PERU: Machu Picchu, cuestionado escenario para Pachacutec Toledo

La intención de Alejandro Toledo de asumir la presidencia de Perú en una ceremonia incaica masiva en las ruinas de Machu Picchu fue frustrada por normas de protección que prohíben reunir allí a más de 300 personas.

Toledo había previsto realizar el 29 de este mes en esa ciudad sagrada de los incas un acto simbólico de toma del gobierno, siguiendo la tradición de sus antepasados indígenas, un día después de que fuera impuesto en el cargo por el Congreso legislativo.

Sin embargo, recomendaciones del Instituto Nacional de Cultura y de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), junto con normas del meridional departamento de Cusco, al que pertenece Machu Picchu, impiden que esa ceremonia tenga el marco masivo y de fiesta étnica imaginada por Toledo.

En consecuencia, el místico rito indígena que soñó Toledo tendrá que buscar otro escenario y otra oportunidad y en Machu Picchu sólo se realizará un acto simbólico con escasa presencia de invitados.

Según observadores, la ceremonia popular probablemente se realice el día 30 a campo abierto frente a la fortaleza incaica de Saccsahuaman, a tres kilómetros de la ciudad de Cusco.

Abandonada intacta por sus ocupantes, Machu Picchu fue descubierta por el explorador estadounidense Hiram Bingham en 1911 y todavía los historiadores no se ponen de acuerdo qué llevó a los incas a construirla sobre una montaña, a medio camino entre la ciudad andina de Cusco y un valle selvático.

Machu Picchu, ubicada a unos 1.200 kilómetros al sudeste de Lima y a 2.500 metros sobre el nivel del mar, fue construida en el siglo XV y declarada en 1983 patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco.

El turismo a esa zona creció considerablemente en las últimas décadas, pese a que es necesario hacer un viaje por tren de cinco horas y luego abordar un autobús que conduce a los visitantes por una serpenteante carretera de ocho kilómetros.

La voz de alerta surgió cuando la cifra de visitantes se acercaba a los mil por día en la denominada temporada alta. Los expertos indicaron que es peligroso para Machu Picchu soportar más de 500 visitantes por día.

Así, las autoridades que protegen Machu Picchu dispusieron a partir del 1 de enero limitar el número de visitantes y aumentaron de 17 a 50 dólares el derecho de ingreso a las ruinas arqueológicas, como forma de desestimular la asistencia masiva.

Estas decisiones fueron adoptadas en base a un estudio geológico de expertos de la Universidad de Kyoto, Japón, quienes advirtieron que la ciudadela sagrada, situada sobre una pendiente, se está desplazando casi un centímetro por año y que un tránsito multitudinario podría provocar un derrumbe colapsal.

Toledo, economista egresado de Stanford y ex asesor del Banco Mundial, será el primer presidente peruano de predominante raíz indígena.

En su campaña electoral incorporó a sus discursos y emblemas distintos ingredientes étnicos para ganar el respaldo popular en un país como Perú, donde 90 por ciento de los más de 25 millones de habitantes son mestizos o indígenas.

El presidente electo adoptó como logotipo político un símbolo mágico religioso incaico, en sus giras por las zonas altas andinas utilizó con frecuencia indumentaria indígena y se hacía llamar «Pachacutec», nombre del emperador Inca que reformó al Imperio del Tahuantisuyo.

El año pasado, también anunció que, de ganar las elecciones, no juramentaría su cargo como sus antecesores en Lima, en el Palacio construido por el conquistador español Francisco Pizarro, sino en Machu Picchu.

Toledo explicó que asumirá el gobierno allí para simbolizar el comienzo de una nueva era histórica, caracterizada por la recuperación del poder para el pueblo indígena tras 500 años de marginación y de supremacía por parte de los descendientes de los conquistadores europeos.

Pero no podrá cumplir su reivindicativo propósito, y la ceremonia en Machu Picchu se reducirá a la asistencia de los 15 jefes de Estado y de gobierno y de unos 150 representantes extranjeros de distinto rango oficial y diplomático que han comprometido su participación.

Para la ocasión se ha dispuesto el empleo de unos 200 policías, cuya mayor preocupación será impedir que ingresen allí, caminando, los campesinos de las aldeas vecinas y los vendedores ambulantes de la pequeña ciudad de Aguas Calientes, surgida al pie de la estación del ferrocarril a Cusco.

También estarán presentes, por supuesto, los familiares de Toledo, la comitiva oficial de ministros, viceministros y otras autoridades, algunos periodistas elegidos y sólo un canal de televisión, al que no le estará permitido llevar equipos pesados, según disposición del municipio de Cusco.

«Pido la comprensión de los medios de comunicación, locales y extranjeros, porque Machu Picchu es un patrimonio de la humanidad que debe ser protegido en extremo», declaró Carlos Valencia, alcalde cusqueño.

Valencia recordó que una cámara suspendida de un equipo de televisión, que ingresó meses atrás al santuario arqueológico para filmar un comercial, rompió una arista del «intihuatana», el reloj solar de piedra ubicado en el centro de la habitación principal del edificio ceremonial de Machu Picchu.

Patricia Uribe, representante en Perú de la Unesco, recomendó que, además de limitar el número de visitantes, se establezca que los helicópteros que trasladen a los invitados especiales no aterricen cerca de las ruinas y, en ningún caso, la sobrevuelen, «pues las vibraciones pueden afectar las estructuras».

Colaboradores de Toledo, ante la obligación de limitar el número de asistentes a la ceremonia de asunción, dijeron que el presidente electo espera resarcirse en un encuentro con unos 50.000 cusqueños en un mitin ante a la fortaleza incaica de Sacsahuaman, situada en un cerro frente a la ciudad de Cusco.

La concentración popular se realizará en el mismo lugar en el que cada 24 de junio ocurre el «Inti Raymi», un seudo rito inca de adoración al Sol, que los historiadores califican de «espectáculo de falsificación histórica creada para turistas» .

«El espectáculo del Inti Raymi carece no sólo de veracidad sino también de dignidad: la coreografía es escolar, la vestimenta parece de una película de Hollywood de tercera categoría, los escudos son de cartón y el actor que hace de Inca tiene una mascaipacha (corona) apócrifa», apuntó el sociólogo Alberto Panessi.

«Esperamos que Toledo no acepte que lo disfracen de Inca con la ropa del actor de Inti Raymi», añadió con ironía Panessi. (FIN/IPS/al/dm/ip cr/01

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