/BOLETIN-DD HH/ JAPON: Koizumi despierta a los demonios, pero pocos lo notan

La opinión pública de Japón recibió con indiferencia el anuncio del primer ministro Junichiro Koizumi de que visitará este miércoles el monumento a los soldados caídos en la segunda guerra mundial, que también recuerda a culpables de crímenes contra la humanidad.

Buena parte de la sociedad, en particular los jóvenes, parece ignorar las atrocidades cometidas por el ejército imperial en la invasión a China, Corea del Sur, Filipinas, Indonesia, Malasia y Singapur en los años 30 y 40.

«Herir a una mujer con una bayoneta no es algo agradable. Pero si no lo hacías te llamaban cobarde y nunca eras ascendido. Perdí mi humanidad por completo. Cuanto más mataba, más lo disfrutaba», dijo un ex soldado japonés en la película documental «Demonios japoneses», estrenada este año.

Los recuerdos del ex soldado sobre la ocupación japonesa de Manchuria (China) en la década de 1930 son las primeras confesiones públicas sobre los crímenes de guerra de Japón.

«Demonios japoneses» expone las historias de 14 veteranos de guerra que, a instancias del director Minori Matsui, relatan los hechos. El filme fue exhibido ante pequeños grupos en Japón y proyectado en febrero en Alemania. Pero volverá a los cines japoneses en diciembre.

Un ex soldado afirmó que luego de violar a una mujer china, la mató, la descuartizó y se repartió los restos con sus compañeros, pues no habían comido carne en varias semanas.

Otro recordó que fue tal su ira al ver a una mujer dando a luz a su hijo que incendió la casa donde ella se encontraba, con sus ocupantes dentro.

Había olvidado, dijo, la advertencia de su madre antes de partir al frente: «Si tienes que matar en la guerra, está bien. Pero no importa lo que hagas, no toques a las mujeres ni a los niños».

Estas confesiones, algunas sin muestras de emoción, otras con risas nerviosas o con lágrimas, pueden explicar por qué el anuncio de la visita de Koizumi al monumento Yasukuni causó rechazo en los países que padecieron el expansionismo japonés.

El monumento rinde homenaje a 2,5 millones de soldados muertos en la guerra del Pacífico, entre ellos notorios criminales de guerra como el general Hideki Tojo, el primer ministro que introdujo a Japón en la segunda guerra mundial.

Tojo, que comandó las operaciones de guerra, fue juzgado por un tribunal internacional organizado por Estados Unidos tras la rendición de Japón y ejecutado en 1948.

Antes de asumir como primer ministro este año, Koizumi prometió que visitaría el lugar el 15 de agosto, fecha que conmemora la rendición japonesa a las fuerzas aliadas en 1945.

La ministra de Relaciones Exteriores, Makiko Tanaka, sugirió a Koizumi que cancelara la visita, mientras que China y Corea del Sur hicieron público su desagrado.

En respuesta a las objeciones de esos países, Koizumi explicó que su propósito era «mostrar respeto por aquellos que sacrificaron su vida por Japón y reflejar con renovada energía que eso no debe volver a ocurrir».

«Tomaré la decisión luego de meditarlo cuidadosamente y de escuchar la opinión de varias personas», dijo Koizumi.

«Los políticos creen que (la visita) es importante y que es lo correcto. Es parte de la tradición», señaló un profesor universitario de Tokio.

Organizaciones de derechos humanos anunciaron que demandarán a Koizumi si se suma a las ceremonias de Yasukuni.

Pero para muchos jóvenes, la visita carece de significado. Dos mujeres jóvenes sonrieron avergonzadas cuando se les preguntó cómo se enteraron de la agresión japonesa contra los países vecinos, la práctica de torturas y el uso de cientos de miles de mujeres como «esclavas sexuales» de los soldados.

Pero cuando se les preguntó sobre la intención del primer ministro de visitar Yasukuni, contestaron al unísono: «No nos interesa si Koizumi va o no».

Los críticos afirman que el intento japonés de blanquear su papel en la guerra ha impedido que la juventud conozca a fondo los actos de sus mayores durante la invasión japonesa a los países vecinos.

El Consejo Metropolitano de Tokio aprobó la semana pasada el uso de un polémico texto de historia escrito por historiadores nacionalistas, y aprobado por el Ministerio de Educación para las escuelas secundarias, que explica la guerra expansionista como un acto patriótico.

«Mientras estudiaba en Estados Unidos encontré un libro que relataba la masacre de Nanjing» de 1937, cuando las tropas imperiales japonesas ingresaron a la entonces capital china y asesinaron a 300.000 civiles, dijo Yuzo Nishiyama, un estudiante de literatura inglesa de 20 años.

«En el libro vi una fotografía de un soldado decapitando a un chino. Me sentí muy mal. Desearía que eso no volviera a ocurrir», agregó.

La abogada Koko Hondo recordó haberse sentido «deprimida e impactada» cuando estudió esos hechos a los 17 años en el colegio Milton Keynes, en Gran Bretaña.

«Sabemos que Japón invadió varios países asiáticos. Debemos admitir eso, pero, al mismo tiempo, debemos respetar a los soldados que lucharon por nosotros. Son criminales porque perdimos la guerra», sostuvo.

Grupos de japoneses han visitado a los países vecinos y han pedido perdón a los familiares de las víctimas del ejército japonés. Pero actualmente muy pocos prestan atención a las ceremonias del monumento de Yasukuni.

Si bien recibe a muchos visitantes durante las celebraciones del verano boreal, Yasukuni está lejos de ser uno de los monumentos preferidos por los japoneses. «Casi nadie va a Yasukuni», dijo un profesor entrevistado en Tokio.

El único hecho llamativo del 15 de agosto es cuando un grupo de ancianos veteranos de guerra vestidos con sus uniformes desfilan al son de una marcha militar. A veces se producen incidentes entre grupos de extrema derecha y manifestantes pacifistas o familiares de víctimas de la guerra.

Algunos de los veteranos de guerra que acuden al lugar cada mes de agosto preferirían no hacerlo, pero aseguran que la historia los obliga.

«Voy al monumento de Yasukuni todos los años y lo odio. Pero prometimos que si sobrevivíamos, cumpliríamos con esta suerte de peregrinación», declaró un ex piloto de 85 años. (FIN/IPS/tra- en/ek/js/dc/aq/hd ip/01

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