POBLACION-COREA: Surcoreanos marginan a «hermanos del Norte»

Los norcoreanos que logran escapar del hambre o la represión reciben asilo y ayuda financiera del gobierno de Corea del Sur, pero, en general, los surcoreanos los hacen sentirse como marginales o como una carga social.

Unos 1.400 norcoreanos consiguieron escapar a Corea del Sur desde comienzos de los años 90, en su mayoría huyendo de la hambruna, que ya mató a unos dos millones de personas en el Norte.

Así mismo, organizaciones no gubernamentales calculan entre 50.000 y 300.000 norcoreanos escaparon a China, donde ahora intentan subsistir.

Una familia de siete norcoreanos llegó el último fin de semana a Seúl, tras un viaje de dos años en busca de asilo.

La familia Jang se había refugiado en la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en Beijing y pidió asilo político en Corea del Sur, con lo cual obligó a China a decidir entre mostrar un rostro humano o colaborar con su aliado Pyongyang.

Luego de algunos problemas diplomáticos, los Jang fueron finalmente llevados en avión desde Beijing hasta Seúl, a través de Singapur y Manila. Llegaron a la capital surcoreana el sábado, agradecidos al gobierno por concederles el asilo.

Sin embargo, otros norcoreanos que arribaron antes que ellos se preguntan cuánto demorarán los Jang en despertar a la realidad de la vida en el Sur.

Aunque en general agradecen la ayuda del gobierno, muchos norcoreanos residentes en Corea del Sur terminan frustrados por el tratamiento que reciben de la población.

«He aprendido tres lecciones desde que llegué aquí: fui forzado a vivir como un marginal, la libertad no es todo, y ésta no es la sociedad que yo soñé», declaró Kim Hyung-Duk, quien sin embargo pasó de vendedor de periódicos a legislador desde su llegada a Corea del Sur en 1996.

«Los norcoreanos nunca estarán contentos aquí, porque se les hace sentir como miembros marginales de la sociedad o como una carga social», afirmó Yoon In-Jin, profesor de la Universidad de Corea.

Varios analistas señalaron que lo que ocurre actualmente es una muestra de lo que podría suceder si el Norte y el Sur, divididos por una amplia brecha económica y cultural, se reunificaran.

Algunos norcoreanos se preguntan incluso si valió la pena pasar por todas las penurias que debieron atravesar para llegar «al otro lado».

La mayoría, si no todos, arriesgaron su vida al escapar a través del noreste de China o el sudeste asiático, en viajes que insumieron de dos a tres años, para poder empezar de nuevo en Corea del Sur.

«Estábamos muertos de miedo mientras cruzábamos la frontera entre Corea del Norte y China en medio de la oscuridad y de un frío congelante», recordó Kim Man-Bok, quien en 1999 huyó de ese país con su esposa y sus tres hijos.

«Pero teníamos una meta: escapar de la hambruna y llegar a la tierra libre de hambre», agregó.

Al menos, Kim encontró trabajo en una compañía de taxímetros. Aunque el Ministerio de Unificación sostiene que 41 por ciento de los norcoreanos (sin contar niños y ancianos) tienen empleo, el estatal instituto educativo Hanawon para norcoreanos sitúa la cifra en apenas 20 por ciento.

Esto se debe a que las empresas locales son renuentes a contratar a coreanos del Norte porque los consideran «un estorbo».

Uno de los jefes de Kim admitió que, al principio, la empresa se resistía a contratarlo, pero luego cambió de opinión y ahora el ex minero repara y mantiene sus taxis.

«Resultó mejor de lo esperado. Es diligente, aprende rápido y se lleva bien con los otros empleados», declaró Lee Chang-Hwan, director de Kookje Call Taxi.

Por otra parte, Park (no es su nombre real) afirmó que no conseguía empleo «por ser norcoreana».

Finalmente encontró trabajo como asistente de servicio en un hospital. «Pero me pagan 900.000 won (693 dólares) al mes, mientras a las otras mujeres les pagan 1,5 millones (1.156 dólares), sólo porque tengo acento norcoreano», se quejó.

La vida de los norcoreanos en el Sur sería todavía más difícil sin la ayuda financiera de Seúl.

Cada norcoreano que llega a Corea del Sur recibe una ayuda de 28,9 millones de won (22.280 dólares) para establecerse y atender sus necesidades inmediatas. La familia Jang, por ejemplo, recibió un total de 140 millones de won (casi 108.000 dólares).

Los norcoreanos también reciben «educación de adaptación» en Hanawon, donde las mujeres aprenden a cocinar, cocer y acolchar, y los hombres a manejar bien para obtener una licencia.

Además, el gobierno subsidia la mitad de los salarios que pagan las empresas nacionales a sus empleados norcoreanos los primeros dos años.

Pero en general, los norcoreanos dicen necesitar más ayuda de los surcoreanos comunes en el proceso de adaptarse al nuevo ambiente y superar la culpa por haber dejado atrás a muchos seres queridos.

Lee Myong-Sook, por ejemplo, una ex militar norcoreana, recibe tratamiento por su insomnio y jaqueca crónica. «Me siento como una extranjera solitaria. En Corea del Norte, simplemente hacía lo que me ordenaban. Aquí todo es diferente», dijo.

Sin embargo, hay algunas historias aisladas de éxito entre los norcoreanos, como la de Kim Hyung-Duk, quien se convirtió en legislador.

También está la experiencia de siete norcoreanos que decidieron unir sus recursos y establecer una fábrica de fideos con sabor a corteza de olmo. Les va tan bien que están pensando en abrir un restaurante para 200 personas.

«Sólo denles una oportunidad de trabajar aquí, un poco de capacitación, y ellos probarán su valor. La mayoría de los norcoreanos no tienen esa oportunidad», dijo Kim Hyung-Duk. (FIN/IPS/tra-en/amy/ccb/js/mlm/pr/01

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe