COMERCIO: Mercado de acero bajo amenaza de ola proteccionista

El mercado mundial de acero sufrirá una ola de proteccionismo si Estados Unidos adopta las nuevas restricciones a la importación que temen los empresarios brasileños.

«La escalada puede ser incontrolable, con barreras sobre barreras», porque los exportadores rechazados en Estados Unidos intensificarán la competencia por otros mercados y todos tratarán de defenderse, advirtió María Silvia Bastos Marques, presidente del Instituto Brasileño de Siderurgia (IBS).

Washington inició en junio un proceso de investigación, de acuerdo con la sección 201 de su legislación comercial, contra casi todos los tipos de acero importado, para detectar posibles perjuicios a la industria nacional.

La investigación podría derivar en salvaguardias que dificultarían o, en el caso extremo, bloquearían totalmente las importaciones desde el año próximo. Barreras estadounidenses anteriores afectaban a productos acabados, como el acero laminado.

Por esa razón, la exportación brasileña de los aceros de mayor valor agregado cayó sistemáticamente desde 1992, dijo Bastos Marques, también presidenta de la Compañía Siderúrgica Nacional, una de las grandes empresas del sector.

La amenaza se extiende ahora a los productos semiacabados, que representan dos tercios del volumen exportado por Brasil y el segmento más competitivo, debido a que el país dispone del mejor mineral de hierro del mundo, según el vicepresidente del IBS, José Armando de Campos.

Mientras gran parte del mineral brasileño tiene entre 64 y 67 por ciento de contenido metálico fácil de separar, el de Estados Unidos presenta un tenor de solo 35 por ciento, de costoso aprovechamiento.

«Pelear contra la siderurgia brasileña es pelear contra la naturaleza que la favoreció», sentenció De Campos, presidente de Tubarao, otra gran empresa del sector.

«Brasil es el país más competitivo del mundo en siderurgia básica», coincidió Jorge Gerdau Johannpeter, presidente de Gerdau, el grupo más internacionalizado del sector brasileño, con fábricas instaladas en Argentina, Canadá, Chile, Estados Unidos y Uruguay.

El IBS reúne a 11 grupos empresariales que controlan las 26 fábricas que producen todo el acero brasileño. La producción del año pasado alcanzó 27,9 millones de toneladas, 10 millones de las cuales fueron exportadas por 2.400 millones de dólares, cerca de un tercio a Estados Unidos.

Brasil es el octavo productor y exportador mundial de acero. El sector fue totalmente privatizado a partir de 1992. Actualmente emplea a 66.530 trabajadores, la mitad que en 1991, pero su producción aumentó 24,6 por ciento.

Estados Unidos consume cerca de 130 millones de toneladas de acero anuales e importa unos 30 millones. Brasil «no agrede sino que complementa» la siderurgia estadounidense, permitiéndole mayor competitividad, según De Campos.

Las empresas de Estados Unidos son modernas y competitivas en productos acabados —85 por ciento de sus últimas inversiones se destinaron a laminación y galvanización—, pero no es así en materia de productos semiacabados, cuyas fábricas son «obsoletas, envejecidas», explicó.

La importación de semiacabados brasileños asegura a Estados Unidos una cadena productiva más eficiente y barata, afirmó De Campos. La producción de placas en Brasil cuesta entre 135 y 171 dólares por tonelada, mientras varía de de 179 a 248 dólares en Estados Unidos, informó el IBS.

Con estos argumentos, los empresarios brasileños tratan de desalentar al gobierno de Estados Unidos y a sus pares de ese país de adoptar nuevas medidas proteccionistas que provocarían reacciones en cadena.

Canadá y México ya estudian elevar su protección, ante la perspectiva de aumentos de los aranceles estadounidenses. No son mercados importadores relevantes, pero son ejemplos de la tendencia al proteccionismo que puede diseminarse por el mundo, dijo Bastos Marques.

La aplicación muy frecuente de medidas antidumping (contra la competencia desleal de precios) y de salvaguardia por parte de Estados Unidos constituye una preocupación de todos los que exportan al mayor mercado mundial. El problema es más acentuado en la siderurgia.

En los años 90, la industria estadounidense de acero pidió 216 acciones antidumping al gobierno, que atendió 105 de esas solicitudes. Los pedidos de salvaguardia, es decir de mayor protección ante daños provocados por la importación, fueron 76, de los cuales 32 aceptados.

Washington actúa bajo la presión de la industria nacional, pero ha manifestado también su preocupación por reducir el exceso de la capacidad mundial de producción. Por eso propuso la negociación de un acuerdo multilateral sobre acero, tendiente a suprimir fábricas antieconómicas y subsidiadas.

El IBS apoya la negociación siempre que se base sobre criterios de competitividad, es decir la eliminación de «capacidad productiva mantenida artificialmente», como ocurre en Estados Unidos y Europa oriental, declaró Bastos Marques.

No es posible aceptar la pretensión estadounidense de reducir los excedentes en países que producen más de lo que consumen, pero de forma competitiva, porque eso sería trabar el comercio internacional y el proceso de globalización, concluyó. (FIN/IPS/mo/mj/if/01

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