Unas 200 organizaciones de la sociedad civil protestaron contra el esfuerzo de Estados Unidos por frustrar los intentos de regulación de los organismos transgénicos en Sri Lanka y Tailandia.
Una coalición de grupos de agricultores, consumidores y ambientalistas citó, en una carta al representante comercial de Estados Unidos, Robert Zoellick, varios casos en que Washington ha aenazado con involucrar a organismos de comercio o imponer sanciones si esos países aplican normas sobre cultivos modificados genéticamente.
Un portavoz de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos admitió la recepción de la carta el martes 14, pero se negó a hacer comentarios por el momento. Las embajadas de Sri Lanka y Tailandia tampoco quisieron formularon declaraciones sobre el asunto.
Están en juego los intentos de esos países asiáticos por proteger su producción doméstica de alimentos de lo que consideran cultivos y alimentos transgénicos potencialmente peligrosos.
Una delegación estadounidense amenazó con imponer sanciones comerciales contra Tailandia en represalia por una propuesta de exigir el etiquetado del maíz y la soja transgénicos, denunció Wichai Chokwiwat, secretario general de la Administración de Alimentos y Fármacos de Tailandia, en declaraciones realizadas en julio al diario The Nation, de Bangkok.
Dos meses antes, Weyland Beeghly, un funcionario de la embajada de Estados Unidos en India, advirtió en un discurso pronunciado en Colombo, Sri Lanka, que Washington podría presentar una queja ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por una prohibición sobre cultivos transgénicos en ese país.
La prohibición entraría en vigencia el 1 de septiembre, dos meses después de lo previsto, porque Sri Lanka accedió a la petición de la OMC de dar más tiempo a los exportadores para ajustarse a la ley.
Críticos de la biotecnología de diversos países calificaron de «irrazonables» esas amenazas en su carta del martes y arguyeron que Sri Lanka y Tailandia tienen motivos científicos, regulatorios y morales para limitar la proliferación de organismos manipulados genéticamente.
«Sri Lanka no debería ser sometida a controles ni acciones punitivas de la OMC por sus esfuerzos para proteger a sus ciudadanos de los potenciales riesgos de los organismos transgénicos», dijeron los grupos en su carta a Zoellick.
Entre los firmantes figuran la Unión de Consumidores, Amigos de la Tierra/Internacional, la Red del Tercer Mundo y Greenpeace.
La coalición recordó que los reguladores estadounidenses no pudieron impedir el lanzamiento comercial de una variedad de maíz que habían aprobado sólo para consumo animal por temor a reacciones alérgicas en humanos.
Conocido como StarLink, ese maíz transgénico contaminó millones de toneladas del cereal y causó enormes pérdidas en los mercados de exportación, además de una caída del valor de toda la cosecha de maíz estadounidense.
«Sri Lanka y otros países tienen razones para tomar medidas de precaución contra liberaciones descontroladas similares», arguyeron las organizaciones en su carta.
En parte, la iniciativa del etiquetado en Tailandia es una respuesta a la incertidumbre de la población sobre la seguridad de los alimentos manipulados genéticamente.
Greenpeace denunció en abril que siete alimentos muy consumidos en Tailandia, que enviaron a analizar a Hong Kong, contenían organismos transgénicos.
Somwong Trakoonrong, director del laboratorio de ADN del Centro Nacional para la Ingeniería Genética y la Biotecnología, declaró a la prensa que dos de los alimentos analizados podrían contener Starlink.
Los grupos ambientalistas y de consumidores también recordaron que varios organismos científicos recomendaron más estudios sobre el potencial efecto de los alimentos transgénicos sobre la salud humana y el ambiente.
La preocupación sobre el impacto de esos cultivos sobre el ambiente aumentó luego de que científicos de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, revelaran en 1999 que el polen del maíz transgénico podía matar la larva de la mariposa monarca, que no es considerada una plaga.
La OMC solicitó en enero procedimientos más estrictos para la evaluación de posibles alergias causadas por la ingesta de alimentos manipulados genéticamente antes de lanzarlos al mercado.
Varios organismos locales y estaduales de Estados Unidos aprobaron normas destinadas a proteger la salud pública y el ambiente de los organismos transgénicos. Por ejemplo, el estado de Maryland suspendió por cinco años la comercialización de pescados modificados genéticamente.
«Si un estado de Estados Unidos puede aplicar una moratoria sobre alimentos transgénicos, ¿por qué otros países no pueden hacerlo?», preguntó el salvadoreño Ricardo Navarro, presidente de Amigos de la Tierra/Internacional. (FIN/IPS/Tra-en/dk/aa/mlm/en/01