delegación de bajo nivel, sin potestades para tomar decisiones importantes.
«Mientras hablamos, se realizan esfuerzos y se negocian los términos de un posible acuerdo, pero es obvio que corresponde a cada gobierno decidir acerca de su participación en la conferencia», dijo Annan a periodistas en Ginebra.
El secretario general subrayó que se trata de «un asunto entre Estados miembros» de la ONU, pero informó que ha exhortado en forma personal a todos los gobiernos a asistir a la reunión de Durban, para hacer oír sus voces y contribuir a la negociación de los acuerdos finales.
«Espero que sea posible acordar propuestas para avanzar, en términos que permitan la participación de todos», añadió.
La posición de Washington no representa los intereses de los afroestadounidenses, afirmó Ron Walters, del Instituto de Liderazgo Afroestadounidnse de la Universidad de Maryland.
En encuestas de opinión, 65 por ciento de los afroestadounidenses consultados apoyaron la propuesta de indemnizaciones por prácticas esclavistas, explicó.
«Es mejor que no haya delegados del gobierno estadounidense en Durban, si la otra posibilidad es que Washington envíe una delegación con el mandato de debilitar las resoluciones de la conferencia», opinó.
Ignorar lo que ocurre en los territorios ocupados por Israel sería el colmo de la hipocresía por parte de la ONU, dijo a IPS un diplomático árabe que pidió no ser identificado.
«Queremos expresar (en Durban) nuestra profunda preocupación por las prácticas de discriminación racial contra palestinos» en esos territorios, señaló.
Los países árabes exhortan a Israel a que revise su legislación, que consideran basada en criterios racistas y religiosos, para que no se prive a palestinos refugiados y desplazados internos del derecho a regresar a sus hogares y recuperar sus propiedades, agregó.
Israel otorga ciudadanía en forma automática a cualquier persona nacida en otro país que considere judía, con base en criterios religiosos, explicó Hussein Ibish, de la Comisión Arabe- Estadounidense contra la Discriminación, con sede en Washington.
Sin embargo, el Estado israelí impide que refugiados palestinos regresen a sus hogares, de los cuales fueron desplazados por la creación de Israel en 1948, con el único argumento de que no son judíos, apuntó.
«La conferencia de Durban será una parodia si no considera las prácticas racistas de Israel», comentó.
Estados Unidos y otros países occidentales no tienen derecho a establecer la agenda de la conferencia, dijo el mes pasado el ministro de Relaciones Exteriores de Sudáfrica, Nkosazana Dlamini- Zuma.
«Es muy poco realista esperar que la conferencia ignore por completo lo que ocurre en Medio Oriente y permanezca en total silencio sobre eso», comentó.
Los autores de la propuesta de programa de acción plantearon solicitar en ella a todos los organismos de la ONU que «se esfuercen para lograr que Israel ponga fin a su ocupación de Jerusalén y a todas sus prácticas racistas».
También que la comunidad internacional asegure «el reconocimiento de Jerusalén como ciudad reverenciada y santa para las tres religiones más extendidas en el mundo (la musulmana, la cristiana y la judía), que debe servir como fuente de inspiración histórica y cultural, símbolo de civilización y diálogo religioso, y epítome de tolerancia e igualdad».
Otro pedido a los Estados miembros de la ONU es el de «asumir su responsabilidad de brindar protección internacional al pueblo palestino en territorios ocupados, contra cualquier acto de racismo, discriminación o negación de derechos humanos básicos, entre ellos los derechos a la vida, la libertad y la autodeterminación».
En la propuesta de declaración final, de 41 páginas, se plantea indicar que la conferencia «reconoce con profunda preocupación el aumento de prácticas racistas de sionismo y antisemitismo en varias partes del mundo, así como la emergencia de movimientos violentos basados en racismo e ideas discriminatorias».
Entre esos movimientos se destaca «en especial al movimiento sionista, basado en una idea de superioridad racial».
El documento pide a «los Estados que llevaron a cabo prácticas esclavistas y se beneficiaron del comercio transatlántico de esclavos y el sistema de esclavitud de africanos que inicien un diálogo constructivo con la gente de ascendencia africana».
Ese diálogo debe buscar «la identificación e implementación de medidas de reparación ética y moral, así como otras que puedan acordarse».
También pide asegurar el derecho de solicitar reparaciones materiales justas y adecuadas por cualquier daño o perjuicio debido a la esclavitud, ante trribunales nacionales competentes u otras instituciones nacionales.
En la propuesta de programa de acción se «insta a los Estados a reconocer que siglos de esclavitud y otras formas de servidumbre de africanos, personas de ascendencia africana e integrantes de otros pueblos indígenas, así como el comercio de esclavos, causaron graves y duraderos daños económicos, políticos y culturales a esos pueblos».
La inciativa plantea establecer un sistema internacional de compensaciones por esos daños. (FIN/IPS/tra-eng/td/aa/mp/hd/01