ASIA CENTRAL: Sequías y transición castigan la zona

Persistentes sequías sumadas a los efectos de las reformas económicas emprendidas tras el derrumbe de la Unión Soviética aumentan las penurias de algunas repúblicas de Asia Central, dijeron hoy instituciones internacionales en un pedido de ayuda.

Las áreas más afectadas por la grave crisis humanitaria se localizan en Tayikistán y en Uzbekistán, precisó la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

Tayikistán, considerada la más pobre de las repúblicas que integraron hasta 1991 la Unión Soviética, afronta por cuarto año consecutivo la escasez de lluvias.

La cosecha de granos y cereales de este año equivaldrá apenas a la mitad del volumen recogido en 2000. Las autoridades de Dushanbe han solicitado en ayuda unas 500.000 toneladas de trigo, y también la provisión de aceite, carne, azúcar y productos lácteos.

Pero el origen de las adversidades de Tayikistán no se limita a la sequía. Roger Bracke, de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, dijo que al desplomarse la Unión Soviética, el país de 6,5 millones de habitantes tuvo que embarcarse en reformas fundamentales de su economía.

Bajo la economía planificada de entonces, a Tayikistán le correspondía producir algodón y aluminio, mientras confiaba en las demás regiones de la Unión Soviética para su aprovisionamiento de alimentos y de otras necesidades.

En esa época, partes de Tayikistán eran abastecidas de casi todas las comodidades que requerían, citó Bracke. Así, nadie recuerda sequías previas a 1991, probablemente porque eran fenómenos económicamente irrelevantes.

Pero de improviso, con el advenimiento de la independencia, el país tuvo que levantar una economía que atendiera a todas sus necesidades.

La guerra civil que sufrió Tayikistán entre 1992 y 1997 vino a complicar la situación, pues pese a la pacificación alcanzada, los inversionistas aún se muestran renuentes.

El Banco Mundial ha elogiado la política de austeridad presupuestaria de este país y la magnitud del crecimiento económico, a un promedio de cinco por ciento anual.

Sin embargo, aún tratándose de una economía de apenas 1.000 millones de dólares de producto bruto interno anual, ese porcentaje de crecimiento no alcanza para mejorar la vida de la población que, en el mejor de los casos, sólo llega a la mitad de los niveles prevalecientes durante el antiguo régimen comunista.

El estudio de Bracke sostuvo que en esas condiciones la economía tayica carece de capacidad suficiente para cubrir los gastos requeridos por el fracaso de las cosechas y por otras calamidades.

La Cruz Roja y la Media Luna Roja, que requiere unos cuatro millones de dólares para financiar sus operaciones de asistencia a Tayikistán, subrayaron los problemas de la población en salud y educación.

El país heredó una estructura sanitaria muy extendida y costosa que se convirtió en financieramente insostenible luego del derrumbe soviético.

El presupuesto actual de la oficina central (headquarters) del Ministerio de Salud asciende a 40.000 somonis, que equivalen a unos 17.000 dólares. El salario promedio de un médico oscila entre dos y tres somonis (de 0,70 a 1,20 dólares).

Esas evidencias demuestran que el Ministerio de Salud es incapaz de seguir prestando los servicios sanitarios en forma gratuita, dedujo el documento presentado por Bracke este martes en Ginebra.

Las estadísticas del país no reflejan los índices de morbilidad y de mortalidad, ni tampoco que 42 por ciento de la población no pueden afrontar los gastos de una visita médica.

El equipo de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja que visitó Tayikistán recomendó la distribución de vestidos y calzado entre los niños de edad escolar para que puedan seguir recibiendo instrucción.

Los técnicos de la intitución humanitaria mostraron sorpresa por la cantidad de familias que se declararon avergonzadas de enviar a sus hijos a la escuela debido a las condiciones andrajosas de sus vestidos y a la falta de calzado.

En tanto, en Uzbekistán, la sequía por segundo año consecutivo afecta principalmente a la provincia de Karakalpakstan, donde se sienten los efectos de la reducción del caudal del río Amu-Darya y del mar Aral.

La Cruz Roja y la Media Luna Rioja advirtieron que en el caso uzbeco, muchos de los problemas identificados, como el manejo de la tierra y del agua y la evaporación del mar Aral, tienen una naturaleza estructural y no se pueden resolver mediante operaciones de emergencia.

La institución ha solicitado donaciones internacionales por unos 600.000 dólares para atender las necesidades más urgentes de alrededor de 20.000 personas, sobre una población total de la provincia de 1,4 millones.

El gobierno de Tashkent, la capital uzbeca, pidió a su vez a agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) partidas de harina de trigo y aceite vegetal para aprovisionar a las familias más vulnerables.

A diferencia de Tayikistán, la república de Uzbekistán, con 24 millones de habitantes, sorteó con mayor éxito las dificultades económicas surgidas con la desaparición del sistema económico centralizado e integrado de la Unión Soviética.

El territorio uzbeco disponía de gas, petróleo, oro y algodón. Además superó la transición sin conflictos intestinos. Pero en algunas regiones perduraron graves problemas estructurales.

Desde la época soviética, los dos principales ríos de Asia Central, el Amu Darya y el Syr Darya, fueron explotados intensamente para regar los campos algodoneros.

La consecuencia ambiental más notoria de esa política ha sido el agotamiento del mar Aral, el tercero de los mares interiores en el mundo. En la actualidad se encuentra amenazado de desaparición como resultado del desvío de sus aguas hacia los cultivos de algodón.

La agricultura de Uzbekistán depende casi en su totalidad del sistema de riego.

Pero la provincia de Karakalpakstan se encuentra cerca del mar Aral, en vías de extinción, y recibe actualmente un volumen insuficiente de agua del río Amu Darya.

La Cruz Roja y la Media Luna Roja se proponen distribuir raciones suplementarias de alimentos en Karakalpakstan durante los próximos cuatro meses.

Las instituciones prestarán también asistencia sanitaria y lanzarán una campaña de divulgación sobre enfermedades relacionadas con el agua. (FIN/IPS/pc/dm/ip/01

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