Cuatro presidentes africanos buscan apoyo en la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos del mundo para un plan orientado al desarrollo económico y a la reducción de la deuda del continente.
Los presidentes Abdelaziz Bouteflika, de Argelia, Oumar Konare, de Malí, Olesegun Obasanjo, de Nigeria, y Thabo Mbeki, de Sudáfrica, asisten a la cumbre que comenzó el viernes en Génova, Italia, en busca de apoyo al plan, llamado Nueva Iniciativa Africana.
Se trata de la primera prueba internacional de la Nueva Iniciativa, cuya meta es alcanzar un crecimiento económico anual de siete por ciento para Africa.
La Nueva Iniciativa es resultado de la fusión del Programa Milenio Africa, de Mbeki, y del Plan Omega, del líder de Senegal Abdoulaye Wade, y fue aprobada la semana pasada en la cumbre de líderes africanos como plan de acción de la futura Unión Africana.
La Unión Africana, que sustituye a la Organización de Unidad Africana, tendrá una moneda, un parlamento continental y un tribunal de justicia para los 54 estados miembros, siguiendo el modelo de la Unión Europea.
Además de fijar metas de crecimiento económico, la Iniciativa procurará profundizar la condonación de deudas y la ayuda para el desarrollo.
De allí la importancia de su presentación ante los líderes del G-8, una instancia de concertación política que nuclea a Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia.
La reducción de la deuda externa y la asistencia al desarrollo son objetivos de corto plazo de la Iniciativa, mientras a mediano plazo se busca crear un flujo creciente de inversión extranjera directa.
La participación africana en el comercio mundial cayó a menos de uno por ciento en los años 90, mientras a fines de los años 80 ascendía a 2,5 por ciento. No obstante, la inversión extranjera directa creció a casi 9.000 millones de dólares anuales.
Los proyectos de desarrollo e infraestructura previstos en el programa como disparadores del crecimiento, deben impulsar a la industria local y no sólo crear oportunidades para las corporaciones internacionales, advierten los analistas.
«La ayuda siempre tiene condiciones. Una de las críticas a la asistencia externa es que la mayor parte del dinero vuelve a las empresas y al personal de los países donantes», explicó Manelisi Genge, del Instituto Africa de Sudáfrica.
Con frecuencia dicha ayuda tiene condiciones específicas sobre el porcentaje de trabajo que debe quedar a cargo de las compañías pertenecientes a los países donantes, advirtió Genge.
El especialista reclamó a los gobernantes africanos que las empresas locales tengan prioridad en la aplicación de la Nueva Iniciativa. «¿De qué otra forma se crearían puestos de trabajo para los desempleados?», cuestionó.
«Una gran parte de la iniciativa es fomentar emprendimientos cooperativos y consorcios entre empresas africanas e internacionales», explicó el portavoz presidencial de Sudáfrica, Nazeem Mahathey.
«Junto a la inversión extranjera directa, el ahorro local y la acumulación de capital son esenciales para poner en marcha el desarrollo africano», sostuvo.
La Iniciativa no contiene una lista concreta de proyectos económicos. La prometida página en Internet, la red mundial de computadoras, con una descripción de los proyectos aún no está disponible para el público.
En ese sentido, en una primera ronda de consultas, la mayoría de los países del G-8 dijeron que esperaban ver más detalles sobre los proyectos antes de comprometerse a respaldar la Iniciativa.
«Si bien aún no se ha hecho toda la planificación microeconómica y de costos, creemos que la Iniciativa contiene programas prácticos y suficientemente claros. Esperamos que el G-8 dé una señal firme de apoyo a la misma», dijo Mahathey.
Las naciones ricas han reiterado que el alivio a la pobreza será una prioridad en la agenda de la cumbre de Génova.
La Iniciativa compromete a los países africanos a procurar gobernabilidad y estabilidad económica a cambio de mejores acuerdos comerciales y de la ayuda de las economías más avanzadas.
Mbeki espera poder mostrar en la cumbre avances concretos en cuanto a la finalización de los conflictos y guerras que aquejan a la región.
Durante la conferencia de la Organización de la Unidad Africana celebrada la semana pasada, el ex presidente sudafricano Nelson Mandela anunció que las 19 partes que negociaban el fin de la guerra civil en Burundi acordaron crear un gobierno de transición vigente hasta la finalización del acuerdo de paz.
Pero la perspectiva de una paz permanente aún es débil pues los dos mayores grupos opositores no se han sumado al proceso de paz.
También hay avances en la República Democrática del Congo (RDC) donde el presidente Joseph Kabila parece decidido a terminar la guerra civil en la que han intervenido seis países vecinos.
La semana pasada Namibia aseguró que retiraría sus tropas de RDC a fines de agosto. Angola también prometió el retiro de sus fuerzas, si bien no fijó fechas, mientras los efectivos de Uganda y Ruanda están abandonando el territorio congoleño.
El vicepresidente sudafricano Jacob Zuma está de gira por la región de los Grandes Lagos con el fin de apoyar los procesos de paz en Burundi y RDC.
Se espera que Sudáfrica, como potencia regional del continente, conduzca un proceso para resolver la crisis política y económica de su vecino Zimbabwe.
La mayoría de los países del G-8 expresaron su respaldo a Mbeki ante la crisis de Zimbabwe, dijo John Stremlau, jefe del Departamento de Asuntos Internacionales de la Universidad de Witswatersrand, Sudáfrica.
Tras la cumbre del G-8, la Nueva Iniciativa se planteará en una sesión especial de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, en busca de mayor apoyo internacional. En octubre se realizará en Senegal una cumbre de líderes mundiales para discutir la financiación del plan. (FIN/IPS/tra-en/fk/mn/dc/aq/ip if/01