UNION EUROPEA: Vacas, cerdos y aceites cuestionan política agraria

Los brotes de la enfermedad de las vacas locas, de la fiebre aftosa y de la peste porcina, y la detección ahora de sustancias cancerígenas en el aceite de oliva abonan claros cuestionamientos a la política agraria de la Unión Europea (UE).

La Política Agraria Común (PAC) surgió y se fortaleció en el marco de la guerra fría para garantizar la seguridad alimentaria de los países que dieron nacimiento a la actual UE, ante el riesgo de desabastecimiento en una eventual tercera guerra mundial.

En esa hipotética contienda bélica, la Unión Soviética y los países bajo su dominio eran identificados con claridad como el primer enemigo.

Pero también se consideraba posible que países en desarrollo se aliaran o fueran sometidos por Moscú, lo que obligaba a Europa occidental a prevenir un posible aislamiento que condenaría al hambre a extensas capas de su población.

Esa PAC tuvo, y en gran medida sigue teniendo, dos soportes principales: la investigación en ciencia y tecnología aplicada a la producción de alimentos y el subsidio a los productores y procesadores para que pudieran competir con los productos importados desde fuera de Europa occidental.

Otras medidas complementarias fueron la imposición de barreras no arancelarias, fundamentalmente las de carácter fitosanitario. Las de carácter ambiental no figuraron en aquella primera etapa, porque la conciencia ecológica no estaba todavía desarrollada, como en la actualidad.

Aunque se han rebajado subsidios, todavía hoy la UE dedica unos 40.000 millones de dólares de su presupuesto cada año a proteger el sector, pese a las protestas reiteradas de los países del Sur.

La eliminación de estos subsidios encuentra su principal obstáculo en razones políticas. Los partidos políticos que la votaran con seguridad perderían parte considerable de sus votos en las áreas rurales. Esa situación es destacable en Francia, Italia y España.

Pero no son sólo los subsidios los que ocasionan problemas en el sector agropecuario. También hay otros derivados del desarrollo tecnológico, o de la aplicación de determinadas técnicas en los cultivos, crianza de animales e industrialización de los productos.

Una última evidencia apareció en los últimos días en España y Portugal, países cuyos gobiernos dispusieron la inmovilización de toda la existencia de aceite de orujo de oliva por contener benzopireno, una sustancia que en las concentraciones detectadas causa cáncer.

Del olivo se obtienen tres tipos de aceites. El de mayor calidad y precio, conocido como aceite virgen, resulta de exprimir las aceitunas con métodos mecánicos. El aceite virgen así obtenido se comercializa sin ningún agregado.

La segunda variedad es el aceite puro, que se obtiene mezclando el virgen con el que resulta de la refinación del orujo, los restos de la primera operación, que incluyen el cuesco o carozo de la aceituna, la cáscara y restos del vegetal.

Por último, se produce el aceite de orujo, a partir de la pasta prácticamente seca después del refinado, que también es completado con una parte del aceite virgen. En la fabricación de esta variedad de aceite, al someter el orujo a recalentamiento y a disolventes químicos, se produce el benzopireno.

En la mayoría de los países de la Unión Europea no existe una normativa que regule la presencia máxima de benzopireno en el aceite.

Fuentes del sector en España señalaron que esa proporción se sitúa entre 25 y 30 partes por cada 1.000 millones de aceite, en tanto que en Alemania el límite es de sólo una parte por cada 1.000 millones. Así, la presencia de benzopireno aceptada por Alemania en los aceites se multiplicaría en España por entre 25 y 30.

Antes de que se estableciera la PAC, el orujo se desechaba o se quemaba. La política de producir el máximo posible, sin importar el costo ni los peligros, llevó a la situación actual.

La producción de aceite de orujo en España, uno de los principales productores de olivo, osciló en los últimos años entre 70.000 y 90.000 toneladas, de las que se exportan unas 15.000, especialmente a Europa oriental.

El consumo interno se utiliza fundamentalmente para freír alimentos, sobre todo en bares y restaurantes.

Algo similar ocurrió con la crianza de vacas, de cerdos y de otros animales en condiciones que desvían su desarrollo natural, como el encierro o la alimentación con harinas que incluyen desechos cárnicos, que causa enfermedades en animales hervíboros.

Toda esta situación lleva a que muchos propongan en la UE dejar atrás la PAC. Ya no hay posibilidades de una guerra con un bloque comunista y la UE produce prácticamente todos los alimentos que consume e, incluso, destruye muchos de los que tiene almacenados.

Además, los países en desarrollo reclaman la apertura de los mercados europeos para sus alimentos, en su mayor parte naturales y de menores costos de producción. Por todos estos motivos, la crisis de las vacas, los cerdos y el aceite pueden conducir a grandes cambios, sea cual fuese el costo político. (FIN/IPS/td/mj/dv if/01

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