Visitas de altos funcionarios de Estados Unidos a Pakistán e India revelan la estrategia del presidente George W. Bush para Asia meridional, una región clave con más de 1.100 millones de habitantes y delicados problemas.
Las principales cuestiones son el conflicto entre Islamabad y Nueva Delhi, que disponen de armas nucleares, y la ubicación del área como encrucijada entre los recursos petroleros del Golfo, la potencia emergente de China, y el fundamentalismoa islámico del Movimiento Talibán, que gobierna la mayor parte de Afganistán.
Durante la Guerra Fría, Nueva Delhi mantuvo fuertes vínculos con el llamado bloque socialista, y Washington cultivó como contrapartida una firme alianza con Islambad.
Sin embargo, Estados Unidos busca en la actualidad mejorar sus relaciones con India, sin descuidar los vínculos con Pakistán y con la intención de que ambos países superen sus diferencias.
Esa estrategia se ubica en un marco de cambios geopolíticos tras el colapso de la Unión Soviética, y entre sus causas están la preocupación por el aumento de la insurgencia islámica en la región, de la cual se considera responsable al Talibán, y la percepción de China como un futuro adversario.
Eso implica que Asia Meridional haya dejado de ser para Washington una región fronteriza en su enfrentamiento con el mundo socialista, para transformarse en un área en la cual desea afirmar la estabilidad.
El presidente del Comité Conjunto de Jefes de Estado Mayor de Estados Unidos, general Hugh Shelton, afirmó en Nueva Delhi que India es un «aliado natural» de su país, y acordó un programa de cooperación militar que incluirá consultas, ejercicios conjuntos, intercambio de información y programas de entrenamiento.
Pero a fines del mes pasado, el secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, aseguró en Australia que su país no ve a China como un «competidor estratégico», pese a que esa calificación fue empleada a comienzos de este año por altos funcionarios de Washington, tras la asunción de Bush.
Las declaraciones de Rumsfeld fueron tranquilizadoras para Islamabad, que mantiene estrechos vínculos con Beijing.
En mayo, el subsecretario de Estado estadounidense, Richard Armitage, había visitado India para discutir el proyecto de sistema nacional misilístico de defensa que impulsa Bush, apoyado por Nueva Delhi y rechazado por China y Rusia.
La secretaria de Estado asistente de Estados Unidos, Christina Rocca, visitó a su vez Pakistán el viernes, e ingresó al país desde India por el paso fronterizo de Wagah, a 20 kilómetros de la septentrional ciudad paquistaní de Lahore.
Ese gesto destacó el deseo estadounidense de mejores relaciones entre India y Pakistán, incluyendo el libre tránsito de personas entre ambos países, que realizaron el mes pasado una cumbre en la ciudad septentrional india de Agra, sin lograr acuerdos en su disputa de 50 años por el territorio de Cachemira.
«Quería conocer el país, y por eso preferí un viaje por carretera en vez de desplazarme en avión», dijo Rocca a periodistas.
La funcionaría había expresado en India su deseo de que Islamabad y Nueva Delhi «tomen en cuenta las aspiraciones del pueblo de Cachemira» para resolver su disputa por ese territorio, y eso implicó apoyar el enfoque paquistaní del problema.
La importancia de Pakistán para Estados Unidos se debe a su condición de país musulmán con armas nucleares, que mantiene buenas relaciones con China, con el Talibán y con el gobierno islámico de Irán.
Islamabad parece haber recibido con alivio los indicios de que la actual estrategia de Bush para Asia meridional se basa en el lema «primero India», y no «sólo India».
Las autoridades paquistaníes son concientes de que Washington busca en forma simultánea tres objetivos: relaciones equilibradas con India y Pakistán, vínculos bilaterales con China y acotamiento del problema afgano.
Sin embargo, también son concientes de la importancia estratégica de Pakistán para Estados Unidos, por su ubicación geopolítica como potencial «centro de gravedad» entre China, India, Asia Central, Afganistán, Irán y el Golfo.
El secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, dijo en Washington el 20 de julio, que su país desea mantener «vínculos fuertes y equilibrados» con Pakistán e India, e instó a ambos países a proseguir el diálogo iniciado en Agra, para el cual ofreció apoyo de Washington.
El gobierno paquistaní expresó su deseo de que el equilibrio mencionado por Powell incluya criterios equitativos al considerar el levantamiento de las sanciones económicas impuestas a Nueva Delhi e Islamabad luego de que realizaran ensayos de armas nucleares en mayo de 1998.
Rocca aseguró en Pakistán que esas sanciones se revisan en la actualidad y podrían ser levantadas.
Sin embargo, añadió que otras sanciones aplicadas a Islamabad, en el marco de leyes estadounidenses contra la asistencia a países con regímenes militares, sólo podrán ser levantadas tras la restauración de la democracia en Pakistán, mediante elecciones libres e instalación de un gobierno civil.
El actual presidente paquistaní, Pervez Musharraf, tomó el poder mediante un golpe de Estado en octubre de 1999.
La funcionaria se hizo eco del punto de vista sobre Afganistán expresado por el Grupo de los Ocho (G-8) en la cumbre realizada del 20 al 22 de julio en la ciudad noroccidental italiana de Génova .
El G-8, integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia, aprobo una declaración de condena al Talibán y pidió el cierre de «campos de entrenamiento de terroristas» en territorio afgano.
También instó a «quienes tienen influencia, incluso económica, sobre el Talibán» a que promovieran la «acción responsable» de ese movimiento, en clara referencia a Pakistán pero sin mencionarlo.
Sin embargo, la capacidad de presión de Washington sobre Islamabad en relación con la cuestión afgana será limitada mientras Estados Unidos no brinde asistencia económica a Pakistán.
Por ahora, Estados Unidos ha tratado de estabilizar la situación económica y política del país mediante la promoción de asistencia de instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Asiático de Desarrollo.
Además, el cambio de gobierno en Estados Unidos benefició al gobierno paquistaní, ya que el Partido Republicano de Bush se opone al Tratado de Prohibición Total de Ensayos Nucleares, y el Partido Demócrata del anterior presidente, Bill Clinton, presionó para que Islamabad lo firmara. (FIN/IPS/tra-eng/mh/js/mp/ip/01