(Arte y Cultura) BRASIL: La capoeira de los esclavos se difunde

La capoeira, una mezcla de lucha y danza creada por los esclavos de origen africano en Brasil hace más de 300 años, se convirtió en un deporte-arte de exhibición y se difunde por todo el mundo.

Esa expansión se demostró la semana pasada, cuando unos 3.000 capoeiristas procedentes de 23 países compartieron un encuentro promovido en Río de Janeiro por Abadá Capoeira, una asociación sin fines de lucro que promueve la práctica y la cultura relacionada con este deporte-arte.

En la exhibición participaron delegaciones europeas, africanas y hasta una de Japón, y Estados Unidos presentó el grupo más numeroso, informó a IPS Vitor García, capoeirista y empleado en la oficina central de Abadá, en Río de Janeiro.

La capoeira fue originalmente una práctica de defensa personal de los esclavos, en que las piernas y manos tanto sirven de puntos de apoyo como de instrumento para golpear. Cabeza, codos, rodillas y otras partes del cuerpo también se emplean como armas.

La movilidad y agilidad son elementos clave para atacar sorpresivamente o esquivar golpes con amplitud, porque muchas veces se trataba de enfrentar enemigos con armas cortantes o de fuego, como los cazadores de esclavos.

Muchos sostienen que la capoeira fue introducida en Brasil por esclavos traídos de Angola.

Sin embargo, los miembros de Abadá y otras corrientes entienden que es una creación brasileña, con raíces en algunas danzas y juegos africanos, y que su desarrollo como forma de lucha respondió a la necesidad de los esclavos fugitivos de defenderse contando sólo con el cuerpo.

Su propio nombre no tiene origen africano, sino que deriva de una palabra del tupi, una lengua indígena de Brasil. Capoeira indica también el área deforestada del bosque o la vegetación secundaria que sustituye la original.

Además, Abadá comenzó en 1995 a realizar cursos de capoeira en Angola, donde ya tiene unos 200 alumnos, narró García.

Esa asociación promueve la capoeira en más de 20 países y uno de sus fundadores, Edvaldo Carneiro e Silva, vive en Austria y coordina los núcleos europeos de este movimiento.

También hay maestros brasileños de capoeira en otros países, como Alemania que, según Abadá, es el lugar de Europa donde más se practica el deporte-arte, pese a que fue introducido en los años 80. Se dictan cursos en 45 ciudades alemanas, indica un censo informal hecho a fines del año pasado.

Una difusión importante ha logrado además en Francia e Italia, en general impulsada por profesores brasileños y por la adhesión tanto de ciudadanos naturales como de inmigrantes africanos o de otras regiones.

Es una manifestación integradora y multicultural, apuntó Paulo Siqueira, uno de los primeros maestros brasileños en impartir la enseñanza de la capoeira en Alemania.

La capoeira fue reconocida como deporte en 1972, después de una larga evolución como arte marcial, que de los esclavos se extendió a los negros libertos, mestizos y otros sectores pobres de la sociedad, en especial en ciudades portuarias como Salvador y Recife, en el nordeste del país, y Río de Janeiro.

Los capoeiristas cumplieron un importante papel en el inicio de la marina brasileña y en la guerra contra Paraguay, de 1865 a 1870, señaló el historiador Carlos Eugenio Líbano Soares, investigador en la materia.

Debido a que era una práctica muy popular entre negros, marineros y grupos marginales, en particular en las «favelas» (barrios hacinados) de Río de Janeiro, la capoeira fue por mucho tiempo asociada a la delincuencia y a la violencia callejera.

En esta danza guerrera, cuyas características han sido descriptas por distintos escritores a lo largo de los tres últimos siglos, se destaca la zancadilla, apodada «cola de raya», como el golpe más frecuente y que realza el objetivo de derribar el enemigo, quitándole condiciones de seguir luchando.

En el pasado bélico existían otros golpes devastadores, como los aplicados con la cabeza en el estómago o en el mentón del contrincante y las patadas en órganos vitales que pueden matar. Algunos estilos desarrollados buscaban especialmente ridiculizar el adversario, según sus historiadores.

«El capoeirista le quita el suelo al contendedor, ni lo deja de pie ni lo deja caer, manteniéndolo en el aire», según la descripción de un turista europeo, que en los años 60 observó impresionado algunas luchas en favelas de Río de Janeiro.

Pero la capoeira se desarrolló también como una danza, con los movimientos simulando golpes y el ritmo marcado por un instrumento típico, el berimbau, conformado por un arco con cuerda de metal y un una calabaza cortada y con el que se puede tocar dos notas.

Para ejecutar esta danza también se puede agregar el pandero y otros instrumentos de percusión.

La capoeira evolucionó de los «juegos» callejeros en las comunidades locales al espectáculo organizado, con sus músicas propias y los estilos variados según cada «escuela». Incluye a hombres y mujeres indistintamente, que ascienden en una jerarquía de acuerdo al tiempo de práctica y habilidades.

Para su diseminación como deporte y espectáculo contribuyó decisivamente Abadá, que posee entre 25.000 y 30.000 asociados en Brasil y en el exterior.

El fundador y líder de Abadá, José Tadeu Carneiro Cardoso, llamado el «Maestro Camisa», considera a la capoeira una «expresión del pueblo oprimido en busca de libertad y dignidad», una manifestación que rescata la identidad nacional. (FIN/IPS/mo/dm/cr/01

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