SALUD-BRASIL: Violencia deja 420.000 mutilados al año

Cerca de 140.000 personas morirán este año en Brasil y 420.000 sufrirán amputaciones, paraplejia u otras discapacidades, como resultado de intentos de asesinato, agresiones, accidentes, suicidios, ahogamientos y quemaduras.

El pronóstico del Comité de Trauma del Colegio Brasileño de Cirujanos se basa en datos sobre muertes en años anteriores y en la tendencia creciente de la violencia en las grandes y medianas ciudades.

El trauma, concepto en que los cirujanos incluyen los daños por «causas externas», es el segundo factor de mortalidad en el país, solo superado por las enfermedades cardiovasculares, origen de más de 300.000 muertes al año en este país de 162 millones de habitantes.

Pero por cada muerte que ocasionan los traumas quedan «tres sobrevivientes con secuelas graves» como parálisis, ceguera y pérdida de miembros, dijo a IPS Savino Gasparini Neto, uno de los cinco miembros del Comité.

Cintia Regina Ribeiro, en su silla de ruedas, es un ejemplo. El automóvil en que viajaba con tres amigos en 1987 por el sur de Brasil, donde vivía, volcó. Ella y el conductor quedaron parapléjicos.

Con «fracturas en todas las costillas y en la columna vertebral» y un pulmón perforado, Ribeiro estuvo un mes en el hospital y fue sometida a 12 intervenciones quirúrgicas en dos años. Rehabilitación, fisioterapia y deportes la convirtieron también en un ejemplo de victoria sobre las limitaciones físicas.

Campeona nacional de baloncesto por un equipo de Río de Janeiro, integró la selección brasileña que participó en los Juegos Paraolímpicos de Atlanta, en 1996, y se apresta a participar en un torneo en Sevilla, España, en septiembre, invitada por un equipo del estado brasileño de Minas Gerais.

«Por falta de apoyo y patrocinio, el grupo campeón de Río de Janeiro se deshizo», se lamentó Ribeiro, que trabaja como secretaria de la Presidencia de Funlar, institución de asistencia a discapacitados, y que en su silla de ruedas sorprende por la agilidad con que sube y baja escaleras y circula por la ciudad.

Los cirujanos tratan el trauma como enfermedad y abominan de la palabra accidente, que denota un hecho casual o mala suerte y que estimula actitudes pasivas.

Hace falta prevención como en las epidemias convencionales, en este caso con educación y cambios de comportamiento, sostuvo Gasparini. Noventa por ciento de los «accidentes» son prevenibles, agregó.

Una nueva ley que incluye sanciones severas y campañas que promocionan el uso del cinturón de seguridad y la cautela en la conducción de vehículos redujeron los accidentes de tránsito y las muertes en Brasil en los últimos años, ejemplificó Gasparini.

«Es una cuestión cultural», observó. En Suiza hay armas en todos los hogares, pues el país no posee ejército regular sino que todos los ciudadanos reciben instrucción militar e integran la reserva, pero los asesinatos a tiros son raros, recordó el médico.

Las estadísticas latinoamericanas son poco confiables, pero se calcula que los traumas son la primera causa de muerte en El Salvador, la segunda en Colombia, Brasil, México y Venezuela, y la tercera en muchos otros países, como Argentina, Uruguay y Chile.

Brasil sufre una violencia epidémica que causa más muertes que las últimas guerras más conocidas, como las de Vietnam, Chechenia o Bosnia-Herzegovina, destacó el cirujano.

Reconocer eso como un problema de salud pública es en este país una novedad de los años 90, dijo Simone Gonçalves Assis, investigadora del Centro Latinoamericano de Estudios sobre Violencia y Salud (CLAVES) de la Fundación Oswaldo Cruz, en Río de Janeiro.

El Ministerio de Salud lo reconoció formalmente en mayo, al adoptar una política de reducción de la mortalidad y la morbilidad por accidentes y violencia, considerando que constituyen la primera causa de muertes en la población de cinco a 39 años de edad.

En la década pasada proliferaron estudios, tesis y debates al respecto en el área de la salud. Antes, el asunto era tratado por la sociología, según Assis, una médica epidemióloga.

El rezago del enfoque sanitario, a pesar de la cantidad de muertes y mutilaciones, hace que el sistema de salud no esté preparado para prevenir y tratar los traumas. El Ministerio de la Salud está más preocupado por enfermedades tradicionales y menos mortales.

De 84 facultades de medicina existentes en Brasil, solo tres tienen cursos específicos sobre traumas, se lamentó Gasparini.

Para llenar ese vacío, el Colegio Brasileño de Cirujanos promovió 573 cursos desde 1989, en los que 8.355 médicos recibieron instrucción en la materia. Además, recibieron entrenamiento 377 instructores, capaces de difundir conocimientos y técnicas a sus colegas.

Los cursos, inspirados en el modelo estadounidense, «son espectaculares y cambian la mente de los médicos», dijo Gasparini.

Un tratamiento adecuado impide 30 por ciento de las muertes en casos graves, aseguró el cirujano. Pero eso exige acciones integradas y rápidas en la asistencia, el rescate de la víctima, comunicación entre bomberos o miembros de la defensa civil, policía y hospitales, el transporte y la hospitalización.

En Brasil, por ejemplo, hay hospitales bien equipados en grandes ciudades, pero a veces la policía y los bomberos no se comunican porque usan distintas frecuencias de radio, señaló Gasparini. (FIN/IPS/mo/mj/he/01

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