Los reclamos de reforma de las leyes islámicas en el sudeste de Asia, en especial en lo referente a los derechos de la mujer, son cada vez más fuertes, pero las activistas sostienen que no se las escucha y se las acusa de «antiislámicas».
Las reformas solicitadas se refieren a los prejuicios contra las mujeres en el derecho de familia y el matrimonio, y se pide la adaptación de la «Sharia» o ley islámica a los tiempos actuales.
Pero los cambios, exigidos cada vez más en Indonesia, Malasia, Pakistán y Filipinas, no son fáciles de impulsar, porque los activistas y grupos promotores de los derechos de la mujer son acusados de atentar contra el Islam.
«Cuestionar la Sharia y la aplicación de la ley no significa que seamos antiislámicas ni que cuestionemos la palabra de Dios», aclaró Zainah Anwar, directora ejecutiva de la organización no gubernamental malasia Hermanas en el Islam.
Lo que muchas musulmanas del sudeste asiático cuestionan es la interpretación del mensaje del Corán, que está «limitada por la capacidad humana», explicó Zainah.
Las objeciones a los cambios también tienen origen en el temor a la inestabilidad luego de siglos de obedecer las mismas reglas en muchos países, opinó Cynthia Abubakar, del Instituto de Estudios Islámicos de la Universidad de Filipinas, en una entrevista.
Una conferencia celebrada el mes pasado en Kuala Lumpur sobre el Islam y las mujeres puso de relieve la necesidad de mayor justicia y consideración por la mujer en las leyes islámicas, en especial en lo relativo al matrimonio, el divorcio y la familia.
La cuestión de la dote, que algunos llaman «el precio de la novia», fue una de las más controvertidas.
Mientras algunas musulmanas la consideran degradante y un mal comienzo para el matrimonio, otras creen que constituye una forma de protección financiera para la mujer en tiempos de crisis.
Siti Ruhaini Dzuhayatin, del Centro de Estudios sobre la Mujer de Indonesia, opinó que la dote debería ser pequeña y simbólica, porque «si es una suma grande, otorga un sentido de propiedad».
«Debemos combatir ese sentimiento de propiedad que los hombres tienen sobre nosotras», exhortó.
Sin embargo, la dote puede ofrecer protección a las mujeres iraníes en caso de disputas matrimoniales, y con frecuencia «es la única herramienta de negociación que tiene la mujer», señaló Ziba Mir Hosseini, una investigadora iraní sobre las relaciones de género en el Islam de la Universidad de Cambridge y autora de varios libros sobre el tema.
Otras activistas cuestionaron los principios patriarcales subyacentes a las leyes islámicas del matrimonio en muchos países.
Por ejemplo, citaron las leyes que permiten el casamiento de niñas de 12 años, restan importancia al consentimiento de la mujer para contraer matrimonio frente a la autoridad de su guardián masculino o «wali», o hacen del divorcio una opción mucho más accesible para los hombres que para las mujeres.
En cuanto a la poligamia, algunas activistas pretenden modificar las leyes y otras abolirla directamente, como ya se ha hecho en Túnez y Turquía, dos países islámicos.
Las leyes islámicas establecen que un hombre puede tener hasta cuatro esposas si puede mantenerlas a todas en iguales condiciones. Sin embargo, muchos musulmanes de Malasia y Singapur cruzan la frontera hacia Tailandia o Indonesia y contraen nuevas nupcias sin registrar a sus esposas legalmente, según abogados.
La cuestión de la poligamia no sólo tiene que ver con la religión, sino también con costumbres sociales.
«Actualmente ya no es aceptable para nosotras» las filipinas, declaró Norma Maruhom, de la Red Nacional por los Derechos de la Mujer Musulmana, de Filipinas.
Además, aun si es una excepción, la poligamia hace que las relaciones de género sean desparejas. «Aunque la mayoría de los hombres no la practican, la posibilidad de tener varias mujeres los coloca en una posición de poder», afirmó Hosseini.
Las leyes islámicas pueden variar de un país a otro, pero sus raíces siempre se encuentran en la sociedad patriarcal, observó Amira el-Azhary Sonbol, profesora de historia islámica en Egipto.
Esto se refleja en el papel tradicionalmente más influyente de los familiares masculinos en el casamiento de una mujer o en la necesidad del permiso del esposo para que la mujer pueda trabajar fuera de su hogar, agregó.
«¿Existe una sola manera de considerar a las mujeres, como lo hacen las leyes actuales?», preguntó Rasidah Shuib, una experta en salud de Malasia. «Es hora de reexaminar esa premisa, porque está equivocada», afirmó.
Nasaruddin Umar, de la Red de la Ciencia Islámica de Yakarta, señaló la necesidad de una retraducción del Corán como base para las reformas.
La retraducción del Corán al indonesio y al malayo corregiría errores que convierten sugerencias en obligaciones, siempre en desmedro de los derechos de la mujer, dijo Umar.
Además, más mujeres musulmanas deben aprender el Corán y la historia y jurisprudencia islámica, señalan las activistas.
Sonbol urgió a las mujeres a involucrarse en el estudio de las leyes, y Hossaini destacó que los últimos 40 años produjeron una generación de musulmanas con conocimientos suficientes para impulsar reformas.
Sin embargo, los cambios deben impulsarse dentro del concepto de justicia del Islam, porque «no todo lo bueno para las mujeres viene de Occidente», advirtió Shah, de Hermanas en el Islam.
«El Islam también tiene caminos para las mujeres, aunque tenga algunos aspectos opresivos», señaló Hosseini.
Si bien algunas activistas creen que las leyes deben reformarse y otras cuestionan sus propias bases, lo importante es discutirlas.»Es como una herida. Si la vendamos, no sanará», dijo.
«Mientras tanto, las puertas están abiertas y los cambios comienzan a ocurrir», celebró Hosseini. (FIN/IPS/tra-en/js/mlm/hd-cr/01