La contaminación atmosférica gana terreno en las ciudades de América Latina y las medidas para combatirla serán insuficientes si la gestión ambiental no es reforzada por la participación y conciencia pública.
Con esta premisa, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) realiza desde 1999, con el apoyo del gobierno de Japón, una investigación centrada en las tres urbes más contaminadas de la región: México, Santiago de Chile y Sao Paulo.
Esta investigación es uno de los pilares del proyecto «Fortalecimiento de la conciencia ciudadana en la gestión de la contaminación atmosférica en metrópolis latinoamericanas», cuyos resultados serán aplicables a otras ciudades que enfrentan problemas de contaminación cada vez más agudos, según CEPAL.
«El ciudadano crítico y consciente es aquel que comprende, se interesa, reclama y exige sus derechos ambientales y que a su vez está dispuesto a ejercer su propia responsabilidad ambiental», señaló Daniel Blanchard, secretario de la Comisión CEPAL.
Blanchard intervino el 20 de este mes en un seminario internacional sobre el tema de la investigación, en el marco de un curso internacional realizado en CEPAL durante el mes con el apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia.
La contaminación atmosférica afecta la salud de más de 80 millones de latinoamericanos y es, por lo tanto, un problema crucial para toda la región y no sólo para las tres ciudades del proyecto, advirtió Hiroaki Tamura, primer secretario de la embajada de Japón en Santiago.
El proyecto de CEPAL busca «apoyar a los gobiernos metropolitanos en el logro de mayor eficiencia en el establecimiento de las políticas públicas relacionadas con la calidad del aire», explicó Daniela Simioni, oficial de Asuntos Ambientales de la División de Medio Ambiente y Asentamientos Humanos de CEPAL.
También pretende «elaborar recomendaciones para las autoridades locales acerca del fortalecimiento de la conciencia ciudadana ambiental», agregó la experta.
«Al disminuir la influencia y el rol del Estado como mediador de intereses sociales entre distintos grupos y al aumentar los problemas ambientales, los ciudadanos de muchos países de la región optaron por organizarse y constituirse en una tercera fuerza política, el 'tercer sector'», señaló por su parte Blanchard.
Esa nueva fuerza «se sustenta en principios de autonomía, autogestión y autodeterminación para promover una gestión ambiental más participativa y un desarrollo descentralizado», agregó el representante de CEPAL.
Las organizaciones sociales superaron así una primera fase en que su labor se centraba en la denuncia de problemas ambientales locales, para adoptar más bien la elaboración de propuestas.
«La cultura ambiental con profundas bases ciudadanas plantea no sólo nuevos derechos humanos vinculados con el desarrollo sostenible, sino un proyecto de democracia social», subrayó Blanchard. (FIN/TA/ggr/en/01