El sistema de microcréditos para mujeres y hombres excluidos por la banca tradicional se expande en todo el mundo y en cuatro años más beneficiará a unos 100 millones de personas, dijo en Chile el economista Muhammad Yunus, creador hace 25 años del Grameen Bank en Bangladesh.
Yunus realizó desde el lunes una visita de tres días a Chile para reunirse con empresarios, académicos, estudiantes y dirigentes de organizaciones no gubernamentales (ONG) interesados en la experiencia del Grameen Bank, también conocido como «banco de los pobres». Además, fue recibido por el presidente Ricardo Lagos.
Esta institución nacida en 1974 en Bangladesh tiene hoy réplicas en 50 países, donde diversas entidades conceden créditos a 20 millones de personas de bajos ingresos, 98 por ciento de ellas mujeres.
El creador del Grameen Bank, candidato al Premio Nobel de Economía, señaló que el microcrédito es una herramienta efectiva para combatir la extrema pobreza, en cuanto reconoce como sujetos de crédito a las personas de bajos ingresos.
En Bangladesh, nación del Asia meridional de 120 millones de habitantes que integra el grupo de 49 países menos adelantados del mundo, según la Organización de Naciones Unidas, el Grameen Bank ha concedido créditos por 3.000 millones de dólares a ocho millones de personas, 95 por ciento de ellas mujeres.
En Chile, la asistencia crediticia a personas de bajos ingresos se comenzó a aplicar en 1986 de manera restringida y casi silenciosa, promovida por ONG y entidades religiosas de apoyo a familias marginadas por los drásticos ajustes económicos de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990).
Durante el régimen de Pinochet, el número de pobres en Chile superó los cinco millones, más de 38 por ciento de la población.
Según los últimos datos oficiales, la pobreza disminuyó a 20,6 por ciento de la población en 2000, incluyendo a 5,7 por ciento de los chilenos en situación de indigencia o extrema pobreza.
El economista Jaime Estévez, presidente del Banco del Estado de Chile, señaló en una reunión con Yunus que su entidad mantiene desde hace cuatro años líneas de crédito preferenciales para microempresas, con una cartera de 60.000 clientes.
Además del Banco del Estado, la «banca de los pobres» incluye en este país a una veintena de entidades, entre cooperativas de ahorro y crédito y ONG, algunas de ellas vinculadas a la Iglesia en áreas como el financiamiento de viviendas.
No existen estadísticas en Chile sobre el número total de beneficiados por estas entidades, que desde 1986 han otorgado créditos por 200 millones de dólares.
Marianela Sanhueza, una mujer de 41 años que trabajaba como empleada doméstica, se convirtió en pequeña comerciante en 1999, al abrir una tienda de víveres en su casa en un barrio popular de la periferia de Santiago.
La idea de instalar el negocio surgió en la búsqueda de una solución ante la inestabilidad laboral de Manuel, su esposo, un albañil perjudicado por el impacto en el sector de la construcción de la última crisis financiera internacional.
Sanhueza consiguió el aval de una funcionaria de la Embajada de Francia, donde hacía trabajos de limpieza, para acceder a un crédito de 600.000 pesos (unos 1.000 dólares) en la Cooperativa de Ahorro y Crédito Talagante, cuyo nombre identifica a una localidad semirrural de la provincia de Santiago.
Su aval le suministró un depósito básico equivalente a 20 por ciento del crédito, con el cual se abrió una cuenta de ahorros en la cooperativa.
«Los intereses de esa cuenta los podremos cobrar, tanto yo como mi aval, cuando termine de pagar el crédito en septiembre», dijo Sanhueza a IPS.
La mujer cumplió rigurosamente con el pago del servicio de su deuda, equivalente cada mes a 50 dólares.
Estévez destacó que en el caso de los créditos a microempresas del Banco del Estado de Chile el promedio de recuperación de los préstamos es de 90 por ciento, un porcentaje elevado dentro del negocio bancario.
Ese ejemplo, así como la experiencia de Marianela Sanhueza, dan la razón a Yunus.
«Hemos demostrado muchas veces que la tasa de cumplimiento de los créditos de la gente pobre es mejor que la de las personas ricas. La gente rica muchas veces no paga», dijo el economista bengalí en Santiago.
El Grameen Bank no tiene el propósito de abrir «sucursales» en otros países, pero sí está dispuesto a enseñar su sistema para que la experiencia sirva como ejemplo en la lucha contra la pobreza, agregó Yunus.
Las experiencias chilenas de microcrédito no son una copia fiel del sistema ideado en Bangladesh por Yunus, quien inició el «banco de los pobres» prestando de su propio bolsillo sumas aparentemente ínfimas a 40 compatriotas necesitados.
A continuación, luego de que los beneficiados le devolvieron el dinero, amplió el sistema de préstamos a 150 personas, sirviéndoles de aval en los bancos, hasta que en 1976 el gobierno de Bangladesh autorizó la creación del Grameen Bank.
«Todos los cuatro millones de clientes actuales del banco son a la vez sus dueños, porque cada uno que califica para un crédito puede comprar una acción con el mismo préstamo», señaló el economista.
«Yo no soy accionista del banco, porque no soy cliente, no soy extremadamente pobre, ni tampoco mujer… No cumplo con todas las calificaciones», dijo Yunus a la prensa chilena.
El éxito de la experiencia del Grameen Bank en los estratos de extrema pobreza despierta gran interés en Chile, donde las encuestas socioeconómicas muestran que la indigencia constituye el foco de desigualdad más difícil de erradicar. (FIN/IPS/ggr/mj/dv/01