El instituto más grande de India para investigaciones sobre el cáncer fue acusado de usar medicamentos tóxicos, prohibidos en Estados Unidos, en pruebas con seres humanos apoyadas por la estadounidense Universidad Johns Hopkins.
El Centro Regional de Cáncer, en el meridional estado de Kerala, realizaba los experimentos desde hacía dos años. El proyecto tenía el objetivo de obtener pruebas sobre un derivado del ácido NGDA extraído del chapparael, una planta del desierto.
Los problemas comenzaron cuando el médico V.N.Bhattathiri advirtió a la Comisión de Derechos Humanos del gobierno que los pacientes eran sometidos a peligrosos ensayos clínicos con el ácido NGDA, que está prohibido por la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA).
«Los científicos estadounidenses querían una vía rápida para realizar estudios en seres humanos, luego de haberlo hecho con ratones. Estas pruebas son realizadas aquí porque las leyes en Estados Unidos sobre ensayos clínicos son cada vez más severas», afirmó.
La estadounidense Oficina de Protección contra Investigaciones en Seres Humanos instó a la universidad de Maryland a suspender los estudios por implicar «más riesgos de lo mínimo aceptado», luego de que dos voluntarios murieran en un experimento sobre asma.
Hopkins recibió del fondo federal para investigaciones 301 millones de dólares el año pasado, mucho más que los demás institutos de estudios médicos.
En 1992, la FDA advirtió que el ácido NGDA es altamente tóxico. No obstante, uno de los derivados del ácido, llamado M4N, fue usado por el Centro para probar su capacidad de curar casos de cáncer no hereditario, aun cuando la FDA le retiró la categoría de elemento «seguro en general», señaló Bhattathiri.
El químico M4N fue inyectado en tumores como parte del estudio y el Centro aseguró que los resultados fueron positivos en la mayoría de los casos.
El medicamento fue administrado en 25 pacientes con cáncer al cerebro o el cuello. Los médicos postergaron la extracción de los tumores para observar los efectos del nuevo fármaco.
El director del Centro, Krishnan Nair, ganador del premio Padma Sree por su labor en la investigación científica, rechazó las acusaciones y aseguró que el hospital nunca utilizó medicamentos prohibidos.
«De hecho, hemos llevado a cabo los primeros ensayos en humanos y los resultados fueron excelentes. No se violó ninguna norma médica o ética», afirmó.
«Hasta ahora, no se constataron efectos colaterales en ningún paciente. De las 25 personas sometidas al tratamiento, 16 están bien y su desarrollo sigue siendo observado, dos murieron debido a compliaciones de otra índole, cinco progresaron, uno desarrolló un segundo cáncer primario y del restante no se tienen datos», indicó.
El instituto, creado en 1982, fue aprobado como un «centro colaborador» por la Organización Mundial de la Salud. Más de 10.000 pacientes de cáncer piden tratamiento y 150.000 pacientes externos lo visitan cada año.
Varias agencias internacionales tienen vínculos con las investigaciones sobre cáncer del Centro.
De todas formas, el instituto fue obligado a suspender el controvertio proyecto de ensayos clínicos debido a la campaña en su contra.
El primer ministro de Kerala, A.K.Antony, prometió tomar acciones. «El gobierno está preocupado por el caso y no puede actuar con liviandad. Si alguien está en falta, se deben tomar acciones», afirmó.
S. Balaraman, miembro de la Comisión de Derechos Humanos que trata el caso, informó que se exigió un informe al director del Centro.
La Universidad Johns Hopkins tuvo que abandonar una propuesta para realizar un proyecto sobre salud pública en Kerala, debido a la intensa presión de los críticos que la acusaban de carecer de «transparencia contractual».
La polémica puso sobre el tapete la falta de pautas éticas en las pruebas con pacientes realizadas en los hospitales de India. La presión de la industria farmacéutica para probar nuevas medicinas en seres humanos ha aumentado de manera notoria en los últimos años.
«Debido a los rigurosos controles a las pruebas de medicamentos en las sociedades industrializadas, la búsqueda de voluntarios los llevó a los países en desarrollo, donde la falta de controles éticos les garantiza alternativas más baratas y menos engorrosas», dijo un médico del Centro.
G. Vijayaraghavan, un profesor de cardiología retirado, dijo que las débiles normas sobre experimentos en humanos en los países en desarrollo estimulan a firmas del Norte a aprovechar esa debilidad.
Por su parte, Bhattathiri recordó el caso de un medicamento desarrollado por una firma británica, que fue usado en estudios sobre cáncer en India. Bhattathiri explicó que el principal químico del medicamento está prohibido en Gran Bretaña debido a sus efectos negativos en el crecimiento humano.
«El fármaco fue utilizado con pacientes que pudieron haber sido sometidos a tratamientos comunes, en lugar de recibir un medicamento experimental en contra de las convenciones éticas y morales», añadió.
Activistas de derechos humanos advirtieron que los pacientes, la mayoría de ellos pobres, están en riesgo de convertirse en el objeto de los ensayos clínicos diseñados para obtener ventajas farmacéuticas.
«Lo más triste es que, si las pruebas tienen éxito, los nuevos medicamentos sólo beneficiarán a los países industrializados», sostuvo Purushottaman Mulloli, líder del Consejo de Acción Común, dedicado a investigar violaciones de los derechos humanos en la salud. (FIN/IPS/tra-en/rlb/rdr/js/rp/aq/hd he/O1