Un grupo de científicos asesores de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) recomendó mantener la prohibición del uso de maíz genéticamente modificado StarLink en alimentos para humanos.
Activistas por la salud y el ambiente elogiaron la decisión del grupo, integrado por 16 especialistas, que sugirió a la EPA no aceptar el pedido de la firma Aventis CropScience de autorización del uso en alimentos destinados al consumo humano de StarLink, su variedad transgénica de maíz amarillo.
La EPA aprobó en 1998 el uso de Starlink en la producción de etanol y de raciones para ganado, pero no para alimentos de consumo humano, debido a la incertidumbre sobre sus eventuales efectos en la salud.
La variedad transgénica en cuestión es cultivada en Estados Unidos y hay fuertes indicios de que ha sido empleada en la producción de alimentos en otros países, por ejemplo a partir de muestras enviadas a un laboratorio de Hong Kong.
A comienzos de este año, ambientalistas descubrieron que varios productos alimentarios, elaborados por concesionarios tailandeses de firmas transnacionales, contenían pequeñas cantidades del pesticida Cry9C, exclusivo del StarLink.
El Cry9C es incorporado mediante biotecnología a esa variedad de maíz, para lograr una variedad inmune a determinadas plagas.
El año pasado se había descubierto en Estados Unidos que tortillas de maíz amarillo para tacos contenían el producto transgénico, luego de que varios consumidores presentaran fuertes reacciones alérgicas.
Este año se detectaron trazas de StarLink en alimentos elaborados con maíz blanco, pese a que se consideraba imposible que hubiera cruzamiento entre éste y la variedad amarilla genéticamente modificada.
Ambientalistas señalaron que los incidentes confirmaban su temor de que no sea posible bloquear en forma eficaz el uso del transgénico en alimentos para el consumo humano en Estados Unidos.
Aventis ha insistido en que StarLink no implica riesgos para la salud humana, pero los asesores de la EPA decidieron el viernes que no había suficiente evidencia para llegar a una conclusión en la materia, y recomendaron mantener la prohibición.
La EPA había encargado al grupo de expertos que evaluara la posibilidad de establecer un «nivel de tolerancia», es decir, un máximo aceptable de StarLink en alimentos para seres humanos, que garantizara la inocuidad de los productos.
Los científicos concluyeron que «no existe información adecuada para establecer en forma científica que la exposición (a StarLink) no es perjudicial para la salud pública», y por lo tanto «no pudieron recomendar un nivel específico de tolerancia» informó la EPA en un comunicado.
Es «medianamente probable» que ese maíz transgénico provoque reacciones alérgicas en humanos, y esfuerzos combinados de Aventis y del Departamento de Agricultura estadounidense pueden asegurar que el producto quede por completo ausente de alimentos consumidos en el país en 2002, indicaron los especialistas.
Los asesores del gobierno apoyan la demanda de una «completa investigación sobre el impacto de StarLink en seres humanos y en el ambiente, antes de considerar el pedido de permitir su consumo», destacó la organización no gubernamental (ONG) Coalición de Alerta sobre Alimentos Genéticamente Modificados.
Ese grupo ambientalista reivindica haber sido el primero en descubrir StarLink en tortillas, y había acusado al gobierno de utilizar información «insuficiente» en el estudio de casos de alergias que se consideran provocadas por ese producto.
La coalición está integrada por las ONG Centro para Alimentos Seguros, Amigos de la Tierra, Instituto de Agricultura y Política Comercial, Grupo Ambiental Nacional y Asociación de Consumidores de Productos Orgánicos, entre otras.
Aventis se negó a dar datos sobre el impacto en sus finanzas de la prohibición de StarLink, pero aseguró que es «mucho menor que el manejado en especulaciones periodísticas» que lo estimaron en unos 1.000 millones de dólares.
La compañía, filial en Estados Unidos de una firma francoalemana, afronta varias demandas por distribuir alimentos contaminados, y alega que la responsabilidad no le corresponde, porque el maíz transgénico que desarrolló y patentó es cosechado y distribuido por terceros.
Aventis y concesionarios involucrados en la cadena de producción y distribución de StarLink, que incluyen a granjeros y procesadores de alimentos, mantienen en la actualidad una disputa sobre la responsabilidad que les corresponde ante las demandas. (FIN/IPS/NA/HE/EN/AA/rp-mp/he en/01